martes, 30 de junio de 2009

Lo que faltaba.

Ben y Edgar estaban detrás de la puerta.
- Hola. – les dije.
- Hola Leire. ¿Está tu hermano por ahí? – me dijo Ben mirándome de arriba abajo. Edgar, que se dio cuenta, le dio un codazo. Yo me sonrojé.
- Sí, pero aún se está duchando. Pasad. Además, también está Dani dentro esperándolo.
- Tío, anda que vas a decir algo. – dijo Edgar gritándole a Dani mientras pasaban los dos hacia el comedor.
- ¿Qué quieres que dijera, subnormal? – se chocaron las manos los tres. Yo, que aún estaba en la puerta, puse los ojos en blanco, y cerré la puerta de un golpe. “Lo que me espera” pensé.
- Bueno chicos, ¿queréis algo mientras esperáis a Isaac? – dije acercándome al comedor. – Porque creo que va a tardar.
- No tendrás un poco de Vodka, ¿verdad? – dijo Ben riéndose. Cuando Edgar lo oyó empezaron a reírse más fuerte.
- Para ti está prohibido el Vodka. Y para aquel señorito de allí – dije señalando a Edgar- también. Que menuda me montasteis en un momento.
- ¿Y qué pasó? Que yo no me he enterado. – dijo Dani que miraba a unos y a otros sin percatarse de lo que ocurría.
- Que el martes, aprovechamos que la madre de Isaac se fue con una amiga, y cenamos aquí Leire, Isaac y nosotros dos. – dijo Ben señalándose a él y a Edgar. – Y lo típico. Compramos unas cervezas para cenar. Y…
- Y a Edgar – empecé diciendo – se lo ocurrió la genial idea de comprar para después Vodka. Total, que después vino Carla y se pusieron los cuatro bien, con tan mala suerte de que mi madre vino antes de lo que esperaban y les pilló. A Carla e Isaac los mandó a dormir y a estos dos – dije señalando a Edgar y Ben de nuevo – los mandó corriendo para su casa. – empezaron los tres a reírse.
- Menuda pillamos, tío. – dijo Edgar. – Te tenías que haber venido.
- Porque no me avisasteis, cabrones. Ya os vale. Sabéis que para una fiesta yo siempre estoy preparado. – dijo Dani mientras se reía y le pegaba un puñetazo de amistad a Edgar en el brazo.
- Yo fui algo más lista y me fui a dormir antes. – dije cruzando los brazos.
- Porque eres una aburrida – dijo Edgar mientras se levantaba y me pasaba uno de sus brazos alrededor de mis hombros. -¿A qué hacemos buena pareja?
- Deja a mi hermana, pringado. – era Isaac. Le apartó el brazo que me rodeaba de un manotazo. Después se chocaron las manos.
- Ya era hora, tío. Nos tenías aquí aburridos y secos, porque Leire no nos ha ofrecido nada. – miré a Edgar alucinada.
- ¡Pero qué mentiroso eres! – le pegué un empujón.
- No te me enfades, que era una broma de nada. – me cogió la cara y me dio su peculiar beso en la mejilla. – Por cierto, mañana tengo que hablar contigo. No te olvides.
- Vale ya Edgar, déjala. – dijo Dani mientras nos separaba. – Bueno Leire, me alegro de verte. ¿Irás este sábado a la casa de campo del pesado éste? – señaló a Edgar. Éste le hizo un corte de manga.
- Claro que sí. Tú irás, ¿no? – le pregunté.
- Si. Pues allí nos vemos. Hasta luego.

Me despedí de todos con la mano. “Me voy a quedar a cenar fuera. Díselo a mamá” me dijo Isaac. Asentí con la cabeza. Cerró la puerta.
Otra vez sin saber que hacer en toda la tarde. Me senté en el sofá, pero en ese momento volvieron a llamar a la puerta, por lo que me tuve que levantarme a abrir.

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lunes, 29 de junio de 2009

El timbre.

Al cabo de una hora, terminé por fin todos los deberes que me habían puesto. Mi móvil, que estaba encima de la mesa, empezó a vibrar. Lo miré. Era un mensaje de Edgar en el que ponía:
"Leire, mañana necesito hablar contigo. Supongo que sabrás a lo que me refiero. Un beso preciosa."
Claro que sabía de lo que quería hablar conmigo. Estaba claro: de lo que había ocurrido con Fanny. Seguro que se lo había contado Ben, o quizá mi propio hermano, quien sabe.

Aún era pronto. Tenía toda la tarde por delante, y no tenía ni idea de que hacer para pasar el tiempo. Empecé a buscar en mi armario los bikinis del verano. Saqué el que más me gustaba: era rojo. Me lo probé. Me miré en el espejo que tenía en mi cuarto. La verdad es que me quedaba de maravilla. Ese sería el que me llevaría para el sábado. Encima me pondría unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes con algo de escote, aunque no muy pronunciado. En los pies, unas chanclas. Cuanto más cómoda fuera, mejor. Mi hermana seguro que llevaría su magnífico bikini blanco, que realzaba sus impresionantes piernas y le favorecía a la cara.
Estaba impaciente porque llegara el sábado. Aunque no tenía ni idea de con quién iba a ir allí. Suponía que Carla se iría con Eric en el coche, y no creía que Isaac se fuera a llevar la moto, porque si no, no podría beber. Isaac se iría también con Eric. Pero yo no pintaba nada en ese coche. Nanni y Auro se irían en el coche de alguno de sus padres, por lo que les pediría a alguna de ellas si me podía ir en su coche. No habría ningún problema por su parte.
Me quité el bikini y lo puse de nuevo en el armario. Me puse un vestido para estar por casa que me encantaba. Era demasiado corto, pero era con el que más cómoda iba y con el que menos calor pasaba. Me recogí el pelo en un simple moño.
Oí que alguien llamó a la puerta. Salí de mi habitación. Nadie iba a abrir. “Leire, abre tú que me estoy duchando” me dijo Isaac desde el baño. “De acuerdo” le contesté. Bajé las escaleras casi corriendo, para quien estuviera en la puerta no tuviera que esperar demasiado.
Abrí la puerta. Lo que faltaba, y yo con esas pintas.
- Hola. – fue lo único que se me ocurrió decir.
- Hola Leire, cuánto tiempo. – la verdad es que sí, desde el cine que no veía a Dani.
- ¿Cómo estás? – le dije.
- Bien. Pero estaría mejor si me dejaras pasar. – me sonrió.
- Claro, claro. Lo siento. Pasa. – abrí más la puerta y le invité a pasar. Se sentó en el sofá del comedor.
- ¿Dónde está tu hermano? – me preguntó.
- Está arriba. Se está duchando.
- Siempre igual. Todos los días le tengo que esperar yo. La próxima vez viene él a por mí. – los dos nos reímos.
- Si es que Isaac es un tardón. Y luego está media hora para arreglarse el pelo. – nos volvimos a reír los dos al unísono.
- Dejemos de hablar de tu hermano, y háblame de ti. ¿Cómo te va todo?
- Muy bien, la verdad, no me puedo quejar. Aunque con algunos malos entendidos con una amiga.
- Esa amiga no será Fanny, ¿verdad? – no me lo estaba creyendo.
- ¿Ya te has enterado? Si que vuelan las noticias.
- Sí, me lo ha contado Ben este mediodía. – en ese momento volvieron a llamar al timbre.
- Perdona, voy a abrir. Ahora vengo.
- De acuerdo.

Fui hacia la puerta y abrí. Ahora sí que ya estábamos todos.

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viernes, 26 de junio de 2009

El cigarro.

- ¿Qué pasa? – le pregunté.
- Es que me ha vuelto a llamar Rita, que aún está un poco mal. Me voy a ir a su casa a pasar la tarde, ya que no puedo irme por la noche a cenar con ella fuera porque ya veo la que montáis en un momento.
- Lo siento. No fue idea mía lo de la cena.
- Ya lo sé, nena. Bueno, pues eso, que me voy, ¿vale? No sé a qué hora vendré, pero no te preocupes que para la cena ya estoy aquí.
- De acuerdo mamá. – le di un beso en la mejilla.

Cerró la puerta. Encendí de nuevo la radio. Mi canción ya había acabado. “Que pena”, pensé, “con lo que me gusta a mí esa canción”. Dejé la radio encendida mientras sacaba los deberes que me habían mandado para el día siguiente. Me puse encima de la mesa y empecé a hacerlos.
Alguien tocó de nuevo a la puerta. “Adelante” contesté. Era Isaac.
- Leire, ¿me dejas la calculadora? Es que estoy haciendo los deberes de matemáticas, y no encuentro la mía. No sé donde la habré dejado. – dijo mientras se tocaba la cabeza.
- Claro. Cógela. Está en el bolsillo pequeño de mi mochila.

Isaac cogió mi mochila y la puso encima de la cama. Entonces me acordé. ¡El cigarro! Aún estaba ahí el cigarro que me había dado Fanny. No había escapatoria.
- ¿Y esto? – me giré hacia la cama. En efecto, llevaba el cigarro en la mano.
- Es que Fanny me ofreció uno y por no hacerle el feo, lo cogí y lo metí en la mochila.
- ¿Me lo puedo fumar? Porque tú no lo vas a querer, ¿no? – me preguntó mientras arqueaba una ceja.
- Claro que no. – la verdad es que había pensado en algún día fumármelo, pero más que nada por la experiencia. Sacó un mechero de su ajustado pantalón vaquero y se lo encendió en mi habitación. – Deberías de dejar de fumar, Isaac. No es bueno, y lo sabes.
- Claro que lo sé, pero no puedo. Ya estoy demasiado enganchado. – le dio una calada. – Además, es que no quiero. Y cuando estás de fiesta, apetece que da gusto.
- Ya, ya lo sé. – contesté sin darme cuenta a lo que decía.
- ¿Cómo que ya lo sabes? ¿Lo has probado? – me preguntó intrigado.
- ¡No! – respondí ofendida.
- ¿Quieres probarlo? – me ofrecía el cigarro.
- Mmm… - no sabía que contestar.
- Venga, sé que quieres probarlo. No pasa nada, no se lo voy a contar a mamá. Y qué mejor que probar el tabaco con tu propio hermano.

Cogí el cigarro. Me puse la boquilla en mis labios y absorbí para dentro. El humo me paso por la garganta e hizo que tosiera. El humo salió por mi boca a trompicones. Isaac soltó una carcajada.
- ¿Te gusta? – me preguntó.
- ¡No! Está asqueroso. – y era la verdad.
- Bueno, ya lo has probado. Y como sabes que no te gusta, no vuelvas a fumar, ¿vale? – me cogió el cigarro de la mano y le pegó otra calada.
- Por cierto, Isaac…
- Dime.
- ¿Vas a ir el sábado al campo de los abuelos de Edgar?
- Claro. Eso no me lo pierdo por nada del mundo. Ya fui a la barbacoa que hizo el año pasado, y fue alucinante.
- ¿Sí? ¿Y qué hicisteis? – pregunté algo intrigada.
- A parte de beber, comer, fumar…poco más, la verdad. Nos lo pasamos demasiado bien. Va muchísima gente, ya verás. Se monta una buena.
- Me ha dicho Cynthia que me lleve bikini que allí tiene una piscina.
- ¡Ah! Si, es verdad. Y menuda piscina tiene. Es impresionante.
- Vaya… - dije sonriendo.
- Te lo vas a pasar genial. Y querrás repetir todos los fines de semana. – se levantó de la cama, abrió la ventana y tiró la colilla del cigarro por ella. – Yo me voy a mi cuarto a terminar de una vez los malditos problemas de matemáticas. Hasta luego.
- Adiós Isaac. – cerró la puerta.

Seguí con los deberes que estaba haciendo, aunque me costó bastante concentrarme ya que Isaac me había distraído. La música seguía sonando, pero ahora podía oír una canción lenta, de amor. Cambié de emisora. Ese tipo de canciones no me gustaban demasiado, prefería aquellas que eran marchosas y con ritmo.

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martes, 23 de junio de 2009

Pelea.

Nota de la autora: Siento que tarde tanto en postear, pero es que aún estoy con exámenes. Menos mal que los del instituto ya los he terminado, pero ahora me quedan los de la escuela de idiomas. Espero que todo me salga bien. Gracias a todos por seguir entrando en mi blog y dejándome comentarios. Os pediría, si no es mucha molestia, votarme en el primer botón que aparece en mi blog. Os lo agradecería. Siempre vuestra. LEIRE.

- ¿De qué vas, Leire? Te dije que era mío. Además, supuestamente tú me iba ayudar a conquistarlo. – me dio otro empujón. No tenía ni idea de lo que debía hacer.
- Pero si yo no he hecho nada, ha sido él quien se ha acercado a mí y me ha dado un beso en la mejilla. – la gente se iba acercando cada vez más al círculo que acabábamos de formar.
- Claro, claro. Siempre con excusas. No me puedes negar algo que he visto con mis propios ojos. Te juro, por lo que más quieras, que como te vuelva a ver hablando con él o tan solo mirándolo, te mato.
- Venga, venga Fanny, vete a tu casa si no quieres que te meta un guantazo, anda niñata. – era Carla. Acababa de llegar justo a tiempo, y me estaba salvando el pellejo.
- Hombre, si ya estamos todos. – dijo Fanny desafiándola. Carla se acercó a ella, le cogió de la camiseta que llevaba y la estampó en la pared.
- No te lo vuelvo a repetir, Fanny. Deja a mi hermana en paz. Yo no te caigo bien, y tú a mí tampoco. Como te vea acercarte a ella… - se acercó a su cara. – no se lo que te hago. – la soltó.

Fanny se puso bien la camiseta. Pasó por mi lado mirándome con cara de asco mientras me decía “otra vez no tendrás tanta suerte”. Se fue junto con sus amigas. Nunca pensé que Fanny llegaría a hacer ese tipo de cosas.
Carla me cogió del brazo y nos fuimos de la puerta y de toda la gente que nos estaba mirando.
- No quiero verte con ella. Y no quiero volver a salvarte el culo. – me dijo algo enfadada.
- Muchas gracias, Carla. Me veía en una pelea, y de las gordas. Pero ha sido por una tontería.
- Ya sé porque ha sido.
- ¿Lo sabes? – pregunté intrigada.
- Claro que lo sé. Te he visto. He visto que Edgar te ha dado un beso en la mejilla. También se que a Fanny le gusta él. Por eso te aconsejo que cuanto menos estés con Edgar mejor.
- Pero si yo no he hecho nada. – dije gritando.
- Ya lo sé, pero a ella eso le va a dar igual la próxima que se enfrente a ti. – tenía miedo de volver a ver a Fanny.

Vino Isaac. Nos contó que cuando había salido a la puerta, Ben le había contado lo que había pasado conmigo, Fanny y Carla. Si lo había visto Ben, entones seguro que se lo contaría a Edgar.
Nos fuimos a casa. Isaac no paraba de preguntar detalles sobre lo que había pasado. Carla se lo explicó todo para que se callara de una vez por todas.
Cuando llegamos a casa, dejamos las cosas en nuestras habitaciones y bajamos a la cocina a comer, ya que nuestra madre ya tenía todo preparado en la mesa. Al ver mi cara de asustada, preguntó que si había pasado algo en el instituto. Miré a mis hermanos para ver si iban a decir nada, pero como no les vi intenciones, le respondí que no había pasado nada.
Terminamos de comer. Yo me subí inmediatamente a mi habitación. Enchufé la radio y puse el volumen casi al máximo. Cuando tenía algún problema me gustaba oír música fuerte, para dejar de pensar y poder desahogarme de alguna manera. Sonaba una canción house que me encantaba. Empecé a bailarla como una loca: saltando, corriendo por la habitación, cantándola… Alguien abrió la puerta de la habitación. Era mamá. Enseguida fui y apague la radio. Pensé que venía a buscarme porque tenía la música tan alta que le molestaba para ver la tele, pero no fue por eso por lo que vino.

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martes, 16 de junio de 2009

Envidia

Nota de la autora:Siento por actualizar de semana en semana, pero es que aún estoy de exámenes finales, y ya sabeis lo que son. Gracias por seguir pasándoos por mi blog y dejándome comentarios. Gracias por seguir ahí. Un beso para todos. LEIRE.

A mitad del recreo, les dije a mis amigas que si les apetecía que fuéramos a la cafetería para ver quien había. Cuando le dije a Auro que seguramente estaría Isaac, se levantó de un blinco. Costó poco convencer a Nanni, porque le dijimos que también estaría Eric.
Al entrar, y como siempre, estaban todos en una mesa sentados. Mis amigas se quedaron pidiendo, mientras yo me acerqué a saludar a Isaac.
- Hola a todos. – dije mientras me ponía detrás de Isaac y le cogía de los hombros.
- Pírate enana, que sobras. – me dijo Carla poniendo cara de asco. Me hubiera gustado responderle en ese momento. Y fue lo que hice.
- Cállate borracha. – todos empezaron a hacer el típico “uh”. Carla hizo como que no le importaba, pero yo sabía que sí, y más ahora que le había pillado nuestra madre.
- Que la enana se hace mayor. – dijo Isaac tocándome una de las manos que tenía aún sobre sus hombros. Carla le sacó la lengua. Giré la cabeza y vi que Dafne me miraba con ojos de celosa. Era su hermana, no le iba a quitar al chico que le gustaba.
- Leire, ¿preparada para la fiesta del sábado? – me dijo Edgar mientras miraba el vestido que llevaba.
- Sí. Preparada para la fiesta y lo que me echen. – todos empezaron a reírse.
- ¿Es que también le has invitado a ella? – le preguntó Carla.
- Claro, ella no podía faltar en mi fiesta. – dijo mientras me sonreía pícaramente.
- Bueno chicos me voy. Hasta luego. – me agaché y le di un beso a Isaac en la cara. Solamente lo hice para que Dafne se muriera de celos. Sabía que no había actuado del todo bien. Pero desde siempre había sido una buena chica, y ya era hora de que eso cambiara.

Me fui donde estaban Nanni y Auro, y las tres nos fuimos de nuevo al banco. Me dieron una piruleta que me habían comprado. Eso sí que eran buenas amigas.
Tocó el timbre y nos fuimos para la clase. Nos sentamos igual que en la última clase. Las tres horas pasaron rápidas, aunque fueron algo aburridas.

Cuando salimos le desee suerte a Nanni con la cita de hoy con Hugo. Ella me dijo que por la noche me conectara, y así hacíamos una conversación de tres y nos la contaba a las dos. Las dos asentimos y nos despedimos.
Esperé en la puerta a que salieran Isaac y Carla para irnos juntos a clase.
- ¿A quién esperas? – era Edgar.
- A los de siempre y todos los días.
- Oye, no hagas ni caso a lo que te diga tu hermana, ¿eh? Que a veces se le va algo la cabeza. – me dijo mientras se ponía enfrente mía.
- Ya, ya lo sé. Vivo con ella, por desgracia.
- Por cierto… - se quedó pensando. – Eres una enana muy guapa. – se acercó y me dio un beso en la mejilla. Acto seguido se fue.

Me giré hacia la puerta. Fanny, junto con sus amigas, estaban detrás de mí. Se acercó toda decidida y me dio un empujón.


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miércoles, 10 de junio de 2009

Ellas.

Todos nos levantamos de la mesa de la cafetería y nos dirigimos hacia la clase. En el pasillo me adelanté y fui con Nanni y Auro.
- Chicas, ¿por qué no habéis venido a la otra mesa? - les pregunté.
- Porque parece que te molestemos cuando estas con Fanny. – me dijo Nanni algo mosqueada.
- Sabes que eso no es verdad, N. Tú nunca me molestas, y Auro tampoco. Además, si me molestarais, nos os hubiera dicho que os vinierais a esa mesa.
- Lo sabemos Leire. – dijo Auro. – Lo que pasa es que parece que cuando estás con Fanny, nosotras no existimos. Y eso no nos hace nada de gracia.
- Lo sé, y lo siento. - no sabía si decirle a Auro que es que a Fanny no lo caiga bien. Preferí no decirlo en aquel momento, aunque más adelante no habría otro remedio (aunque no entendía porque le caía mal, porque Auro era una chica majísima).
- Es que también nos daba algo de vergüenza. Estaban ahí todos los populares de clase, y claro… - dijo Nanni.
- Eso sí que no me lo creo. ¿Vergüenza a vosotras? ¿Las chicas que me convencieron para ir a un botellón a donde no estábamos invitadas? – las tres nos empezamos a reír.
- Vale, en eso tienes razón, L. – dijo Nanni mientras me daba un abrazo. Auro se unió.

Entramos en clase y nos sentamos. Ellas dos se sentaron juntas, y yo me senté detrás de ellas. En esta clase iba a estar sola y no me iba a sentar con Fanny. No quería que mis amigas de verdad se mosquearan conmigo por culpa de Fanny, una chica a la que apenas conocía y que encima no era una buena influencia para mí.
En ese momento vino Cynthia y se sentó al lado mía, ya que el sitio estaba libre.
- Está libre, ¿no? - me preguntó.
- Claro, puedes sentarte. – le sonreí. Ella hizo lo mismo.
- Por cierto, tú también vas este sábado a la casa de campo de los abuelos de Edgar, ¿no?
- Si, si. Me ha invitado también.
- Pues entonces nos veremos allí. Va a ser muy buena. Por cierto, llévate bikini porque tiene una piscina, y va a hacer bastante calor.
- Vale, gracias por decírmelo.

Entró el profesor en clase. Estábamos todos hablando. El profesor pretendía que nos callásemos, pero es que después de una charla y de media hora en una cafetería era algo difícil que eso ocurriera. Por ello, se sentó en su silla y espero pacientemente a que nos callásemos. Al ver que él no mediaba palabra, poco a poco nos fuimos callando, aunque costó algo más de diez minutos.
Cuando terminó la clase, salimos al recreo. Me esperé a Nanni y Auro, y salí con ellas. Nos fuimos, como siempre, a nuestro banco.
- Nanni, ¿te ha vuelto a llamar Hugo para quedar? – le pregunté.
- Sí, me llamó ayer justamente. Pero obtuvo una respuesta diferente a las de siempre.
- ¿Y cuál fue? – preguntó Auro intrigada por saber lo que le había respondido a su hermano.
- Que sí, que quería salir con él. – todas sonreímos – Pero no penséis mal, salir al cine o a tomar algo, no como pareja. – las dos nos desilusionamos un poco, pero aún seguíamos sonriendo.
- Eso está genial, Nanni. Hugo se merece una segunda oportunidad. Es buen chico. – le dije.
- Claro está, porque tiene una buena hermana. – dijo Auro. Todas nos empezamos a reír.

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lunes, 8 de junio de 2009

En la cafetería

Nota de Autora: Siento deciros esto, pero de ahora en adelante no se cuando podré postear, ya que estoy de exámenes y se me hace muy difícil dedicarle tiempo al blog. Cuando pueda y tenga un poco de tiempo, no os preocupeis que os deleitaré con una nueva entrada. Espero que me entendais. Y, sobretodo, no dejeis de pasaros por mi blog y de dejarme comentarios, porque como bien sabéis, son vuestros comentarios los que me dan fuerza para seguir adelante con este blog. Aquí os dejo con la novela. Siempre vuestra. LEIRE.

Cuando acabó, nos dijo que nos levantáramos y que fuéramos a su mesa, que nos iba a dar algo. Ya sabía lo que nos iba a entregar, ya que esta misma charla la tenía todos los años. Todo el mundo se levantó y se dirigió hacia la mesa haciendo una cola. Me puse la última. Al principio de ésta estaban Edgar con Fanny. Habían estado durante toda la charla hablando sin parar. Cuando les tocó el turno, la chica les dio dos cajitas, una para cada uno. Edgar se lo guardó en el bolsillo, mientras que Fanny lo llevaba en la mano. Se salieron de la cola y venían hacia mí.
- ¿Qué es lo que dan? Lo de siempre, ¿no? – les pregunté.
- Claro, lo de siempre, ¿qué sino? – me enseñó Fanny la cajita. Como suponía: era una caja en la que dentro llevaban dos preservativos.
- Estos caen este sábado en la casa de campo de mis abuelos. – dijo Edgar mientras soltaba una risa algo sonora.
- Pues a mí guárdame uno. – oí que le dijo Fanny en su oído. Inmediatamente después se fue.
- Es bastante lanzada esta chica, ¿no? – me preguntó.
- No sé, eso lo sabrás tú que la conoces mejor. – me fui hacia delante para coger la cajita que nos daban. Él se quedó en el mismo sitio en el que estaba, mirándome.

Cuando cogí lo que nos daban, salí para fuera. La charla había durado una hora y media, por lo que aún quedaba media hora para que empezara la siguiente clase. Fuimos todos a la cafetería y nos sentamos en varias mesas. Me senté al lado de Fanny. Auro y Nanni, que estaban en la otra mesa, se me quedaron mirando. Pero en la mesa en la que se encontraba Fanny, también estaba Edgar y Ben. Me sabía muy mal dejar de lado a mis amigas, pero me apetecía estar con Edgar en ese momento. Les hice un gesto para que se vinieran para la otra mesa, pero me giraron la cara.
- Déjalas. Mejor sino están. – me dijo Fanny mientras las miraba de mala gana.
- Pero son mis amigas, Fanny. No quiero que se sientan mal y se enfaden conmigo.
- ¿Por qué? ¿Por sentarte conmigo?
- Puede ser. – agaché la cabeza.
- Por cierto, ¿has oído lo que le dicho a Edgar? – sonrió.
- Claro que lo he oído.
- ¿Y ha dicho algo cuando me ido? – preguntó intrigada.
- No. – mentí. – No ha dicho nada.
- Pues vaya chasco. – puso cara de pena. – Oye, no me había dado cuenta pero llevas la diadema que te regalé.
- Si, es que con el vestido que llevaba hoy me pegaba y me la he puesto.
- Así me gusta. – me pasó un brazo por los hombros y me dio un beso en la mejilla.
- Menos roce, chicas. – dijo Ben que estaba en la otra punta de la mesa.
- Pero si te encanta, Ben, no mientas. – le soltó Fanny mientras le sacaba la lengua. Ben le hizo burla.

Noté que mi móvil vibraba en la mochila. La cogí y vi que tenía una llamada perdida. Miré de quien era. Era de Edgar. Lo miré. Estaba a tan solo un par de sillas a mi derecha. Él me sonrió. Le dije, sin alzar la voz que era lo que pretendía con la perdida. Él solo me sonrió.
- Recordar que este sábado tenéis una cita conmigo, ¿eh? – dijo Edgar algo chistoso.
- Más te gustaría tener una cita conmigo. – le dijo Cynthia que también estaba en la mesa.
- Ya la tuve en su momento, y sabes que me encantó. – él le dirigió una sonrisa picara mientras ella sonreía alegremente. ¿Una cita? ¿Cuándo? Yo de eso no me había enterado. Solo sabía que en el botellón que estuve en el parque se liaron, pero eso no se consideraba cita, ¿verdad?

Sonó el timbre.

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viernes, 5 de junio de 2009

La charla.

Cuando abrí la puerta, pude ver unas 60 miradas que se dirigían de una hacia la puerta. En el salón estaban los de 3º y 4º. Tal fue la vergüenza que sentí que me senté en la última fila, ya que había un sitio libre en el pasillo. La chica que estaba dando la charla siguió con su repertorio.
- Llegas tarde. – era Ben. Me había sentado a su lado.
- Ya, ya lo sé. Es que no sabía que teníamos una charla aquí. He ido a clase y he visto que no había nadie, y es cuando he recibido un mensaje de Edgar diciéndome que estabais todos aquí.
- Si, me ha dicho que te iba a mandar uno avisándote.
- Por cierto, ¿dónde está? – dirigí una mirada rápida por todo el salón pero no lo vi.
- Está ahí delante con Fanny. – cierto. Estaban a tan solo un par de filas delante de mí. – Desde que han arreglado sus diferencias, están bastante unidos.
- Si, demasiado, creo yo. – miré a Fanny con celos. En esos momentos tenía envidia de ella. Estaba con el chico que me gustaba, y como bien había dicho Ben, desde que se volvían a hablar estaban más unidos.
- Eso me ha sonado a celos. – miré a Ben. ¿Sabía que me gustaba Edgar? ¿Era tan evidente?
- ¿Por qué dices eso?
- Porque a todas las chicas le gusta Edgar. Él es el guapo del instituto, y además, has respondido como si tuvieras celos de que Fanny estuviera bien de nuevo con él.
- Primero, está claro que Edgar es guapo, y eso salta a la vista. Pero tú tampoco estás nada mal, hay que reconocerlo. - ¿Por qué decía yo eso?
- Ya, ya lo sé. Tú tampoco, por cierto… - me miró de arriba abajo con una mirada que me gustaba bien poco. Esas miradas en la que los chicos te desnudan con ella.
- Gracias. – le sonreí tímidamente.
- Oye, ¿vas este fin de semana a la barbacoa que da Edgar en la casa de sus abuelos?
- Si, claro que sí. Me invitó ayer. Lo que pasa que aún no se lo he preguntado a mi madre, aunque como van mis hermanos supongo que me dejara.
- ¿También va Carla? – preguntó intrigado.
- Claro, en ese tipo de fiestas, Carla no puede faltar, sino no es una fiesta.
- Tienes razón. Tu hermana me encanta.
- Lo sé. – me miró. – Se te nota. Pero no te preocupes, ¿a qué chico no le gusta Carla?
- A Edgar, por ejemplo. – ahora le miré yo.
- Yo no estaría tan segura. Seguro que si ella le diera pie a algo, él caería, sin lugar a dudas.

Ben se calló. Le había dejado sin palabras. Si no me contestó fue porque en cierta manera sabía que yo tenía razón. Podía ser que a Edgar no le atrajera Carla, pero estaba claro que si ésta tonteaba un poco con él, caería como todos. Era Carla, una de las chicas más guapas del instituto, por no decir la que más.
Empecé a escuchar la charla que una chica nos estaba dando. No me equivocaba: sexo, drogas y alcohol. Siempre lo mismo: no bebáis, no fuméis, no toméis drogas, si hacéis algo tenéis que estar seguros y siempre con precaución…Estaba ya harta de este tipo de charlas.


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jueves, 4 de junio de 2009

Jueves

Abrí los ojos. Misma cama, misma habitación y misma vida, y eso me gustaba. Sonreí y me levanté. No sé porque pero hoy estaba de muy buen humor. Me puse un vestido que encontré por mi armario. Era de color beige con un lazo blanco por debajo del pecho. Desde principio de verano que no me lo había puesto. No es que no me gustara, pero nunca me sentía demasiado bien como para ponérmelo. Pero hoy era el día.
Fui a la cocina. Mi madre estaba hablando con Carla, pero cuando entré ambas se callaron. “Me voy, Leire” dijo mi madre mientras me daba un beso. Le hice un gesto a mi hermana para saber de lo que habían estado hablando. Ella solo movió la cabeza de un lado para el otro.
Isaac bajó con los cascos en una mano, pero los dejó en el suelo ya que Carla nos dijo que hoy se iba a venir con nosotros, por lo que no podíamos coger la moto para ir al instituto.
Cuando cogí la cartera de mi habitación, vi que la cremallera estaba abierta. Me di cuenta que dentro estaba la diadema que ayer me había dado Fanny. Me pegaba con el vestido, por lo que me la puse en la cabeza tirando mi flequillo para atrás y dejando suelta mi larga melena rizada.
Bajé al vestíbulo, y allí estaban mis dos hermanos esperándome.
- ¿Y esa diadema, Leire? – me preguntó extrañada Carla. – Es igualita que la que hay en aquella tienda del centro comercial.
- Si, es que me la compré allí ayer. – mentí.
- Me gusta. – sonrió. – algún día me la tendrás que dejar, enana.

Salimos de casa y nos dirigimos hacia el instituto. Carla, durante todo el camino, nos estuvo contando lo que nuestra madre le había estado diciendo. Le había pedido perdón, porque había reconocido que se había pasado. También nos dijo que le había dicho que comprendía que los jóvenes de hoy en día bebiéramos de vez en cuando, pero que debíamos controlar hasta que punto. Por eso, no quería volver a verle a ella, ni a ninguno de nosotros, en esas condiciones. Lo entendí.
Cuando llegamos cada uno se fue para su clase. Cuando entré en clase no había nadie allí. Me pareció algo raro ya que a esas horas normalmente en clase estaba casi todo el mundo. No sabía donde se podía haber metido todos mis compañeros. En ese instante mi móvil empezó a vibrar en mi mochila. Lo saqué y vi que era un mensaje de Edgar.
"Leire, estamos en el salón de actos. Ayer nos dijeron que fuéramos en la 1º hora porque nos iban a dar una charla, pero como no estabas…por cierto, ¿dónde te metiste? Un beso preciosa."
¿Una charla? ¿Sobre qué? Sería de los mismos temas de siempre: sexo, drogas…seguro que no me equivocaba. Lo raro es que mis amigas no me hubieran llamado para decirme, ¿o sí? Seguramente se lo habría dicho Nanni a Isaac cuando llamó la tarde anterior para preguntar por mi estado de salud.
Salí de clase y fui directamente hacia el salón de actos. Estaba en la otra punta del instituto, por lo que tarde algo de tiempo en llegar. Cuando llegué por fin, la puerta estaba cerrada. Ahora tendría que tocar a la puerta y abrir. Eso fue lo que hice.

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miércoles, 3 de junio de 2009

Cosas que pasan.

Enseguida se hizo de noche. Mi madre me llamó desde la cocina para que fuera a cenar, por lo que bajé sin demora. Allí ya estaba mis hermanos junto a mi madre en la mesa. Me senté. Carla estaba muy seria. Supongo que en la comida mi madre habría hablado con ella y con Isaac sobre la cena del día anterior.
- ¿Y tú dónde has estado esta mañana que no has venido a comer? – me preguntó mi madre algo enfadada.
- Me ido con mis amigas a comer, pero no te preocupes que no voy a volverlo a repetir. No entre semana.
- De acuerdo. Por cierto, ¿tú ayer también estabas en la cena? – no había escapatoria. No podía mentir, era mi madre.
- Si, yo también estuve en la cena. Pero nada más comer me fui a dormir. – mis hermanos me miraron. Yo agaché la cabeza. Esperaba que ninguno dijera nada.
- Eres una mentirosa, Leire. Tú también bebiste. – dijo Carla rabiosa.
- Carla, cállate. Eres la que menos tienes que hablar. Vete a tu cuarto. – dijo mi madre chillando.

Carla se levantó sin decir nada y se fue a su cuarto pegando un portazo al cerrar la puerta. Nosotros seguimos cenando sin apenas decir ninguna palabra. Era normal que mi madre estuviera enfadada. Había pillado a Carla la noche anterior borracha, y en su casa, por lo que entendía su conducta.
Al cenar, recogimos la mesa y fregué los platos para que mi madre se pudiera sentar en el sofá y descansar un poco.
Cuando terminé, di un beso a Isaac y a mi madre y me fui a mi habitación. Estaba muy cansada y necesitaba dormir un poco. Pero cuando entré en mi cuarto me pasé por el de Carla. Tenía que hablar con ella.
Llamé a la puerta, y ella me respondió con un “pasa” un poco molesto. Pasé y me encontré a Carla tumbada en la cama boca abajo. Cuando se giró, vi que sus ojos estaban bañados en lágrimas. Había estado llorando. Me acerqué, y me senté en el borde de su cama.
- No llores, Carla. No pasa nada. – le dije mientras le acariciaba el hombro.
- Si que pasa, Leire. Mamá ayer me pilló borracha, y encima aquí en casa. ¿Sabes lo que es eso? – empezó de nuevo a llorar, aunque intentaba disimularlo secándose las lágrimas con la mano.
- Pues no, por suerte no lo sé. Pero sabes que le podría haber pasado a cualquiera. A Isaac también le pilló.
- Si, pero Isaac iba bien. A penas se había bebido un par de chupitos, y controlaba lo que hacia. Pero en cambio yo…
- No te atormentes, Carla, en serio. No vale la pena. Mamá sabe de sobra que bebes, y que te vas de botellón con tus amigos.
- Si, lo sé. Pero es muy diferente que te vea. – se tranquilizó un poco.
- Venga, Carla. Más vale que te acuestes he intentes dormir. Mañana se le habrá pasado el enfado, ya lo verás.
- Eso espero. Gracias Leire. Se que eres una enana… - desvié la mirada. – pero eres buena chica. – me dio un abrazo.

Salí de la habitación y me dirigí a la mía. Me puse el pijama y me acosté en la cama. Era la hora de que se acabaran las emociones fuertes por hoy.

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Nota de la autora: Muchísimas gracias por todos los premios que me habéis otorgado. Han sido tantos blogs, y tantos premios que no puedo ponerlos todos. Haber si un día tengo algo de tiempo y los pongo por mi blog, ¿vale? Espero que me perdonéis por no poder ponerlo en estos momentos. De nuevo gracias. LEIRE.

lunes, 1 de junio de 2009

Es el mejor.

Fuimos al bocata, y nos sentamos en una mesa de cuatro. A penas había gente en el local. Fanny nos dijo que era lo que queríamos para comer. Yo le pedí un bocadillo vegetal. Era lo que más me gustaba (y de los que menos engordaban). Ella fue y los pidió. A los pocos minutos estaba de nuevo en la mesa con lo que habíamos pedido.
Durante la comida, Fanny les estuvo contando a las demás lo que le había pasado con Edgar en el recreo.
- A mí me parece guapísimo, Edgar. De los más guapos del instituto. – dijo Jess.
- De eso nada, el más guapo es Ben, ¿a qué si Raquel? – había sido Karen.
- Si, claro que si. – dijo Raquel. Deducí que a las dos les hacia gracia Ben.
- Primero, el más guapo es Edgar, y es para mí, que os quede claro a todas. – dijo Fanny algo furiosa. No me atreví a hablar. No podía comentar que a mí también me gustaba Edgar.

No hablé durante toda la comida. Fanny y sus amigas no se podían enterar de que a mí me gustaba Edgar, porque o sino me dejarían de hablar. Además, había visto la reacción que Fanny había tenido cuando Jess había dicho que Edgar le parecía guapo. No quería arriesgarme. De hecho, Fanny parecía de las típicas chicas que si le llevabas la contraria te haría la vida imposible. A lo mejor no, y me estaba equivocando y era una buena chica, aunque no estaba segura de eso.

Cuando terminamos de comer, nos fuimos a unos bancos y estuvimos allí algo más de dos horas. Ya eran las cinco, y era hora de volver a casa. Tenía que hacer los deberes.
- Chicas, yo me voy ya a casa, ¿vale? Tengo cosas que hacer. Y a mi madre no le parece bien que salga entre semana.
- Bueno, haz lo que quieras. Pues mañana nos vemos entonces. – dijo Fanny un poco seria.
- De acuerdo. Hasta mañana, chicas.

Me fui directa a casa. Esperaba no encontrarme a nadie por la calle. No quería que nadie me viera con la mochila. Pensaba en lo todo lo que había ocurrido hoy: Edgar perdona a Fanny, Fanny y sus amigas roban en una tienda y me regalan algo de lo robado, cojo un cigarro y me lo meto en la mochila… ¡Ostras! ¡El cigarro! No me acordaba de él. Aún lo tenía en el bolsillo pequeño de la cartera. Esperaba que mi madre no le diera por mirar en mi mochila, porque si no me iba a caer una buena. Cogí la diadema blanca que aún llevaba en la cabeza y la guardé también dentro de la mochila.
Cuando entré en casa, encontré a Isaac en el comedor jugando a la consola, como siempre. Se pasaba horas jugando a esa cosa que yo no lo encontraba nada divertido.
- ¿Qué tal Isaac? – pregunté mientras dejaba la mochila en el suelo y me sentaba en el sofá.
- Pues nada, aquí, distrayéndome un rato. Por cierto, ha llamado Nanni después de comer para ver cómo estabas.
- ¿Y qué le has dicho? – dije mientras le cogía el mando de la consola y le ponía el juego en pausa.
- Le he dicho que te habías ido a comer con no se quién, porque no se con quien te habías ido. – me miraba directamente a los ojos.
- Mierda, Isaac. Mierda. La has cagado. – dije mientras andaba de un sitio para el otro.
- ¿Qué pasa? – me preguntó intrigado.
- Pues que le dije a Nanni que me iba al baño porque me había bajado…ya sabes. Pero es que había quedado allí con Fanny, y me dijo que nos fuéramos juntas a comer, y me salté las tres últimas clases. Y es que Nanni no sabía nada.
- Eso te pasa por mentir. Mejor que no te juntes con Fanny, no es buena gente hermanita. – me dijo mientras se recostaba en el sofá.
- Déjame hacer mi vida, ¿estás?
- Bueno, tú haz lo que quieras. – cogí mi mochila y salí del comedor. – Leire, ven aquí. – me llamó Isaac desde el comedor otra vez. Me dirigí hacia allí de nuevo.
- ¿Qué quieres ahora? No me des sermones de hermano mayor, ¿vale? Puedes ahorrártelos.
- Solo quería decirte que no le dije eso a Nanni. – dejé de nuevo la mochila en el suelo y me senté a su lado.
- ¿Y que le dijiste, entonces? – pregunté intrigada.
- Cuando me preguntó que como estabas, me quedé un poco extrañado. Pero sabiendo que te habías ido a comer fuera, y claramente con ella no era, supuse que le habías contado una trola impresionante. Y no quise que te descubriera, por lo que le dije que estabas acostada porque te encontrabas algo mal.
- Eres el mejor, Isaac. Te quiero. – me abalancé sobre él y empecé a darle besos por toda la cara.
- Lo sé, lo sé. Pero quítate ya de encima que quiero seguir jugando a la play. – me separó de un empujón.

Cogí de nuevo mi mochila y me subí a mi habitación. Me puse a escuchar música durante un rato. Después me puse hacer los deberes que me habían mandado esa misma mañana. No los hice muy bien porque no tenía ganas.

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Paréntesis

Cuando tenía el chat, una chica me dijo que le gustaría que pusiera algunas fotos para que la novela fuera más entretenida. Mi contestación fue que prefería no ponerlas, para que cada uno se imaginara el personaje y las situaciones. Otra persona me dijo que pusiera fotos del estilo de la cabecera del blog. Eso me pareció algo más interesante. Por eso he hecho esto. Espero que os guste porque lo he hecho con todo mi cariño para mis seguidores. Para los que día a día se pasan por mi blog para seguir mi novela. Mil gracias.

LEIRE.