miércoles, 1 de julio de 2009

La cita de Nanni.

Esta vez era Cynthia.
- Hola Leire, ¿está tu hermana?
- Si claro, pasa. Siéntate en el sofá mientras voy a avisarla, ¿de acuerdo? – ella me hizo caso y se sentó.
Subí a la habitación de Carla para avisarle. Ella me dijo que le dijera a Cynthia que subiera. Y eso fue lo que hice. Se metieron las dos en la habitación y cerraron la puerta. Yo me senté de nuevo en el sofá.
A los pocos minutos bajaron las dos.
- Leire, que vamos un momento al supermercado, ¿vale? – me dijo Carla.
- ¿Y eso? ¿Qué necesitáis? – le pregunté.
- No, nada. Vamos a comprar algunas botellas para el sábado.
- Vale.

Enchufé la televisión y estuve hasta las ocho viendo un programa que era solo de cotilleo. No me gustaban esa clase de programas, pero por lo menos me entretenía. Recordé que Nanni me había dicho que por la noche me conectara para poder contarnos a Auro y a mí como se lo había pasado en la cita con Hugo.
Subí a mi habitación y encendí el ordenador. Enchufé el Messenger. Aún no estaba conectada, pero no tardó mucho en hacerlo, al igual que Auro.
- Hola Nanni. ¿Qué tal ha ido la cita? – le pregunté.
- Muy bien chicas, ha estado genial. Me lo he pasado estupendamente.
- Cuenta, cuenta. – dijo Auro.
- Primero fuimos al cine. Después me llevó a un bar y estuvimos hablando un largo rato y después me llevó a casa.
- ¿Y ya está? ¿Nada más? – pregunté intrigada.
- Espérate impaciente. – me contestó Nanni. – Cuando me dejo en casa y nos despedimos…nos besamos.
- ¿Os besasteis? – dijo Auro. – No me lo creo. Por eso ha subido mi hermano tan feliz. Ya decía yo.
- Si. Ha sido muy bonito y romántico. Me está empezando de nuevo a gustar.
- ¿Y Eric? – le pregunté.
- Eric aún me gusta, pero como sé que no tengo ninguna posibilidad con él pues…es como el intocable.
- Ya claro. – dijo Auro. – Bueno chicas me voy a cenar. Ya hablamos mañana en clase. Adiós.
- Yo también me voy a ir Leire. Hasta mañana.

Las dos se desconectaron. Cerré el Messenger, pero antes de apagar el ordenador me pasé por el fotolog de Edgar por si había puesto algo relacionado con la fiesta del sábado. Y en efecto, no me equivocaba. Había puesto una foto de una piscina, que era enorme, y había comentado que el sábado habría fiesta en la casa de sus abuelos en el campo, y que iba a estar muy bien. Apagué el ordenador.
Bajé a la cocina. Mi madre ya había llegado y mi hermana también, pero sin Cynthia. Supongo que la botella que habrían comprado se la habría llevado Cynthia, porque ya era lo que faltaba, que mi madre encontrara una botella de alcohol en alguna de nuestras habitaciones. Entonces si que nos iba a castigar, pero esta vez a los tres.
- Hola mamá. ¿Cómo está Rita? – le pregunté a mi madre que estaba haciendo la cena.
- Muy bien cariño, ya está mejor. Pero está pasando unos días algo malos.
- Sabes que te puedes ir cuando te necesite, mamá. Que yo me puedo encargar de hacer la cena o de lo que sea necesario. – le dije.
- Ya sé que estás hecha ya una mujercita. – me miró con los ojos llorosos.
- No empieces, mamá, que nos conocemos.
- Si, es verdad. Lo siento, hija.
- No pasa nada. – me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla. – Por cierto, un amigo de clase nos ha invitado a Isaac, Carla y a mí a una casa que tiene sus abuelos en el campo. – empecé a poner la mesa.
- ¿Edgar? – preguntó.
- Si, si, Edgar. Creo que Isaac y Carla ya fueron el año pasado.
- Si, por eso sabía que era él.
- Te lo digo para pedirte si me vas a dejar irme. – puse cara de niña buena.
- Claro que sí. Aunque a tu hermana me lo estoy pensando. La verdad es que no se lo merece. – echó la carne en la sartén.
- Déjala, mamá. Yo creo que ya ha aprendido la lección.
- Eso espero Leire. Por cierto, ¿e Isaac? ¿Dónde se ha metido? – preguntó.
- ¡Ay! Se me olvidaba. Se ha ido con Ben, Dani y Edgar a cenar por ahí.
- Mira que le tengo dicho que no me gusta que salga de noche cuando al día siguiente tenéis clase, ¿eh? Pero esto sirve para todos.
- Ya lo sé. Me ha dicho que no te preocuparas, que pronto estaría en casa.

Mi hermana bajó de su cuarto y empezamos a cenar las tres. Cuando terminamos quitamos la mesa. Yo me despedí de las dos y me fui a mi habitación. Cogí el móvil que estaba encima de la mesa del ordenador y le mandé un mensaje a Isaac diciéndole que por favor no tardara en llegar, porque o sino nuestra madre se iba a enfadar.
“No te preocupes enana, en veinte minutos estoy allí. Edgar te manda recuerdos. Un beso.”
Puse el móvil en silencio, lo dejé en la mesita que está al lado de mi cama y me acosté. Estaba tan, tan cansada…

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