miércoles, 9 de diciembre de 2009

Vocazas.

Pronto llegamos al parque. Nos fuimos todos hacia el mismo banco. Al parecer, la tarde la íbamos a pasar juntos. No me desagradó demasiado, aunque prefería no estar cerca de Edgar. Necesitaba pensarme en lo que le iba a contestar. Como muy tarde, mañana le quería dar una respuesta, y no tenía las cosas del todo claras.
Me senté en la parte de arriba del banco. Me gustaba sentarme ahí. Edgar dudó durante unos segundos, pero después se sentó debajo de mí cogiéndome los tobillos con sus manos. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Siempre que él me tocaba, sentía una sensación rara en mi cuerpo. Me gustaba, pero a la vez me ponía nerviosa.
- ¿Queréis uno? – volví en sí. Isaac estaba ofreciendo un cigarro a Auro y Nanni. Las dos agradecieron la intención, pero ninguna cogió un cigarro. En cambio, Ben y Edgar le quitaron uno cada uno. Isaac puso mala cara, pero no dijo nada.
- Deberías dejar de fumar, Isaac. – le dije mientras los tres se encendían los cigarros.
- Creo que esta conversación ya la hemos tenido. Y creo que quedó ya clara.
- Isaac, tu hermana tiene razón. No deberías de fumar tanto. – esta vez la que había hablado era Auro. Isaac la miró con ojos de enamorado.
- Pero si tú también fumabas.
- Si, pero solo a veces. Además, me he dado cuenta de que es una tontería.
- Bueno, quizá debería de intentarlo, ¿no? – Isaac sonrió a Auro. Esta le correspondió.
- Vaya cabronazo. Tío, nos estás defraudando. Ya no eres lo que eras. – Edgar le pegó una gran calada a su cigarro.
- Y tú, también deberías de intentar dejarlo. – dijo yo mientras le daba unos golpecitos en la espalda.
- ¿Yo? Ni de coña. – dijo girándose hacia mi. – Si le tengo que gustar a una chica, me tiene que querer tal y como soy. – tenía razón. Además, Edgar me gustaba tal y como era. Y es que verle con un cigarro en la mano, tenía su punto.
- Tienes razón. - apoyé mi codo en su hombro. Él no se quejó.

Estuvimos hablando animadamente durante un largo rato. Llegada la media tarde, los chicos decidieron irse a tomar unas cañas a un bar. Nos miramos entre nosotras sin saber que contestar, pero la cara de Auro lo decía todo. Así que, los seis, nos encaminamos al bar que estaba más cercano al parque.
Nos sentamos en una mesa que estaba cerca de un rincón. Así, podríamos estar tranquilamente sin que nadie nos molestara. Enseguida vino una chica a atendernos. Los chicos, como de costumbre, se pidieron una cerveza. Auro y Nanni se pidieron una coca-cola. Yo no estaba segura de que pedirme, pero al final pedí lo mismo que los chicos. Isaac me miró extrañado, pero no dijo nada al respecto.
- ¿Este sábado vamos a hacer algo? – preguntó Ben. Por lo que aparentaba, él seguía con ganas de fiesta. En cambio, yo no tenía las mismas ganas que él.
- No sé, ¿qué os apetece hacer? – mientras Isaac decía esto, no dejaba de mirar a Auro.
- Botellón en el parque, como todos los sábados. – propuso Edgar.
- Me parece muy bien. Me gusta la idea. – dijo Ben.
- Tú te apuntas a un bombardeo, tío. – dijo Isaac.
- Pues claro. Hay que vivir la vida, ¿no? Por cierto, chicas, vosotras también os podéis venir, ¿eh?
- Es que pensábamos ir igualmente, nos invitaras tú o no. – dijo Nanni un poco enfadada.
- Oye, oye… que no he dicho nada malo como para que me contestes así.
- Tienes razón, lo siento. Pero es que os pensáis que sois el centro del universo, y eso no es así. Puedo ir perfectamente a un botellón en el parque, sin que me invites. – todas miramos perplejas a Nanni. Le había dado un ataque de los suyos y había explotado.
- Vaya. – dijo Ben al cabo de unos pocos segundos pensando en lo que decir. – Me da miedo volver a decir algo, no vaya a ser que me comas…
- Tranquilo. Te haría cualquier cosa menos comerte. – Nanni le sonrió forzadamente.
La chica del bar nos trajo, por fin, las bebidas que habíamos pedido. El bar estaba abarrotado, por ello la tardanza. Todos bebimos un gran trago de nuestras bebidas. Era un día de mucho calor, y algo fresco apetecía.
- Enana, te estás acostumbrando a la cerveza, ¿eh? – me dijo mi hermano.
- Isaac, te rogaría que no me llamaras enana, y menos delante de mis amigos, y del…
- Del chico que te gusta, ¿no? – abrí notablemente los ojos. Auro, que estaba bebiendo en ese momento de su coca-cola, se atragantó. Me dieron ganas de levantarme y pegarle un guantazo a Isaac, pero no lo hice. Edgar ya sabía que me gustaba, pero el comentario sobraba.
- No te pases, Isaac, no te pases. – Edgar me miró fijamente. Pude ver un brillo especial en sus ojos. Nunca lo había visto así.
- Creo que ese comentario sobraba, tío. – Edgar me seguía mirando. Me intimidaba.
- Lo siento. Se me ha escapado. No lo he hecho con mala intención, de verdad. Perdona Leire. – Isaac se levantó de la silla y vino a darme un beso y un abrazo. Se lo agradecí. – Lo siento, enana. – me dijo susurrándome en el oído.
- Ya hablaremos en casa. – le respondí yo.

Poco después de terminarnos las bebidas, nos levantamos del bar y nos fuimos. Estaba mucho más lleno que cuando llegamos.
Ya eran casi las nueve de la noche. Hora de irse a casa a cenar. Primero, acompañamos a Nanni a su casa. Después fue el turno de Auro. Isaac, se despidió de ella con un beso en la mejilla, aunque sabía que él se moría por besarla. Después nos tocó el turno a Isaac y a mí. Nos despedimos de Ben y de Edgar. Éste último me pidió que si podía hablar conmigo un momento. Asentí. Isaac entró en casa y Ben se dirigió a su casa.

Safe Creative #0912095087708