miércoles, 6 de enero de 2010

Todos juntos en casa.

Ya eran cerca de las cinco de la tarde cuando terminé de hacer todos los deberes que me habían propuesto. Me apetecía quedar con mis amigas. Ellas eran todo para mí, y me gustaba disfrutar de su compañía. Llamé a Auro.
- ¿Sí? – contestó ella en la otra parte del teléfono.
- Auro, soy Leire.
- Hola cuñada. – oí una pequeña risa.
- Ojala. – yo también sonreí. – Oye, me apetece salir esta tarde, ¿hacemos algo?
- … - unos segundos en silencio. – Pues pensaba quedarme en cada viendo una película que acabo de alquilar, pero si te quieres venir…
- Mejor aún. ¿Y si te vienes tú?
- ¡De lujo!
- Pero espera, tengo que preguntárselo a mi madre para ver si le viene bien.
- De acuerdo.
- Luego te llamo.
- Vale. – le colgué.

Abrí la puerta de mi habitación y bajé los escalones de dos en dos hasta llegar al salón donde se encontraba mi madre. Estaba apagando la tele.
- Mamá, ¿se pueden venir Nanni y Auro a casa a ver una película?
- Claro, cariño. Además, yo me voy ahora a ver a Rita. Hace varios días que no la veo.
- Gracias, mamá. – le di un beso en la mejilla y un abrazo. – Que te lo pases bien con Rita.

Subí de nuevo a mi habitación. Llamé a Auro para decirle la buena noticia. Sobre las seis estaría en mi casa. Llamé también a Nanni para que se viniera. Siempre teníamos que estar las tres juntas. Éramos como un pack.
Desde mi cuarto oí como la puerta principal de la casa se cerraba. Mi madre se acababa de ir. Fui a la habitación de Carla a decirle que íbamos a estar abajo viendo una película, por si se quería unir al plan.
- ¿Y mamá no está? – me preguntó.
- No, se ha ido a casa de Rita a pasar la tarde. Supongo que vendrá a la hora de cenar.
- Perfecto. Voy a llamar a Hugo para que se venga también.
- Vale.

Salí de su habitación y me fui a la cocina a preparar las palomitas para la sesión de cine. Una película sin palomitas, no era una buena película.
Allí estaba Isaac, en pantalones cortos y sin camiseta. Lo veía algo más musculazo que de normal. Estaría haciendo abdominales y flexiones por la noche.
- Y si te pones una camiseta… ¿qué tal?
- Joder, siempre me recriminas todo. Y si no quiero, ¿qué?
- ¡Puff! A mí me da igual. Lo digo porque ahora mismo va a estar aquí Nanni y Auro. Y puede que Hugo también.
- Pues ya de paso llamamos a todos y que se vengan, ¿no?
- Por mi genial. – dije emocionada.

Nada más decir esto, Isaac se subió corriendo a su habitación a llamar a todos los demás integrantes de la pandilla. Yo, mientras, preparaba varias bolsas de palomitas.
“Ding, dong”. Fui hacia la puerta principal y abrí. Allí estaba Nanni, Auro y su hermano Hugo.
- Hola chicas. Hola Hugo.
- ¿Cómo estás, Leire? – Hugo se acercó a mí y me dio dos besos.
- Muy bien. Pasad. Aunque sois los primeros en llegar.
- ¿Cómo qué los primeros? Pensaba que éramos los únicos. – dijo Nanni mientras se acomodaba en el sofá.
- No. Al final hemos llamado a todos los demás.
- Te he visto audaz, L. – añadió Nanni.
- Lo sé. Aunque no lo he decidido yo, sino Isaac.

Carla e Isaac bajaron poco después al comedor junto con nosotros. Al ver a Hugo, Carla se abalanzó sobre él y le dio un corto pero intenso beso en los labios. Todos nos quedamos boquiabiertos. No pensaba que Hugo y mi hermana estuvieran saliendo. Ella había dicho que lo querían intentar, no que lo estuvieran intentando. Fuera lo que fuese, estaba contenta por ellos. Hugo era buen chico. Hacían buena pareja.
- Hola Auro, ¿cómo estás? - le preguntó Isaac.
- Muy bien, ¿y tú? – ambos estaban deseando abrazarse y demostrar su amor. En cambio, solo hacían que dirigirse sonrisas nerviosas.
- Bien también.

Volvieron a llamar al timbre. Esta vez fue Isaac el que abrió. El resto de la pandilla entró en el salón. Nos saludamos. Edgar me dio un abrazo y un beso en la mejilla.
- ¿Y a qué se debe esta reunión? – preguntó Cynthia.
- A nada. Simplemente para estar juntos y ver una película. – contestó Isaac.

Todos se acomodaron en los diversos sofás dispuestos a ver la película. Auro me dio el DVD y yo lo puse. Era de miedo. Odiaba las películas de terror. Me daban pánico. Luego me costaba muchísimo dormir.

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