martes, 23 de marzo de 2010

Por favor, escúchame.

Miré el móvil para saber que hora era. Como no veía con claridad, tuve que cerrar uno de los ojos para poder fijar la mirada. El reloj marcaba las tres de la mañana.

- Chicas, son las tres. No tardaremos mucho en irnos, ¿no? – pregunté.
- No lo sé. ¿Es que quieres irte ya, L? – me preguntó Nanni.
- Pues… no lo sé. – todas empezamos a reírnos. – No estoy yo muy centrada esta noche. Y el alcohol ya está haciendo su efecto. – todas volvimos a reírnos. – Está haciendo demasiado efecto. – me senté en el banco. Mis amigas me ayudaron.
- Si, siéntate, anda, que no vas a aguantar mucho más de pie. – me dijo Auro mientras se sentaba al lado mío. - ¿Qué estás mirando, Nanni?
- ¿Yo? Nada. – contestó.
- ¿Cómo que nada? – Auro miró hacia donde lo estaba haciendo Nanni. - ¡Ahhh! Le estás haciendo ojitos a Eric.
- No, de eso nada. – contestó Nanni ofendida. – Es él que no para de mirar hacia aquí. Y yo aprovecho y le miro. Lo que pasa es que me aguanta la mirada.
- ¡Uy! Aquí esta noche hay rollito, lo que yo os diga. – dije.
- Yo estoy de acuerdo con Leire. – dijo Auro.

Intenté levantarme, pero me volví a sentar. Todo me daba vueltas. Auro me miró con cara de enfado, aunque no sabía ciertamente por qué.

Quería ir con Carla y con todos lo que estaban en el otro banco. Quería empezar a relacionarme con el otro grupo, como en el último botellón. Me levanté como pude, cogí la botella de Vodka con una mano, y el cubata y el bolso con la otra.

- ¿Se puedes saber a dónde coño vas? – dijo Nanni mientras cogía su cubata y me seguía.
- Al otro banco, con todos aquellos.
- ¿Y eso por qué? Aquí estamos bien.
- Si, no te lo discuto. Pero quiero relacionarme con ellos.
- Vale. – dijo Auro levantándose del banco a la vez que cogía la fanta. – Vamos para allá, pero todas. No nos tenemos que separar. Somos como las supernenas, todas juntas.
- Claro que sí. ¡Las tres juntas hasta el fin del mundo! – dijo Nanni mientras nos cogía a Auro a mí del brazo.


Con paso decidido, aunque de lado a lado, conseguimos llegar al banco donde estaban todos los demás. Cuando nos vieron, se acercaron a saludarnos, aunque a mí ya me habían visto. Carla se levantó del banco, ya que aún seguía con Hugo, y se acercó a nosotras.

- ¿Cómo está mi hermanita? – dijo con una sonrisa en la boca. – Enana, estás preciosa. Me he enamorado del vestido.
- Lo sé. Pero no te preocupes, que cuando quieras te lo presto, no tengo ningún problema. Pero con una condición.
- ¿Cuál?
- Que tú me dejes a mí los leguins y la camiseta. Te están que ni pintados.
- Anda, calla. Dejémonos ya de piropearnos. Que parece que nos llevemos hasta bien. – las dos reímos. - ¿Qué tal la noche?
- ¡Genial! – dijo Auro eufóricamente.
- Me alegro, aunque aún queda bastante noche por delante.
- Eso espero. – dijo Nanni. Carla la miró. Todas sabíamos a lo que Nanni se estaba refiriendo, aunque ninguna dijo nada al respecto.
- ¡Mira qué guapa va mi hermana! – acababa de llegar Hugo. Abrazó a Auro. Ella puso cara de desconcierto.
- ¿Ya vas borracho o qué?
- Un poquito, pero muy poco. – y empezó a reírse descontroladamente. Carla no pudo contenerse y empezó a reírse también. Segundos después, todas nos unimos a una risa colectiva.
- ¿Un poquito? Menudo pedo llevas, amigo. – dijo Nanni.
- ¡Ay, Nanni! ¿Tú sabes que yo a ti te quiero mucho? – dijo Hugo mientras se acercaba a Nanni y le pasaba un brazo por sus hombros. – Pero como amigos, ¿eh? No vaya a ser que Carla se me enfade, y me quede sin novia. – Carla se enfurruñó, pero fue Hugo y le plantó un beso en los labios. Ella sonrió.

Empezamos a hablar de cualquier cosa, y a reírnos por cualquier tontería. El alcohol corría como agua, y la gente no hacía más que beber y beber. Si mi madre estuviera ahora aquí se quedaría con la boca abierta: sus tres hijos bebiendo sin parar hasta inhibirse por completo, y uno de ellos, además, fumando, y no solo tabaco.
En ese momento, alguien me tocó el hombro por detrás. Me giré. Era Karen. Me quedé un poco extrañada. ¿Karen, amiga de Fanny, quería hablar conmigo?

- Hola Leire. – dijo con la cabeza agachada. - ¿Puedo hablar contigo?
- ¿Conmigo? ¿De qué quieres hablar? Mejor que no te vea Fanny, porque sino…
- ¿Podemos hablar en privado, por favor? Me gustaría decirte una cosa. – insistió.
- Claro. Vamos a aquel banco de allí. – nos fuimos y nos sentamos en un banco. – Dime, ¿qué quieres?
- No sé si estoy haciendo bien en decírtelo o no, porque me podría crear problemas, pero tengo que decírtelo. Yo no soy mala. Yo no soy como ella. – dijo con los ojos llorosos.
- No te preocupes, Karen, no voy a decir nada. Cuéntame. - intenté tranquilizarla. ¿Qué tendría que decirme?
- Esta mañana Fanny nos ha dicho que quería hablar con Edgar y contarle algo de ti.
- Sí, eso ya lo sabía. Pero no sé qué es lo que le va a contar, porque yo no tengo nada que ocultar.
- Hombre, ocultar no, pero… ¿hay algo que quieres que Edgar no sepa? - ¡MIERDA! Miré disimuladamente a Eloy. – Exacto. Fanny le va a contar a Edgar que en su fiesta te liaste con Eloy.
- ¿Pero cómo sabe ella eso? – pregunté interesada.
- No tengo ni idea, pero lo sabe. Y se lo va a contar. De hecho, ahora mismo puede ser que se lo esté contando. Quería decírtelo para que estuvieras preparada. Fanny es muy mala persona, y con tal de dejarte mal y de que Edgar pase de ti, es capaz de hacer cualquier cosa.
- Lo sé. – me bebí de un trago el medio cubata que aún llevaba en la mano.
- Por favor Leire, no le digas a Fanny que te lo he contado, por favor. O me hará la vida imposible. – una lágrima le recorrió la mejilla.
- Tranquila, Karen. Fanny nunca sabrá que me lo has contado. – miré hacia un lado. En ese momento, Jess y Raquel venían de detrás de unos arbustos.
- Bueno, me voy, que ya vienen mis amigas. Gracias, Leire. Espero que te vaya todo bien, porque, la verdad, es que eres una buena chica. – sonrió. Le respondí de la misma manera.
- Buenas noches Karen.

Se levantó del banco en el que estábamos sentadas y se fue con Jess y Raquel. Vi como las otras dos le preguntaban algo y me miraban. Karen sabría salir de ese interrogatorio sana y salva. Me dio pena. Karen era muy buena chica, pero estaba acorralada. No tenía escapatoria. Había elegido en su momento muy mal a sus amigas, y ahora se estaba arrepintiendo por ello. Me alegré por tener a unas amigas tan buenas y que me quisieran tanto.
Alguien se sentó a mi lado. Salí de mis pensamientos. Lo miré. La verdad es que era realmente guapo.

- ¿Qué haces aquí, Dani?
- Es que como te he visto sola, pensaba que a lo mejor te estabas aburriendo. ¿Qué te estaba contando Karen?
- Nada que pueda decirte, lo siento. Pero me ha fastidiado la noche.
- Pensaba que éramos amigos.
- Y lo somos, Dani, pero de verdad que no puedo contártelo. Se lo he prometido. Y lo que prometo, lo cumplo. Además, tarde o temprano te enterarás, estoy segura.
- Bueno…lo que quieras. Pero ya sabes, que si quieres hablar o desahogarte con alguien, yo estoy aquí para lo que necesites, ¿vale?
- Muchas gracias, Dani. Eres un buen amigo. Te lo agradezco. – sonreímos. Me abrazó. Me dejé llevar. Apoyé mi cabeza en su hombro, y me dejé que me abrazará con sus fuertes brazos. Me sentí querida. Algo que nunca antes había sentido. Ni con Edgar.
- ¡YO FLIPO! No solo te lías en MI fiesta con Eloy, sino que ahora vuelvo y te encuentro abrazada a Dani. ¡ERES UNA ZORRA! – me separé de Dani. Y allí estaba Edgar, plantado delante del banco en el que estábamos nosotros, enfadado y con mucha ira y rencor en su cuerpo.
- Edgar, no te enfades. Te lo puedo explicar todo.
- ¿QUÉ ME LO PUEDES EXPLICAR TODO? Si, ya. Yo intentado excusarme por lo de Fanny, y va y me entero, por otra persona, que tú también tuviste tu fiesta particular. Ya sé la clase de chica que eres. Y paso de estar contigo. Me das asco.
- Edgar, por favor… ¡ESCÚCHAME! – dije gritando. Todo el mundo miraba nuestro numerito.
- No tengo nada que escuchar. Ya no. – se giró. Detrás de él estaba Fanny, con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutando de todo lo que estaba pasando. – Vamos Fanny. Ya no tenemos nada que hacer aquí. – Edgar la pasó un brazo por sus hombros y, juntos, se fueron hacia otro lado.

Me quería morir. Mi corazón se acababa de romper en mil y un pedazos, y Edgar los estaba pisando en cada paso que daba junto a Fanny. Dani se levantó y no dudó en abrazarme de nuevo. Pude oír un “Lo siento” proveniente de su boca.

Safe Creative #1003235821142


PD:
Ya lo he dicho en el Twitter, pero la entrada de hoy es la número 100.¡No me puedo creer! 100 entradas ya. Como pasa el tiempo. Solo espero que la esteis disfrutando tanto como yo escribiéndola. Un beso a tod@s. LEIRE.