jueves, 13 de mayo de 2010

¿O quizá sí?

Salí de la habitación y fui directamente a la cocina. Allí estaba mi madre. Le di un beso en la mejilla y le pregunté qué tal le había ido la comida en casa de Rita. Por su cara supuse que había ido bien.

- Mamá, no hagas nada para cenar. Voy a coger un brick de caldo preparado para hacer unos fideos para mí y para Isaac.
- ¿Y eso?
- Es que tenemos un poco el estómago revuelto.
- ¿Qué pasa? Que al final ayer bebisteis, ¿o qué? Mira que os dije que no bebierais nada. Ni caso. El alcohol es malo, y más si abusáis. Ya tuve una discusión con Carla una noche por eso, porque la pillé borracha, y en nuestra casa. Así que, por favor, aprender un poco de vuestros errores. No quiero que bebáis más, ¿entendido?
- Entendido mamá. Pero no pasa nada, porque cuando salgas de fiesta te bebas un par de cubatas, ¿no?
- No, claro que no pasa nada si solo te bebes un par como mucho, pero no cerca de una botella.
- Mamá, nosotros no bebemos tanto. – bajé un poco la mirada. Mi madre no era tonta, y sabía perfectamente que habíamos bebido más de la cuenta, porque con dos cubatas una persona no tenía resaca.
- Bueno, dejemos el tema. Ahora os hago yo el caldo. ¿Tu hermana también quiere?
- No, Carla está durmiendo ya. Se ha levantado esta mañana a hacer la comida, y esta tarde estaba cansada y se ha acostado.
- Otra que tal baila. A esa también la voy a espabilar yo. Como no me saque bien la selectividad, se va a enterar.
- Mamá, tienes que confiar en ella. Yo sé que Carla lo va a sacar, y encima con nota, porque ella es muy lista.
- Sí, pero últimamente sale demasiado, igual que vosotros. Y no me gusta nada que salgáis tanto. Lleváis varios sábados seguidos saliendo, y eso no me gusta.
- No hacemos nada malo. Simplemente nos divertimos con los amigos, y nada más.
- Sí, eso me parece estupendo. Pero creo que ya os estáis pasando. Os estoy dejando demasiada libertad y os estáis aprovechando.
- Mamá, yo no lo veo así. Pero bueno, no quiero discutir contigo.
- Ni yo, cariño. Ni yo. – se acercó a mí y me dio un beso en la frente. – Eres un encanto, Leire. Sé que nunca me vas a fallar.
- Claro que no, mamá. Yo siempre estaré aquí para lo que necesites.

Mi madre cogió el brick del caldo de la despensa, y lo echó en una cacerola para que se calentara. Le puso unos fideos, también. Enseguida bajó Isaac. Cuando vio a nuestra madre, le dio un beso, pero ella seguía seria, en sus trece. Se notaba que en casa de Rita habían hablado de temas importantes y serios y venía un poco enfadada, o quizá molesta. Isaac lo notó y no comentó nada. No quería que se enfadara más y le empezara a echar la bronca. Él tampoco estaba para muchos gritos.

Cenamos en silencio, y cuando terminamos, recogimos la mesa entre mi hermano y yo y nos fuimos a acostar. Yo estaba demasiado cansada. Al día siguiente teníamos clase y quería estar reposada y con la mente despejada.
Le dí las buenas noches a mi hermano, y entré en mi habitación. Fui directa a ponerme el pijama, pero pronto me di cuenta de que ya lo llevaba puesto. ¡No me lo había quitado en todo el día!
Me senté en la cama y miré el móvil. Ni una llamada de Edgar. ¿Aún tenía la esperanza de que fuera a encontrar una llamada o un mensaje de él en mi móvil? Parecía mentira. Después de todo lo que me había hecho, aún me esperaba un perdón por su parte, o algo por el estilo. Pero en el fondo de mi corazón, sabía que eso no iba a ocurrir. ¿O quizá sí?

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PD: Bueno, lo he comentado en el Twitter, pero lo comento aquí también por si no lo habeis leido allí. El martes pasado no pude subir nueva entrada porque se me rompió la linea y no podía conectarme. Estuvieron todo el día arreglandola, y no tuve servicio hasta ayer por la noche. Lo siento, y espero que me perdoneis. SIEMPRE VUESTRA. LEIRE.