martes, 21 de septiembre de 2010

Palabras que atraviesan corazones.

Me senté con Cynthia. Me saludó a la vez que me daba un par de besos. La noche del sábado ella había estado hablando durante largo rato con Ben en la barra, y luego puede ver como los dos salían del pub, y ya no los volví a ver en toda la noche. Tenía la sensación de que habían tenido algo más que palabras. No me lo pensé dos veces, y me dispuse a preguntárselo.
- Oye, Cynthia… ¿qué tal con Ben?
- ¿Por qué? ¿Pasa algo? – preguntó enseguida.
- No, no pasa nada. Solo quería saber que qué tal lleváis… ¿vuestra relación?
- ¿Relación? – preguntó extrañada.
- Sí, porque tenéis algo, ¿no?
- ¿Ben y yo? ¡Qué va! Solo nos liamos en la fiesta de Edgar y nada más.
- Pero os vi el sábado muy juntitos.
- Sí, pero no hubo nada. Simplemente estuvimos hablando de cosas, pero nada más. Primero, antes de empezar con él algo serio, porque la verdad es que me gusta bastante, quiero conocerlo algo más. No quiero lanzarme a la piscina, y luego encontrarme con que no tengo flotador, ¿me entiendes?
- Perfectamente. – sonreí.

En ese instante, entró el profesor en clase, y tan solo unos segundos después, Nanni y Auro aparecieron por la puerta de la clase, sudando y jadeando. Se sentaron sin decir una palabra, ya que el profesor las miraba con cara de enfado. No le gustaba que después de él entrara nadie más. Tenía que ser el último.
El profesor echó un vistazo rápido a la clase percatándose de que faltaban algunas personas.
- ¿Qué pasa? ¿Qué los lunes no os gustan? – todos nos miramos sin saber a qué se podía estar refiriendo. – Si mi vista no me falla, falta el señorito Edgar y el señorito Ben, y también la señorita Estefanía, Jessica y Raquel, ¿no? ¿Alguien sabe dónde pueden estar? – nos volvimos a mirar todos, pero no hubo respuesta. – De acuerdo. Empecemos con la clase.
- ¿Dónde se habrá metido el estúpido de Ben? – oí que preguntaba Cynthia al aire. Pero no obtuvo respuesta. – Siempre metiéndose en líos por Edgar.

Cynthia tenía toda la razón. Ben y Edgar eran muy buenos amigos, pero siempre (o casi siempre) se hacía lo que Edgar decía. Era muy dominante.
Cogí mi libreta, y arrancando una hoja, escribí algo en ella. Dirigida para Nanni y Auro.

“¿Dónde narices estabais? Os estaba echando ya de menos. ¿Y por qué habéis venido tan cansadas? ¿Veníais corriendo o qué? PD: os sigo queriendo igual”

Cuando el profesor se dio la vuelta para escribir algo en la pizarra, llamé a Nanni sin que se diera cuenta el profesor, y le pasé la nota. Ella puso cara de extrañada, pero no dijo nada y se apresuró a abrir el trozo de papel que le acababa de pasar.

Auro, al percatarse de que Nanni había recibido una nota, se acercó también a leerla. Pronto tuve una respuesta. Pero ellas no me dieron la nota en la mano, sino que directamente hicieron una bola con el trazo de papel y me lo tiraron a la cabeza. Al darme, me quejé. El profesor se giró, pero disimulé. No se dio cuenta de nada.
Abrí rápidamente la nota. Había seis o siete frases escritas en bolígrafo rosa. “¿Cómo no? El color favorito de Nanni” pensé. Ponía:

“Calla, calla, y calla. Llegábamos tarde (como siempre) pero en la puerta nos hemos encontrado con Fanny y Edgar abrazados. Al pasar, he puesto cara de asco, y Fanny me ha dicho algo, y como no lo he entendido, me he acercado y le he dado un guantazo. Total, que Edgar se ha abalanzado sobre mí, y ha aparecido Ben y lo ha separado de mí. Y detrás Fanny riéndose. Lo está trastornando, Leire. “

No daba crédito a lo que estaba leyendo. ¿Qué Edgar había ido a pegarle a mi amiga porque le había dado una torta a Fanny? ¿Pero quién se pensaba que era él? No tenía derecho a pegar a una chica, y menos a mi amiga. Ahora si había despertado a Leire. Pero a la Leire mala. Que se metiera conmigo lo podía soportar, pero que intentara pegar a una de mis mejores amigas, no lo podía soportar. Había estallado la guerra contra Edgar y Fanny. ¿Y no dicen que en la guerra vale todo, igual que en el amor? Pues se iban a enterar.

No le respondí a la nota. No podía. Me temblaban las manos. Estaba furiosa. Necesitaba salir fuera de clase. Necesitaba evadirme de lo que en ese momento estaba rodeada. Noté como las piernas empezaban también a temblarme. No podía controlarlas. Cynthia se dio cuenta y me preguntó si estaba bien. Con un hilo de voz lo contesté que sí, y ella se lo creyó completamente.
En cuanto acabó la clase y el profesor desapareció por la puerta, me levanté de la silla casi de un salto y fui hacia donde estaban Nanni y Auro.
- Cuéntamelo todo, de pies a cabeza, sin dejarte ni un detalle, aunque sea el más mínimo. – le dije apoyando las manos en la mesa.
- Ya te lo he contado. Más o menos es lo que te he puesto en la nota. – dijo Nanni. Auro asintió. – Llegábamos corriendo, como siempre, porque llegábamos tarde, y en la puerta estaban Edgar y Fanny demostrando su amor. Cuando he pasado por su lado, le he puesto cara de asco, como es normal, porque es lo que me dan: asco. Y Fanny no sé qué narices me ha dicho, pero seguro que guapa no ha sido.
- ¿Y qué has hecho? – le pregunté.
- Pues eso. Me he acercado y le he dicho: “¿Qué es lo que me has dicho?” y ella: “¿Yo? Nada”. Y como sabía que me estaba mintiendo, le he arreado un guantazo con la mano abierta en toda la cara. ¡No me he podido resistir!
- Bien hecho. – dijo Auro pegando un pequeño puñetazo en la mesa.
- Y entonces, es cuando Edgar se ha abalanzado sobre mí como un loco, y balanceándome de un lado al otro, me ha dicho que no volviera a acercarme a Fanny nunca más. Que como él me viera me iba a enterar.
- Yo he intentado separarlo, pero de un empujón me ha separado de él y me ha tirado al suelo. – añadió Auro.
- Y ahí es cuando ha venido Ben, y cogiendo a Edgar, lo ha separado de mí. Si no llega a ser por Ben, yo creo que Edgar me hubiera pegado.
- ¿Estás segura, N? – le pregunté.
- Sin dudarlo, L. Edgar, desde que pasó lo del sábado, está cambiando. Y todo por Fanny. Lo está haciendo violento.
- Pues yo le voy a bajar esos humos que tiene tan subiditos, tanto el uno como el otro. – dije. – Porque a mis amigas él no les pone ni una mano encima. ¿Pero quién se ha pensado que es?
- Tranquila Leire. Yo creo que es mejor que no te metas es este lio. Es una cosa que ha pasado, y ya está. Vamos a dejarla correr, porque si no va a ser peor, y se va a liar más.
- Me da igual que se lie más. Él no se puede salir con la suya.
- Pero es que yo le he pegado una torta a la que es ahora su novia. – dijo Nanni. Esas palabras me atravesaron el corazón como si de un puñal se tratase.
- ¿Crees que están saliendo?
- Esta mañana me los he encontrado abrazados y hablando muy cerca él uno del otro, así que me atrevería a decir que sí, son novios. – otro puñal me atravesó el corazón.


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