domingo, 3 de mayo de 2009

Por fin a dormir

No me apetecía más estar en el parque. No estaba ya a gusto. Se me había pasado del todo el mareo, y ya me encontraba perfectamente. Volvía a mi toda la vergüenza que antes había desaparecido por completo. Pero aún no me podía ir a casa porque me quedaba a dormir en casa de Auro. Miré el reloj que llevaba en mi muñeca: las tres y media de la mañana. Como pasaba el tiempo. Se me había pasado volando.
Me acerqué al banco donde estaba Auro y Nanni en compañía de Ben y Edgar, porque aún estaban allí conversando.
- Hombre, Leire, que no he hablado contigo en toda la noche. – me dijo Ben agarrándome por la cintura. ¡Madre mía! Que cariñosos y simpáticos estaban todos esa noche, pero sabía que el lunes, cuando volviéramos a clase, todo sería diferente.
- Ya, he estado por ahí. – dije sonriéndole.
- Bueno, chicas, cuando queráis nos vamos a casa, ¿eh? Que yo estoy ya muerta. – dijo Auro.
- No os vayáis, va. Que nos lo estamos pasando muy bien, ¿no? – dijo Edgar mirándonos a las tres las piernas. ¡Qué descarado!
- Si, pero ya es tarde. Nosotras nos vamos ya. – dijo Auro.


Nos despedimos de todos y volvimos para casa. Durante el trayecto estuvimos hablando de todo lo que nos había pasado en el parque. Me lo había pasado bastante bien, y lo más importante es que había hablado un poco con Edgar, aunque había echo algunas cosas que no me gustaba nada de nada, pero se lo podía pasar. Es que me gustaba tanto… Cada vez que lo miraba, se me atragantaban las palabras. Cuanto más pasaba el tiempo, más me gustaba. Era perfecto: sus ojos, sus labios, sus gestos, la forma de hablar, la forma de andar…TODO.

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