domingo, 31 de mayo de 2009

Eso no está nada bien

Salimos del baño. La gente estaba por los pasillos. Iba a ser un poco difícil escaparse del instituto, porque siempre había alguien en conserjería que vigilaba la entrada. Nos escondimos detrás de una columna, donde nos reunimos con las demás. La gente estaba empezando a entrar en las clases. Teníamos que pensar un plan pronto. Se me ocurrió decirle a la chica que estaba allí que si me podía hacer una fotocopias, y en el momento en el que se girara para atender el recado que le había mandado, salir del instituto. Y fue lo que hice.

En cinco minutos estábamos fuera. Nunca había echo nada por el estilo, pero había sido muy excitante. Nos dirigimos hacia el centro comercial. Íbamos cargadas con las mochilas, y la gente se nos quedaba mirando extrañadas, ya que no era normal que cuatro chicas estuvieran a esas horas por la calle y con mochilas, ya que deberían estar en el instituto.
Cuando llegamos al centro comercial, aún era un poco pronto para comer, por lo que entramos en una tienda de complementos. Cada una, al entrar, se fue por un lado diferente, y yo me quedé en la entrada de la tienda sin saber que hacer. Busqué a Fanny con la mirada, la encontré y me dirigí hacia ella. Vi como cogía unos pendientes, y se los metía en la mochila sin que la dependienta se diera cuenta.
- ¿Qué haces, Fanny? – eso para mi era robar.
- Tomar prestado esto. No puedo comprármelo, porque os tengo que invitar a comer.
- Pues yo te lo compro. – le dije sacando el monedero.
- No hace falta. Sal fuera de la tienda y espéranos en un banco. En cinco minutos estaremos allí. – no me hizo gracia que robaran, y menos unos pendientes que apenas valían dinero. – Te prometo que te llevaré algo.

Me salí de la tienda como me había dicho, porque no quería meterme en ningún lío, y menos que me acusaran de ser cómplice de un robo. Al sentarme en el banco que estaba cerca de la tienda, noté que había algo en mi bolsillo derecho. Metí la mano y saqué el cigarro que Fanny me había ofrecido en el baño. “¿Qué hago yo ahora con esto?”. Abrí el bolsillo pequeño de mi mochila y lo metí ahí. Cuando dirigí de nuevo la mirada hacia la tienda, vi que ya estaban saliendo de ella a paso un poco ligero. Me levanté, y cuando me acerqué a ellas me dijo Jess que no me detuviera, que nos íbamos directamente a comer.
Por el camino, Fanny sacó un par de pendientes que había robado de la tienda, junto con tres anillos y dos diademas de color blancas. Las demás, hicieron lo mismo, y pude comprobar que también habían robado las diademas del mismo color.
- Por eso siempre vais conjuntadas, ¿no? – pregunté.
- Claro, y no nos gastamos nada de dinero en estas tonterías. – me dijo Fanny mientras se ponía uno de los anillos y se lo miraba para ver que tal le quedaba. – Me queda genial. Por cierto Leire, esto es para ti. – me dio unos aros de color plata, un anillo sencillo pero bonito y la diadema.
- Gracias Fanny, pero no puedo aceptar nada que haya sido robado. Lo siento. – no podía.
- No pasa nada, Leire. De todas formas, la de la tienda gana con lo que vende. – lo cogí porque empezaba a sentirme algo presionada. – Pero la próxima vez te coges tú tus propias cosas, ¿eh? – se rió.
- Si, claro… - miré al suelo.

Todas se pusieron la diadema en la cabeza, y yo hice lo mismo. Iba de blanco ese día, por lo que no me quedaba del todo mal.
Me acordé de que no le había dicho a Isaac que no me esperara, que no iba a casa a comer, por lo que le mandé un mensaje. A los pocos minutos tenía una contestación suya en la que decía que no le parecía bien que siempre estuviera por ahí. Pero hoy era un día especial.

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jueves, 28 de mayo de 2009

En los baños

Salí de la cafetería y me fui al banco donde estaban mis amigas. Le di a Nanni el chupa-chups y les conté que Edgar nos había invitado a su barbacoa. A ellas les pareció estupendo.

Sonó el timbre y nos dirigimos a las siguientes tres clases que teníamos. Por el pasillo me topé con Fanny. Cuando pasé por su lado, ella me rozó la mano a la vez que me daba una nota. Mis amigas no percibieron esa acción. Entramos en clase y me senté en la silla en la que horas antes había estado. Abrí el papel a rayas que me había dado Fanny. En él ponía:
"Te espero en los baños de las chicas en cinco minutos. No tardes. Tengo que contarte algo muy importante. Fanny."
Para poder acudir, me tendría que saltar las clases, y eso no me hacía gracia. Pero me había citado con ella, y si lo que me tenía que contar era tan importante, no podía faltar. Agarré mi mochila y me levanté de la silla.
- ¿Dónde vas, Leire? – Nanni, que estaba unas sillas a mi derecha, se dio cuenta de que me había levantado. Me acerqué a ella.
- Me tengo que ir al baño. – una excusa rápida para que ella no sospechara. – Creo que me ha bajado la regla.
- Vale, no te preocupes.

Salí airosa de la situación. Me dirigí rápidamente a los baños de las chicas. Abrí la puerta, pero allí no había nadie.
- ¿Hola? – pregunté al aire.
- Sabía que ibas a venir. – Fanny salió de uno de los baños.
- Es que acabo de leer la nota que me has dado, y como has dicho que era muy importante, pues he venido lo antes que he podido. – dejé la cartera apoyada en una de las paredes.
- Si. Era para contarte lo que me ha pasado con Edgar. Como te he dicho en el recreo, lo hemos arreglado todo. Ahora estamos muy bien. Hemos hecho las paces y todo ha salido a pedir de boca. – estaba contenta. Se lo notaba.

Sacó de un bolsillo un paquete de cigarros. No quería aparentar delante de ella que era una adolescente de quince años que no fumaba, aunque fuera de vez en cuando, por lo que cogí uno. Me lo guardé en el bolsillo. Ella sacó uno y se lo encendió.
- ¿No te lo fumas ahora? – me preguntó intrigada.
- No, ahora no. No me apetece. Luego cuando salga de aquí. En la calle.
- De acuerdo. – se guardó el paquete de nuevo en el bolsillo del pantalón. – Como te iba contando, ahora que hecho las paces con Edgar me gusta más que nunca. De hecho, me ha invitado a una barbacoa que hace él este fin de semana en la casa de campo que tienen sus abuelos.
- Ya, ya lo sé. A mí también me ha invitado. – le dije.
- ¿Sí? Pues bien, porque así me podrás ayudarle a conquistarle, ¿vale? – la idea de ayudarla no me gustaba nada. Tenía que hacer que Edgar se fijara en mí, no en otra.
- Lo intentaré. – no supe contestarle otra cosa.

Estuvimos hablando de Edgar hasta que a Fanny se le acabó el cigarro. Me había saltado una clase para que me contara eso, que no era nada importante. Yo nunca había faltado a clase por placer, sino que siempre que lo hacia era o porque estaba enferma o porque tenía que ir al médico. Pero en cambio Fanny, parecía hacerlo con bastante frecuencia.
Sonó el timbre. Cogí mi cartera del suelo y me dispuse a salir de los baños dirección a clase.
- ¿Dónde vas, Lei? – Fanny me había cogido de la muñeca.
- A clase. Ya me he saltado una y no quiero perderme más.
- Vaya. – Fanny puso cara de decepción. – Ahora que le había dicho a las demás que nos fuéramos al centro comercial que las invitaba a comer.

No tenía escapatoria. Era un buen plan, y encima me invitaba a comer. En cambio, si volvía a clase le tendría que explicar a Nanni y Auro porque me había saltado una clase entera. No podía inventarme ninguna excusa, pero si me saltaba las demás clases que quedaban podría decir que me encontraba mal y me había ido a casa. Podía funcionar. Por lo que no me lo pensé más.
- De acuerdo. – le sonreí. – Vámonos.
- Esta es mi Leire. – me abrazó.

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Nota de la autora:esta es la última entrada de la semana. Lo siento. Ahora vienen los exámenes y me voy a pasar todo el fin de semana estudiando. Un beso para todos. LEIRE.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Me ha pillado.

Fanny se dirigió hacia el banco en el que estábamos nosotras, pero no se acercó del todo. Me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
- Chicas, me voy un momento a la cafetería que quiero comprarme una piruleta. – les dije a mis amigas.
- Vale, pues cómprame a mí un chupa-chups. – Nanni me dio el dinero.

Me fui hacia donde estaba Fanny, y juntas nos fuimos hacia la cafetería.
- Ya lo he arreglado con él, Leire. Fue todo un malentendido. Me ha pedido hasta perdón, y todo. Que guapo que es. – suspiró.
- Me alegro mucho, Fanny. – pero no era cierto. En verdad deseaba que siguieran enfadados.
- Voy a ver si se puede volver a fijar en mí, porque a mí me encanta. – ahora ya estaba del todo perdida. Fanny era muchísimo más guapa que yo, y además ella tenía una ventaja: ya conocía a Edgar y habían tenido algo juntos antes.
- Bueno, Fanny, luego hablamos que ahora voy a ir a comprarme algo a la cafetería.
- Vale, yo voy a ir al baño. Luego nos vemos Leire.

Me dirigí a la cafetería para comprarle a Nanni lo que me había encargado. Entré y allí estaban todos. Apenas me atreví a mirar hacia su mesa. Me puse en cola.
- ¿Qué te pensabas que te ibas a escapar de mí? – era Edgar. No hacía ni falta girarme, reconocía su voz y su colonia a distancia.
- No, pensaba que te habías olvidado tú de mí. – dije sin mirarle.
- Pues no. Y quería hablar contigo de dos cosas. La primera es que ayer te estuve llamando por la noche cuando llegué a mi casa pero me decía que el número al que llamaba no existía. ¿Me puedes explicar por qué? – dijo mientras me cogía del hombro y me daba la vuelta.
- Si, aunque creo que no te va a gustar. Pensé que seria gracioso darte un número falso. – dije agachando la cabeza. Me cogió de la barbilla con la mano y me la levantó.
- Pues a mí no me hizo ninguna gracia. – me miraba directamente a los ojos. No podía desviar la mirada.
- Lo siento, de verdad. Toma, apunta mi número y dame un toque ahora para que veas que es el mío. – sacó su móvil del bolsillo y me lo acercó. Lo cogí y apunté mi número. Se lo di y de inmediato me hizo un toque. Mi móvil, que lo acababa de sacar, empezó a vibrar.
- Ahora si. Gracias. – me sonrió. Se guardo de nuevo el móvil en el bolsillo del pantalón – Y esto que te voy a decir ahora no te lo tenía que decir, por lo mal que te has portado, pero como me caes bien te lo diré.
- ¿Qué quieres? – la cola había llegado a su fin y estaba enfrente de la chica que llevaba la cafetería.
- Espera Edgar, un momento. – me giré hacia la chica. – Quiero una piruleta y un chupa-chups, por favor.
- Y a mí me pones una coca-cola. – dijo Edgar desde detrás mío. La chica fue y nos dio lo que habíamos pedido. – Ya lo pago yo, Leire, no te preocupes. – entregó el dinero y nos apartamos de allí para que los demás pudieran pedir.
- ¿Y qué es lo que me querías decir? – le dije mientras abría la piruleta y me la metía en la boca.
- Que este fin de semana voy a celebrar en la casa que tienen mis abuelos en el campo una comida, en plan campestre y esas cosas. Era para que supieras que estás invitada, y que te espero allí. De hecho, tus hermanos también van. Y quiero que se lo digas también a Nanni y Auro. Cuanta más gente seamos, mejor.
- Vale, de acuerdo. Pues cuenta conmigo. – esperaba que mi madre me dejara ir. Además, si iban mis hermanos no se podía negar. – ¿Tenemos que llevar algo?
- No. Aunque bueno si quieres traerte alguna botella de algo con alcohol, será bien recibida. Lo demás ya lo pongo yo.
- Muy bien. - me quitó la piruleta de mi boca y se la metió en la suya. Le dio un par de vueltas y me la dio de nuevo. Me quedé alucinada.
- Pues te espero.

Se fue. Este chico cada vez me dejaba más descolocada. No sabía por donde iba a salir. Me metí la piruleta en la boca. Esa piruleta que hasta hacía unos instantes había estado en la suya.

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martes, 26 de mayo de 2009

Inimaginable.

- ¿Qué te ha dicho Edgar? – me preguntó Fanny. No sabía si contarle la verdad, o mentirle. La segunda opción me parecía la más acertada, ya que aún no tenía plena confianza en ella.
- Me ha dicho que le diga a mi hermano que luego tiene que hablar con él. ¿Por qué lo preguntas?
- Por nada, porque he visto que te había dicho algo. ¿Es que no sabes que yo estuve con él? - ¿Fanny con mi Edgar?
- ¿Estuviste con él? No tenía ni idea.
- Bueno…estar, estar no estuvimos. Solo que mientras estaba con Dani me lié unas cuantas veces con Edgar. Por eso luego Dani se fue con Carla.
- Si es que Fanny, eso no se hace.
- Ya…pero es que Edgar es tan guapo… - dijo mientras se giraba para mirarlo. Yo también lo hice. Edgar hizo un saludo con la mano a las dos.
- Si, la verdad es que sí. ¿Pero te hablas con él?
- No, porque luego tuvimos una serie de problemas y… lo que pasa. Pero me gustaría arreglarlo con él. Haber si un día de estos le mando algún mensaje y quedamos para hablarlo. – lo que me faltaba ya, otra rival con la que competir. Como no tenía bastantes…

Cuando la profesora nos riñó un par de veces porque no parábamos de hablar, dejamos el tema. Fanny era muy simpática, y se había sincerado conmigo. Le tendría que dar alguna oportunidad. Y es que con Fanny estaba muy a gusto, incluso a veces más que con Nanni y Auro, porque había ocasiones en las que ellas dos empezaban a hablar de cosas que habían pasado en sus vacaciones de verano, y yo me quedaba al margen en ese tipo de conversaciones.

Pasaron las tres horas y por fin salimos al recreo. Me despedí de Fanny y le dije que luego me acercaría a la cafetería a estar un rato con ellas. Me saqué el almuerzo y las gafas. Hoy hacía mucho sol y mis ojos no estaban como para aguantarlo.
Nos fuimos las tres a nuestro banco. Ellas se sentaron y yo me quedé de pie, porque en cualquier momento aparecería Edgar para hablar conmigo. Estaba impaciente. No tenía ni idea de que quería hablar conmigo, y esperaba que no fuera sobre el número falso que le di la anterior noche.
- ¿Y eso que te has sentado hoy con Fanny, Leire? – me preguntó Nanni.
- Es que como os habéis sentado juntas, para quedarme sola, pues me he sentado con ella.
- ¿Y de que habéis hablado? Porque no habéis parado en las tres horas.
- Pues de cosas, ¡que más te da! Tú a mi tampoco me cuentas las cosas que hablas solo con Auro. – me había pasado. Tenía que rectificar. – Por cierto, ¿qué tal ayer la tarde de chicas?
- Muy bien. Te tenías que haber venido. Por cierto, ¿cómo estás? ¿Ya te encuentras mejor? – ni me acordaba ya de eso.
- Si, gracias. Ya estoy mejor. – contesté mirando al suelo.
- Me alegro Leire. – sonrió Auro. - ¿Por qué llevas gafas de sol?

Les expliqué lo que había echo la noche anterior. Le conté lo que había hablado con Edgar en el supermercado, en casa, en mi cuarto, etc. Les conté que le había dado un número falso y que pensaba que hoy me iba a decir algo sobre eso.
En ese momento vi con Edgar salía de la cafetería. Me empecé a poner nerviosa, y mis amigas me lo notaron. Pero justamente salió detrás de él Fanny. “No, ahora no Fanny”. Ella le cogió del brazo. Él se giró. Fanny le dijo unas cuantas cosas y se fueron los dos a un banco a charlar. Tenían que hablar justamente ahora que él iba a venir a hablar conmigo. No era justo. Me puse algo triste.
Estuvieron un largo rato hablando. Estaba más pendiente de su conversación que de lo que me estaban contando mis amigas. Los dos se levantaron y se dieron un prolongado abrazo acompañado de un largo beso en la cara. Ahora si que lo iba a tener difícil con Edgar.

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lunes, 25 de mayo de 2009

M.I.É.R.C.O.L.E.S.

Otro día acababa de llegar a mi vida. Miércoles. Estábamos a la mitad de la semana lectiva. Eso me daba ánimos para seguir.
Me levanté. De pronto recordé lo que había ocurrido la noche anterior porque noté una serie de pinchazos en mi cabeza. “Ya sabía yo que me había pasado”. Me fui directa al baño a darme una ducha de agua fría. Lo necesitaba, y mi cabeza también porque parecía como si tuviera un bombo en mi cabeza tocando sin parar. Cuando salí de la ducha, me miré al espejo. Tenía muchas ojeras, y estaba muy blanca. Hoy me tocaría maquillarme algo más de lo normal, porque no podía aparecer en clase con semejante cara.
Cuando bajé a la cocina mis hermanos no estaban, y mi madre ya se había ido a trabajar, porque no vi sus llaves encima de la encimera de la cocina, como solía dejarlas. Me pareció raro que ni Isaac ni Carla estuvieran. Subí al cuarto de Carla y llamé a la puerta. Nadie me contestó. Abrí la puerta poco a poco. La luz estaba apagada. Ella estaba acostada en la cama. Cerré la puerta.
- ¿Qué pasa? – me di la vuelta. Era Isaac.
- Que Carla está acostada aún. Va a llegar tarde.
- Carla no creo que vaya hoy a clase. Ayer, cuando te fuiste a dormir, se bebió casi media botella de Vodka ella sola con la excusa de que estaba mal por culpa de Eric.
- Vaya. Y hoy no se puede levantar, ¿no? Menos mal que mamá se ha ido ya y no lo sabe.
- Si que lo sabe. – dijo mientras miraba al suelo. – Ayer llegó antes de lo que esperábamos, y nos pilló con las manos en la masa. Pero no nos dijo nada. Nos mandó a acostar y a Ben y Edgar los mandó a cada uno para su casa, porque llevaban también una buena cogorza.
- Si es que no sabéis beber. No os controláis. Yo cuando vi que ya me estaba pasando, me fui a dormir. Lo mismo teníais que haber echo vosotros.
- La verdad es que si. Nos hubiéramos ahorrado muchos problemas. Ayer mamá no nos dijo nada, porque Carla iba bastante mal, pero en la comida de hoy no nos escapamos. Algo nos va a decir.
- Seguro.

Fuimos cada uno a nuestra habitación a por las mochilas. Además, cogí mis gafas de sol para el recreo, porque aunque me hubiera pintado, se me notaban las ojeras y esos ojos de resaca que no se podían quitar con ningún maquillaje.
Ese día no nos fuimos en moto a clase, porque Isaac me dijo que no estaba como para conducir. Lo entendí. A penas habría dormido cuatro horas.

Al llegar al instituto, Isaac se dirigió a su clase y yo a la mía. En la puerta me estaban esperando Nanni y Auro. Entramos las tres en clase, y ya estaban allí todo el mundo sentado. Auro y Nanni se sentaron juntas y Fanny me llamó para que me sentara al lado de ella ya que estaba sola. Mis amigas pusieron cara de no comprender nada, pero yo apenas les hice caso. Además, para estar sentada sola, mejor estaba con Fanny. Así podía conocerla algo mejor.
- ¿Qué tal Leire? En el recreo te podrías venir con nosotras, ¿o no?
- No sé. Supongo que me iré con mis amigas, aunque luego podría pasarme por la cafetería para estar un rato con vosotras.
- Vale, me parece bien. Pero recuerda, ven sola, porque Auro no me cae muy bien. – se quedó mirándola mientras que le ponía cara de asco.
- ¿Y eso? ¿Por qué no te cae bien? Es muy buena chica. Además, cambiarías de opinión si la conocieras.
- Ya, pero prefiero no conocerla. Tiene pinta de ser igual que Carla, y no me apetece tener otra de esas chicas en mi vida, porque con una me sobra. – dijo Fanny mientras se tocaba las manos.

La clase comenzó. La profesora nos dijo que les diéramos las redacciones que nos había mandado para hoy. Me dijo que si podía recoger los trabajos. Me levanté y fui mesa por mesa para recogerlos. Cuando llegué a la mesa de Ben y Edgar, éste último me guiñó un ojo. Cuando me dio la redacción me dijo sin apenas alzar la voz “luego quiero hablar contigo”. Yo, simplemente, asentí con la cabeza y seguí recogiendo los trabajos. Se los entregué a la profesora y me senté en mi sitio.

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domingo, 24 de mayo de 2009

¿Actué bien?

Ahí estaba Edgar apoyado en el marco de la puerta.
- ¿Qué haces aquí? – le pregunté.
- ¿Puedo pasar? – me dijo mirándome con cara de niño malo.
- Claro. Pasa. – entró y cerró la puerta. – ¿Ahora te puedo preguntar ya qué haces aquí?
- Si, claro. Vengo a que me des tu número de teléfono, me lo has prometido en el ascensor. – mientras decía esto se mordió el labio.
- ¡Ah! Ya se me había olvidado. Espera. – cogí un papel que había en mi escritorio. Estuve a punto de escribirle mi verdadero número, pero pensé que estaría bien hacerle sufrir, por lo que me inventé uno. – Aquí está.
- Gracias Leire. Por cierto, te podrías haber quedado algo más de tiempo ahí abajo con nosotros, ¿no?
- Si, pero es que si me quedo seguro que me convencéis para que siga bebiendo, y ya voy demasiado mareada. – dije mientras intentaba sentarme en el borde de la cama, pero calculé mal y me caí al suelo. Enseguida vino Edgar y me ayudó a levantarme y a sentarme en la cama. - ¿Ves? No puedo beber más.
- La verdad es que vas un poco… - se empezó a reír.
- No te rías, que a mí no me hace ninguna gracia. – le di un manotazo en el brazo.
- Es una lástima que no quieras estar con nosotros abajo más tiempo, porque esta noche me lo he pasado muy bien contigo. – se sentó al lado mío.
- Me alegro. Yo también me lo he pasado bien. – le sonreí tímidamente.
- ¿De verdad? – se acercó algo más a mi. Estaba demasiado cerca. Podía oler su colonia, ver de muy cerca sus preciosos ojos verdes y poder observar como me apetecía en esos momentos besar esos jugosos labios.
- Si, de verdad. – sentí de nuevo que mis mofletes adquirían un tono sonrojado.
- Ya te estás ruborizando de nuevo. – sentía que lo hacía a propósito. Él seguro que sabía de sobra que me gustaba.
- Si, es que soy muy vergonzosa. – miré al suelo.
- Por eso eres tan guapa… Buenas noches. – se acercó y me dio un beso en la mejilla, aunque algo cerca de mis labios.
- Buenas noches. Hasta mañana. – se levantó y se fue.

Él sabía de sobra que me gustaba, por eso creaba todas esas situaciones en las que yo enseguida me ponía colorada. Pero no entendía porque lo hacía. Le gustaría verme como me ponía nerviosa ante sus encantos. Pero no se podía poner tan cerca de mí, y después darme un simple beso en la mejilla, porque quien hubiera visto esta escena desde fuera hubiera pensado que después de esa conversación venía una beso. Yo se lo hubiera dado, pero no era tan tonta como para arriesgarme, porque seguramente él me hubiera apartado la cara, ¿o no? No lo sé. Estaba muy confusa. Pero pasara lo que pasase iba a esperar a que fuera él el que me diera el beso, no iba a caer en su trampa, aunque pensaba que eso nunca iba a suceder. Pero no podía aguantar más este tipo de situaciones, me ponía enferma.
Por otro lado, no se si había actuado bien dándole un número falso. Por su culpa, había sufrido durante bastantes años, y más estos últimos días, por lo que se lo merecía. Ahora me tocaba a mí ser la mala de la película. Además, no pensaba que nunca me fuera a llamar.
Me acosté. Aún les oía abajo reírse y hablar más alto de lo normal, pero duró poco porque en apenas unos minutos me dormí.

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sábado, 23 de mayo de 2009

Una cena no muy tranquila

Abrí la puerta de casa. Isaac estaba en la cocina preparando la cena, mientras que Ben ponía la mesa. “Que chicos más apañados” pensé. Dejamos las bolsas en la encimera de la cocina. Isaac se alegró al ver tantas cervezas. “Esta noche va a ser buena” dijo Ben.
Nos sentamos todos alrededor de la mesa. Mi hermano había echo para cenar unas pizzas que mi madre guardaba en el congelador para casos como estos. Nos abrimos cada uno una lata de cerveza y entre risas se nos hizo las once de la noche y con todas las cervezas vacías encima de la mesa.
- Ya sabía yo que al final Leire iba a beber algo más de una cerveza. – dijo Edgar. La verdad es que llevaba dos, es decir, me había bebido un litro. Iba bastante mareada.
- Si es que te puedes fiar poco de mi hermana. – dijo Isaac mientras recogía la mesa. Quería ayudarle, pero no me atrevía a levantarme.
- ¿Cuándo va a venir Carla? – pregunté mientras apoyaba la cabeza en mi brazo que se encontraba encima de la mesa.
- Eso, eso, ¿cuándo va a venir Carla? Porque está tremenda… - dijo Ben resoplando.
- Los tíos siempre pensando en lo mismo. Vosotros si que sois todos iguales. – dije sin levantar apenas la cabeza.
- Eso no te lo crees ni tú. – era Edgar, que me miraba desafiándome.
- Pero si habéis comprado Vodka también. – dijo Isaac mientras sacaba la botella de una bolsa de plástico. Puso unos vasos de chupito encima de la mesa. – Pues habrá que abrirla, ¿no?
- Hacer lo que queráis, pero conmigo no contéis porque mañana hay clase y ya me he pasado. – no quería pasarme, aunque ya lo había echo. Pero no quería perder más el control.
- Va, Leire, no me falles ahora, que lo estamos pasando bien. – era Edgar, y estaba claro que así no me podía negar. Este chico me iba a matar algún día.
- Esta bien, pero solo uno, y me voy a acostar.

Nos bebimos todos uno de golpe. Era lo más malo que había probado en mi vida. No entendía como me había dejado convencer. Puse cara de asco, e Isaac soltó una risotada. Tendría que ser gracioso verme la cara que ponía cuando algo no me gustaba. No lo podía remediar, me salía solo.
Me levanté para irme a la cama como había prometido, pero en ese instante alguien abrió la puerta de casa. Guardamos corriendo todo en una bolsa y lo escondimos debajo de la mesa, y nos sentamos alrededor de la mesa como si estuviéramos tranquilamente charlando del instituto. “Por favor, que no sea mamá” pensé.
Nos quedamos mirando todos hacia la puerta para saber quien había entrado en la casa. Y como siempre, Carla hizo una espectacular entrada. Todos resoplamos como símbolo de tranquilidad, y volvimos a sacar todo de debajo de la mesa.
- ¿Qué estáis haciendo? - preguntó Carla mirándonos a todos.
- Pues lo que ves, tomándonos aquí unos chupitos en plan amigos. ¿Te apuntas, hermanita? – era Isaac. Iba bastante contento y eso se le notaba porque no paraba de mirar a Carla de arriba abajo. Aunque fueran hermanos, siempre he pensado que si no hubiera esa relación de parentesco, Isaac le encantaría salir con Carla.
- Bueno, me vendrá bien para relajarme, porque con Eric cada vez estoy peor.
- Pero si me dijiste que no estabas con él, ¿no? – pregunté intrigada.
- Claro que no estoy con él, pero no para de pedirme que por favor volvamos, que no puede vivir sin mí. – dijo Carla mientras se llenaba un vasito de Vodka y se lo bebía de un trago sin poner cara de desagrado.
- Dile que no, que así estás muy bien, Carla. – era Ben. Estaba claro que algo le gustaba Carla.
- Claro que sí. Así voy a seguir. – se echó de nuevo otro chupito y se lo bebió de un trago. Yo la miraba perpleja.
- Ahora si que me voy ya. Os dejo aquí a Carla que seguro que os tiene que contar muchas cosas. – dije levantándome de la silla. – Mañana nos vemos en clase chicos. Buenas noches.

Me despedí dando un beso al aire. Isaac me dijo que ellos se quedarían un rato más. Le contesté que a mí no me importaba, pero que no se acostaran tarde por si acaso aparecía mamá antes de lo esperado, aunque no lo creía.
Me costó bastante subir las escaleras. Oí como Ben decía algo en la cocina, y todos se reían. Entré en mi habitación y me puse el pijama. Cuando estaba dejando la ropa encima de una silla oí como alguien llamó a la puerta. Sería Carla o Isaac por lo que contesté con un “adelante” sin prestar mucha atención. La puerta se abrió y me giré.

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viernes, 22 de mayo de 2009

En el supermercado

- Pues vamos en un momento al supermercado y compramos algunos litros. – propuso Edgar.
- Eso estaría bien, pero Ben y yo estamos en pleno partido. – dijo Isaac. Me estaba temiendo lo peor. – Leire, acompaña a Edgar, anda, y te dejo que bebas cerveza.
- Yo no quiero cerveza, pero le voy a acompañar igualmente.
- Claro eso dices ahora. Gracias Leire.

Nos levantamos los dos y salimos a la calle. No sabía de qué podía hablar con él. El supermercado estaba debajo de mi casa, por lo que no tuvimos que andar mucho. Entramos, cogimos un carro y nos fuimos directos a la sección de las bebidas.
- ¿Qué compramos botes, o botellas de litro? – le pregunté. De algo tendríamos que hablar, ¿no?
- Yo creo que mejor botes de medio litro, ¿o qué? Porque tú vas a querer, ¿o no? – me miró directamente los ojos. Con esa cara no podía decirle que no.
- Si, alguna me beberé. – le dije sonriendo.
- Ya sabía yo que… - dijo riéndose. – Todas sois iguales, decís que no os gusta, que no queréis y luego sois peores que nosotros.
- Eso no te lo crees ni tú. – le dije a la vez que le daba una colleja.
- Entonces, cogemos doce botes. – dijo echando las latas al carro que habíamos cogido.
- Vale, aunque yo creo que va a sobrar.
- No sabes con quién estás hablando. – dijo acercándose a mi cara. Mis mofletes estaban cogiendo algo de color, porque notaba el calor en mi piel. – Creo que te estoy intimidando.
- Un po poco. – dije tartamudeando. Siempre me pasaba cuando me ponía muy nerviosa.
- Si es que eres más guapa... – me cogió de la mandíbula con una de sus manos y me dio un beso en la cara. – Ahora sí que estás roja. Me encanta. – me soltó sonriendo.

Cogió el carro. Yo seguía parada en el mismo sitio donde había estado los últimos minutos. ¿Por qué hacía eso? Me había dicho que era guapa, y encima había comentado como si nada “Me encantas”. A una persona que no te gusta no le dices semejantes palabras. Día a día, Edgar conseguía confundirme un poco más.
Le perdí de vista. Se había ido con el carro, y yo aún permanecía en la sección de bebidas. Me fui hacia la caja, porque supuse que estaba pagando, aunque allí no lo encontré. Lo busqué y lo encontré en la sección de bebidas alcohólicas. “No te pases, Leire, aquí no caigas”. Otra vez estaba ahí mi conciencia diciéndome lo que debía y no debía hacer.
- ¿Qué haces aquí, Edgar?
- He pensado que para después de la cena podíamos bebernos algunos chupitos de algo. ¿Qué piensas? – dijo mientras miraba las diferentes bebidas que había en aquella sección.
- ¿Quieres saber lo que pienso? Pienso que mañana hay clase, y no es un buen plan. – dije mirando hacia ambos lados de aquel pasillo. Es el supermercado en el cual mi madre compraba todos los días, y la gente me conocía. No quería que ningún vecino me viera, y se lo dijera a mi madre. Aunque a aquellas horas, apenas había gente en aquel sitio.
- Yo pienso que es un plan estupendo. – dijo mientras cogía una botella y la metía en el carro. Cuando la dejó pude ver que era Vodka.

Fuimos hacia la caja. Seguramente nos pediría el DNI, porque justamente la cajera que había era un poco antipática. Además, a mí me conocía y sabía que tenía 15 años. Pusimos las cosas en la cinta. Cuando vio todo aquello se nos quedó mirando. Vi como Edgar le ponía ojitos y ella cobró las cosas sin decirnos nada más. Cogimos las bolsas y nos fuimos para casa.
- Te has querido ligar a la cajera, que te he visto. – le dije mientras cogíamos el ascensor.
- Era por una buena causa, aunque si hubieras estado tú te hubiera pedido hasta el móvil. – dijo mientras apretaba el botón del ascensor y soltaba una risotada – Por cierto, luego me das tu número que no lo tengo.
- Claro, porque nunca me lo has pedido. – dije mientras las puertas del ascensor se abrían. Me cogió del brazo antes de que pudiera salir. Me giré y me quedé mirando el brazo que me estaba agarrando.
- Pero me lo darás, ¿no? – dijo mirándome a los ojos.
- Si me sueltas, puede que sí. – me soltó de inmediato. Salí del ascensor mientras él me seguía.

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miércoles, 20 de mayo de 2009

Buena cena nos espera.

- ¡Dani!
- Hola Leire, que alegría verte. – enseguida se levantó a darme dos besos. - ¿Qué haces tú por aquí?
- Aquí, con unas amigas a ver la película. – señalé a Fanny y las demás. El giró la cabeza para ver de quien se trataba.
- ¿Vienes con Fanny?
- ¿La conoces? – pregunté intrigada.
- Sí…pero no mucho. – dijo agachando la cabeza. ¿Qué pasaba con Fanny que todo el mundo la conocía? – Bueno, más vale que te vayas sentando porque la película va a empezar.
- Vale. Me alegro de verte, Dani. Cuídate.
- Hasta luego, Leire.

Vi como llegaba una chica al lugar donde estaba Dani. Supongo que sería su novia, o tan solo una amiga. Era un chico muy simpático, pero me había dejado intrigada respecto a lo de Fanny.
Cuando terminó la película, dirigí la mirada hacia donde estaba sentado Dani, pero allí no había nadie. No había visto cuando se había ido. Me entristeció que no se hubiera pasado por mi lado para despedirse. “Tendría prisa” pensé.
Nos levantamos y nos fuimos dirección a casa.
- La película ha estado muy bien. – dijo Karen.
- Si, y sobretodo el protagonista, que como estaba… - dijo Raquel.
- Tampoco era para tanto. – dijo Jess.
- Pues yo le hacía algún que otro favor, la verdad. – dijo Fanny. -¿O no, Leire?
- ¿Eh? Sí, claro. – no sabía ni de lo que estaban hablando.
- Por cierto, ¿de qué conoces tú a Dani? – me preguntó Fanny.
- Mira por dónde, yo te iba a preguntar lo mismo.
- Pues conozco a Dani porque estuve saliendo algún tiempo con él. – INCREIBLE. – Pero me dejó y se fue con Carla. – ahora sí que era increíble. ¿Dani había estado con mi hermana? De lo que se entera una. - ¿La conoces?
- ¿Qué si la conozco? Es mi hermana. – no sabía muy bien si lo tenía que haber dicho.
- Qué pequeño es el mundo, ¿no? – dijo Jess mirando sorprendida a Fanny.
- Si, la verdad es que si. Pero yo no soy como Carla. – añadí yo antes de que pudieran decir algo.
- Eso espero. – dijo Fanny con una sonrisa malévola en sus labios.

No comentó nada más con respecto a Carla. No estaba del todo segura, pero pensaba que mi hermana no le caía del todo bien a Fanny y a sus amigas. Y era normal, si le iba quitando los novios a todo el mundo… ¿Entonces no había estado solo con Eric? Yo siempre había pensado que sí.
Cuando llegamos al parque nos despedimos todas y cada una se fue dirección a su casa. No era tarde, tan solo las ocho de la tarde. Me podría pasar por casa de Nanni para ver si aún estaban allí, pero no tenía ganas de volverles a mentir, por lo que descarté ese plan. Así que me fui directa a mi casa.
Cuando llegué aún estaban en el salón Isaac junto con Ben y Edgar. No me acordaba de ellos. Tenía que intentar hablar con Edgar sin ponerme roja y sin que mi corazón se acelerara cada vez que él me mirara o me dirigiera una simple palabra.
- Hola chicos, ya estoy aquí. – dije mientras me sentaba en una silla. Al lado de Edgar había un sitio libre, pero no fui capaz de estar tan cerca de él. “Poco a poco, Leire” pensé.
- Hola, enana. Has llegado pronto, ¿no? – dijo Isaac sin apenas mirarme. Estaba demasiado concentrado en el partido de fútbol que estaba jugando contra Ben.
- Hombre, pues son las ocho y cuarto ya, la verdad. – dije mientras jugueteaba con mi pelo. Sentía los ojos de Edgar clavados en mi cara.
- Como pasa el tiempo, joder. – dijo Ben.
- En nada nos vamos a ir Ben, que ya es tarde. – comentó Edgar.
- ¡Eh, tíos! – dijo Isaac mientras ponía en pausa el partido. – Os podríais quedar a cenar, que mi madre no está.
- ¿Y dónde se ha ido? – pregunté intrigada.
- Se ha ido a casa de Rita, que le ha llamado diciéndole que estaba de depresión y se iban a ir a cenar fuera.
- ¿Y Carla? – volví a preguntar.
- Joder, que preguntona estás hoy, enana. Ha aprovechado que mamá no está y se ha ido a cenar con Eric a su casa, que sus padres tampoco estaban.
- Vaya. – dije temiéndome en lo que iba a pasar como mi madre se enterara de eso. No le gustaba que saliéramos cuando al día siguiente teníamos clase.
- Así que, os podéis quedar a cenar, que a Leire no le importa, ¿verdad? – dijo Isaac mirándome con cara amenazante.
- A mí me da igual, chicos. Os podéis quedar. – dije mirando directamente a Edgar.
- ¿Tenéis cervezas Isaac? Que esta serie de cenas, se hacen con cerveza, si no pierden su gracia. – dijo Ben riéndose.
- Pues no sé. Leire, mira haber si hay, por fa.

Me levanté y me fui a la nevera. La abrí. Revisé todos los estantes, y tan solo había dos cervezas. Me dirigí de nuevo al salón y se lo comenté a Isaac.

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martes, 19 de mayo de 2009

Vergüenza.

Miré el reloj: las cinco menos cinco. Ben y Edgar estaban al caer. Me empecé a poner nerviosa. ¿Por qué? No había motivos para estar nerviosa, tan solo venían dos amigos de Isaac. “Si, pero uno de los amigos te gusta mucho, recuérdalo Leire.” “Cállate” dije en voz alta dirigiéndome a mi misma.
Llamaron al timbre. Pude oírlo desde mi habitación. Ya me estaba volviendo otra vez a poner nerviosa. No sabía que hacer. Respiré hondo y abrí la puerta de mi cuarto. Bajé las escaleras despacio viendo donde pisaba en casa momento. En el salón vi que estaban Edgar y Ben junto con Isaac montando la consola. “Si paso rápido, ni me verán” pensé. Me dirigí sin decir palabra hacia la puerta.
- Leire, ¿dónde vas? – MIERDA, era Isaac. Ya no había escapatoria. Tenía que acercarme a donde estaban ellos.
- Hola chicos. Isaac, es que he quedado y me voy al cine.
- ¿Con quién? - ¿qué debía de contestar? Tarde o temprano se iban a enterar.
- Con Fanny y sus amigas.
- ¿Con Fanny? – preguntó Edgar con intriga.
- Si, ¿qué pasa?
- Nada, nada. No pasa nada. – dijo mirando al suelo. Era un poco extraño que hubiera tenido esa reacción.
- Bueno, pues nada Isaac, me voy, ¿vale? Que ya llego algo tarde. Que paséis una buena tarde, chicos.
- Hasta luego, Leire. – se despidió Ben.

Me fui cerrando la puerta de una forma sonora. Me pareció algo raro que Edgar preguntara que si me iba con Fanny. No sabía por qué lo había hecho, pero me iba a enterar.
Cuando llegué al parque, aún no había nadie allí. Pero me hicieron esperar poco, porque a los pocos minutos apareció Fanny rodeada de un grupo de unas tres chicas. Me empecé a poner nerviosa. Era muy vergonzosa, y más con gente que no conocía de nada.
- Hola Leire, ¿qué tal? Mira, te presento a Raquel, Jess y Karen. – cada una de las amigas de Fanny me dieron dos besos. Se parecían las cuatro mucho en la forma de vestir, y en los complementos que llevaban: falda, camisetas ceñidas marcando su figura, y bolso a juego.
- Hola chicas. Encantada de conoceros. No sabía muy bien si venir o no, porque me daba algo de vergüenza. – dije mirando al suelo.
- Que tonta eres, Leire. – me dijo Fanny agarrándome por el hombro. – Más vale que nos vayamos ya para el cine, porque o si no llegaremos tarde a la sesión de la película que queremos ver.

Nos dirigimos hacia el centro comercial. Me sentía un poco incómoda con ellas, porque las tres hablaban de temas en los que yo no podía opinar. Además, me sentía mal porque había mentido a mis amigas, y eso no era propio de mí. Pero seguro que Nanni y Auro quedaban por su parte a solas, y no me llamaban. No estaba del todo segura de que eso fuera cierto, pero lo pensaba. Me habían hecho algunas cosas, como lo de no cogerme ninguna de las dos el móvil el domingo, y eso corroboraba mis ideas de que me mentían.
Cuando llegamos a los cines, las chicas eligieron una película que no había oído anunciar, aunque ellas me dijeron que habían oído comentarios de ella de que estaba bastante bien. Entramos y nos sentamos en donde nos dijo el acomodador. La sala no estaba demasiado llena. A unos asientos más adelante pude ver a un chico que me sonaba su cara, pero no sabía relacionar de qué. Empecé a pensar… ¡Claro! Ya sabía de qué lo conocía. Me acerqué hasta él y le llamé tocándole en el hombro:

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lunes, 18 de mayo de 2009

Mentiras.

Cuando salí de clase, me despedí de mis amigas y casi sin decir nada más me fui hacia donde mi hermano había aparcado la moto. No lo había visto en toda la mañana. Pero allí estaba, junto con Ben. Miré alrededor, pero no veía a Edgar por ninguna parte.
- Hola chicos. – dije alegremente.
- Hola Leire, ¿cómo estás? Es que me ha dicho Edgar que ayer te encontrabas un poco mal – ¿por qué se lo había contado Edgar?
- Bien, gracias, ya estoy mejor. – Isaac me miró con cara extraña, pero no dijo nada. – Por cierto, ¿dónde habéis estado toda la mañana? Porque no os he visto por clase, y a ti, Isaac, no te he visto en el recreo.
- Es que Edgar se encontraba algo mal y se ha ido a casa, y nosotros nos hemos escaqueado y hemos estado en el bar de enfrente del instituto tomándonos unas cañas. – se sinceró Ben.
- ¿Toda la mañana? Vaya, si que perdéis vosotros el tiempo… - miré al suelo porque no me quería topar con la mirada que Isaac seguro que me estaba echando en ese momento.
- Bueno, Ben tío, nos vamos a casa a comer, ¿te veo esta tarde? – dijo Isaac.
- Si, esta tarde me paso por tu casa y echamos una play.
- Echo. Allí te espero.

Nos pusimos los cascos. Esperaba que aunque Isaac se hubiera tomado unas cervezas, estuviera en condiciones como para llevar la moto. No le noté nada extraño, por lo que me subí tranquila.

Mientras Isaac aparcaba la moto en el garaje, yo entré en casa. Saludé a mi madre que estaba en la cocina y subí al cuarto a dejar las cosas. Bajé a la cocina, donde ya estaban todos poniendo la mesa. Me eché un vaso de agua y me senté en la mesa.
- ¿Qué tal las clases hoy, hijos? – preguntó mi madre mirando a todos.
- Muy bien, mamá. A Isaac también se le han dado bien, ¿verdad? – le dije mirando a Isaac, y éste me contestó dándome un pisotón que hizo que pegara un blinco.
- Claro. – dijo sonriendo para que mi madre no percibiera nada extraño.
- ¿Y a ti Carla, cariño? – dijo mirándola.
- Muy bien, mamá. Un poco ya agobiada con el tema de la selectividad. Todos los profesores nos están agobiando ya para que no nos dejemos.
- Eso está muy bien. Este curso tienes que ponerte las pilas, ¿eh?
- Si, mamá, no te preocupes, que lo voy a sacar todo y con buena nota. – mi madre asintió satisfecha.
- Por cierto mamá, está tarde vendrá a casa Ben y a lo mejor Edgar a pasar la tarde aquí, ¿vale? – miré a Isaac desconcertada. Edgar no estaba dentro del plan.
- Muy bien Isaac.

Cuando terminé de comer me fui a mi cuarto. Me tenía que arreglar para la tarde. A las cinco y media había quedado con Fanny en el parque. En ese momento sonó el teléfono de casa. Como tenía un inalámbrico en mi habitación lo cogí yo:
- ¿Sí?
- ¿Leire? – una voz masculina que preguntaba por mí, eso si era raro.
- Si, soy yo. ¿Quién eres? – pregunté intrigada.
- Hola, soy Edgar. – no me lo podía creer. - ¿Está Isaac por ahí? – que preguntara por Isaac ya era más normal.
- Esta abajo, en el salón. Espera que le llamo.
- No, da igual, no te molestes. Era para decirle que esta tarde me apunto al plan que tenían pensado.
- Pues el plan que tenían pensado era que Ben se viniera aquí a casa para echar unas partidas a la videoconsola.
- De acuerdo, pues sobre las cinco estaré allí. Díselo, ¿vale?
- Claro, ahora mismo se lo digo.
- Hasta luego Leire. Luego te veo.

Colgó. Bajé al comedor a decírselo a Isaac. Edgar iba a estar en mi casa a las cinco, aunque yo me iba a ir poco después. Mejor. Así no tendría tiempo de estar con él. Lo prefería. Cuanto antes me olvidara de él, mejor.
Volví a subir a la habitación, pero no pude cambiarme de ropa porque el teléfono volvió a sonar.
- ¿Sí? – volví a decir.
- Hola Leire, soy Nanni. Oye, ¿te apetece venirte esta tarde a mi casa? Ya se lo he dicho a Auro y le parece bien. Así hacemos tarde de chicas: vemos una peli, comemos palomitas, hablamos de chicos…vamos, lo de siempre. ¿Te apuntas? - ¿y ahora que hago? Tenía que mentirle obligatoriamente. No quería, pero no había otra salida.
- Pues la verdad es que no me encuentro muy bien, Nanni. Me duele bastante la cabeza, y quería acostarme un rato.
- Bueno, pues acuéstate y luego te vienes, ¿o qué? – me lo estaba poniendo muy difícil.
- No, de verdad. No pasa nada, quedar vosotras, y ya me apuntaré yo a la siguiente, ¿si?
- De acuerdo. Mejórate y mañana nos vemos. Un beso L.
- Hasta mañana N.

Desde que nos conocimos nos gustaba llamarnos por la inicial de nuestro nombre, pero a la altura que íbamos creciendo, esa costumbre iba desapareciendo.
Por fin, pude cambiarme. Para esa tarde elegí unos pantalones pitillo, y una camiseta larga bastante resultona. Me pinté un poco. Quería estar guapa para las amigas de Fanny. Esperaba que les cayera bien también a ellas, pero no estaba del todo segura.

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Siento deciros esto...

Como bien dice el título de la entrada, siento deciros esto. He tenido que quitar el chat de mi blog porque la gente me estaba insultando por él: se hacían pasar por mí, insultaban a la gente que me apoyaba (Eva, no te preocupes, me has ayudado mucho y te lo agradezco. Un beso muy fuerte para tí. Eres la mejor y sigue así, que eres una magnífica persona)... Y eso ya no podía consentirlo, por lo que ha sido borrado de mi blog. Quiero decir a los blogs a los que sigo, que yo NUNCA les dejaré un comentario en nigun chat, ya que si comento sobre la entrada o el blog lo haré en un comentario en la respectiva entrada del día. Me siento obligada a abandonar por una temporada el blog. No sé cuando volveré, pero es que hoy en el chat ha habido unos serios problemas, ya que una serie de personas (aunque pienso que era la misma pero cambiando los nombres y utilizando nombres de blogs que no tenían nada que ver) me han acusado de que mi novela está copiada de otro blog, lo cual no es verdad. Porque el nombre del blog que han puesto el cual saco (según ellos) mis entradas, se ha buscado y no exite. Siento esta entrada. Lo que estoy escribiendo me está costando mucho, ya que durante estas últimas semanas he estado muy agusto contando mi novela y algunas de mis anécdotas. Os he cogido cariño en muy poco tiempo, y se me va a hacer muy duro dejar el blog estancado. Pedir perdón de nuevo a toda la gente que me sigue y que se va a sentir un poco decepcionada con la decisión que he tomado (que algunos pensarán que es de cobardes, mientras que otros pensarán que es la adecuada). Espero que sea la correcta, y no me haya equivocado. Y a toda la gente que mediante insultos y más insultos me han hundido, decirles que lo han conseguido. Han conseguido que mi blog pase a la historia, que mi novela deje de escribirse y publicarse aquí, y quitarle el sueño a una persona normal, el cual era que mucha gente disfrutara con mi forma de escribir y con mis personajes. Un beso para mis seguidores. Siempre con vosotros. LEIRE. PD: Deciros que seguiré visitando vuestros blogs y comentándoos como siempre he hecho, porque en eso no voy a dejaros.

domingo, 17 de mayo de 2009

Nueva amiga

Por fin el recreo. Salimos las tres y nos sentamos en el banco en el que teníamos por costumbre pasar el rato.
- ¿Sabéis qué? – dijo Nanni de repente. – Ayer me llamó Hugo.
- ¿Mi hermano? ¿Y qué quería? – preguntó Auro extrañada.
- Quería ir conmigo hoy al cine.
- ¿Y tú quieres? – le pregunté.
- Claro que quiero, pero no quiero darle pie a que piense que puede volver a tener algo conmigo, porque no estoy segura de lo que siento.
- Pues entonces dile que hoy no puedes, que esta semana la tienes ocupada. Queda con él la semana que viene, así tienes varios días para pensarlo con más paciencia. – tan solo era un consejo, que luego ella decidiera lo que era más conveniente.
- Creo que haré eso. Gracias Leire.


Seguimos almorzando. En todo el recreo no vimos a ninguno del grupo de Carla ni de Isaac. Claro, estarían como siempre en la cafetería. Vi a lo lejos que Cynthia se dirigía hacia el lugar donde estábamos sentadas nosotras.
- Leire, ¿puedo hablar contigo? – dijo Cynthia cuando llegó.
- Si, claro. Disculparme chicas, ahora vengo. – nos fuimos un poco apartadas de mi amigas. - ¿Qué quieres?
- ¿Sabes dónde está Edgar y Ben?
- ¿Edgar y Ben? ¿Yo? No, ¿por qué me lo preguntas a mi y no, por ejemplo, a Isaac?
- Ya se lo he preguntado, y él no sabe nada. Además, como esta mañana te he visto que has estado hablando con él, he pensado que a lo mejor te había dicho algo.
- No, que va. No tengo ni idea de donde puede estar.
- Bueno, pues gracias de todos modos. Hasta luego.

Se fue. Buscaba desesperadamente a Edgar por todas partes. Supongo que tendrían que hablar sobre lo que había ocurrido el viernes, o sobre el rumor que se había difundido por casi todo el instituto. Pero me daba igual, no me importaba nada de nada.

Cuando sonó el timbre nos fuimos para clase. Tocaba biología, que era la asignatura que más me gustaba, y más cuando nos tocaba estar en laboratorio como hoy. Íbamos a diseccionar a un pez, para ver el aparato reproductor, así como para estudiar sus vísceras.
Entramos al laboratorio, y la profesora asignó a cada uno en un banco de trabajo. Me tocó al lado de Fanny, una chica de clase de este año con la que apenas hablaba.
- Hola Fanny, soy Leire. Espero que nos salga bien la práctica de hoy.
- Nos va a salir de lujo, ya lo verás. Hice lo mismo el año pasado.
- ¿Es que has repetido? – le pregunté.
- Sí, iba mal en matemáticas y lengua, y al final, como no las aprobé, pues me hicieron repetir.
- Vaya…
- Bueno, vamos manos a la obra, que cuanto antes empecemos, antes terminaremos. – dijo sonriéndome.

La práctica nos salió muy bien. La profesora nos felicitó por ellos, por lo que me sonrojé ya que lo dijo delante de toda la clase. Menos mal que Edgar no estaba presente, porque me había puesto de los nervios.
- Leire, por cierto… - dijo Fanny una vez estábamos fuera del laboratorio. - ¿te apetece venir con mis amigas al cine esta tarde?
- ¿Con tus amigas? – pregunté sin saber muy bien que me iba a contestar.
- Si, claro. Es que me has caído bien, y he pensado que a lo mejor te apetecía venirte un rato, pero que si no quieres no pasa nada, ya quedaremos otro día.
- No, si me parece bien, lo que pasa que iba a quedar con mis amigas esta tarde. – no era del todo seguro.
- ¿Con Nanni y Auro? Es que Auro no me cae muy bien…- dijo mirando para otro lado.
- Am, pues entonces iré yo sola, no te preocupes.
- Vale, genial. Pues a las cinco y media en el parque, ¿de acuerdo?
- Allí estaré. – dije sonriendo.

Nunca había hablado con Fanny y de repente me había invitado a ir al cine con ella y sus amigas. Ni siquiera sabía quien eran sus amigas, porque nunca me había fijado con quien se juntaba. No le iba a decir a mis amigas que había quedado con Fanny, porque no le podía decir a Auro que no le caía del todo bien, pero no era del todo seguro que esta tarde quedáramos para ir al parque.

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viernes, 15 de mayo de 2009

Aún martes.

El despertador otra vez. No me podía deshacer de él, me seguía a todas partes. Cada vez que me despertaba con su peculiar “rin” me daban unas ganas horribles de estamparlo en la pared. Pero sabía que eso no era buena idea, porque a parte de que a mi madre no le haría mucha gracia, después me tendría que comprar otro que, seguramente, sería mucho peor que este.
Sabía que esto rondaba por mi cabeza porque no quería darme cuenta de que había llegado el martes y que hoy tenía que volver a ver a Edgar. Ahora no quería pensar en eso, por lo que me levanté de un salto y fui al baño a ducharme. Me puse una falda y una blusa simple de tirantes, que estrenaba hoy.
Bajé a la cocina. No había nadie allí. Mi madre se había vuelto a ir sin despedirse de mí. Odiaba que hiciera eso. Mis hermanos tampoco estaban, por lo que supuse que estarían arriba arreglándose para irse a clase. Me bebí un vaso de zumo en diez segundos. No podía entretenerme más tiempo. Llegaba un poco tarde.
Enseguida bajo Carla corriendo por las escaleras diciendo algo que no entendí muy bien lo que era. Abrió la puerta de la calle, y se fue. No me dijo ni un simple “buenos días”. “Si es que Carla no cambia” pensé. Subí a la habitación a por la mochila y me encontré a Isaac por el camino. Me dijo que cogiera los cascos porque hoy nos íbamos a ir en moto otra vez. La verdad es que lo prefería, porque no nos sobraba el tiempo.
Cuando llegamos al insti, Isaac me dijo que si veía a Dafne le dijera que en el recreo quería hablar con ella, pero en el camino hacia clase no la encontré. La verdad es que no sabía quién pasaba por mi lado, porque iba mirando al suelo.
De repente me tropecé con alguien y me caí al suelo. Ese alguien me ayudó a levantarme, y cuando alcé la cabeza me topé con su mirada. No había duda, era él: Edgar.
- Lo siento, Leire, no te había visto. ¿Te has hecho daño?
- No, no, tranquilo. No pasa nada. Estoy bien, gracias.
- Oye, ¿por qué ayer cuando me despedí de ti no me dijiste nada? – tenía que inventarme algo que tuviera sentido, ¡y PRONTO!
- Es que no me encontraba muy bien. Me dolía la cabeza y estaba un poco mareada. – sonó convincente.
- Pero ya estás mejor, ¿no? – me preguntó preocupado.
- Si, ya estoy bien, gracias.

Me fui sin decir ni una palabra más. No estaba acostumbrada a mentir, pero no me había salido del todo mal.
Entré en clase y me senté al lado de Nanni y Auro. Ni Edgar ni Ben entraron en el aula en las siguientes tres clases. Cynthia solo hacía que mirar hacia el lugar donde Edgar tenía por costumbre sentarse.

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jueves, 14 de mayo de 2009

Triste

El rumor estaba confirmado y Carla me había dejado bien clarito que no tenía ninguna posibilidad con Edgar, ni aunque lo intentara.
Después de esto, tenía que intentar olvidarme de él como fuera. No iba a conseguir que él se fijara en mí nunca, por lo que era un poco tontería perder el tiempo intentando mediar palabra con él. Se que iba a ser difícil, muy difícil, pero, por ahora, no encontraba ninguna alternativa.
Actuaría con él de forma normal, sin cambios en mi personalidad. Pero Edgar tenía que desaparecer pronto de mi mente (aunque mi corazón no estuviera por la labor).

Carla me estuvo contando que el viernes por la noche en el parque se peleó con Eric, porque él quería volver con ella, pero Carla quería esperar algo más de tiempo. Su relación no era del todo sólida, y, a lo mejor, con un poco de tiempo, se daban cuenta de que querían seguir juntos o lo dejaban definitivamente. No sé porque me contaba a mí esto, pero la escuche atónita. Carla necesitaba desahogarse con alguien y había sido yo la elegida. Eso me hacía feliz. Siempre había querido tener una hermana que me ayudara en todo: ropa, chicos, problemas con los amigos, desagrados conmigo misma…pero con Carla eso no lo tenía. Por eso, en ese momento, me alegraba que contara conmigo para contarme sus problemas con Eric.

Cogimos las bolsas y nos fuimos para casa. Estaba reventada, y eso que habíamos echo un descanso en el bar. Cuando llegamos a casa mi madre ya estaba preparando la cena. Le enseñé toda la ropa que me había comprado. Le gustó mucho, y mi hermana sonrió por el buen trabajo que había echo.
Subí a mi habitación a colgar la ropa en el armario, y a probarme algunas prendas que no me acababan de convencer demasiado. Carla entró a mi habitación sin tocar a la puerta, como siempre, y me pilló desvistiéndome.
- ¿Qué quieres? – le dije tapándome un poco.
- Venía solo para decirte que espero que no cuentes nada de lo que hemos estado hablando en el bar.
- No te preocupes, Carla, que no voy a decir nada. Puedes estar tranquila.

Se dio media vuelta y salió por donde había entrado. Me terminé de quitar la ropa y me puse el pijama. Bajé a cenar, y cuando terminé me despedí de mis hermanos y de mi madre y me fui a dormir. Entre las clases, la redacción y la tarde de compras con Carla estaba agotada. Me quería dormir pronto, y mañana ya sería otro día.

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miércoles, 13 de mayo de 2009

Con ella

- Te puedes pedir otra, que no pasa nada, enana. No se lo voy a contar a mamá.
- No, si es que no me apetece Carla, de verdad. – dije agachando la cabeza avergonzada.
- Pues el viernes no decías eso. – me dijo apoyando los brazos encima de la mesa y fijando sus ojos en mi cara sonrojada. Solo pude sonreír tímidamente. - ¿Te ha gustado la ropa que hemos comprado?
- Sí, me encanta Carla. Muchas gracias, de veras.
- De nada, Leire. – dijo mirando al camarero que acababa de traer las bebidas.
- Por cierto Carla, tengo que preguntarte una cosa que me ha dicho Nanni.
- ¿El qué? ¿Qué pasa?
- ¿Es verdad que Edgar se lió con Cynthia el viernes? Es que Nanni te oyó decirlo.
- Sí, claro que se liaron, aunque yo no lo vi, porque no estaba en condiciones como para ver qué pasaba entre ellos. – dijo riéndose. – Pero claro, si me lo dice Cynthia…tiene que ser verdad. – el rumor estaba más que confirmado.
- ¿Y no puede ser que ella se lo haya inventado? – dije mientras le daba vueltas a la coca-cola con la pajita.
- No creo, ella no es así. Oye, ¿y por qué preguntas tanto? ¿Tanto te interesa este tema?
- No, claro que no, pero…
- Ya lo entiendo, todo encaja enana. A ti te gusta Edgar. – dijo satisfecha del descubrimiento que acababa de hacer. No tenía escapatoria, mi hermana me había pillado. Era tontería negarlo, porque se me notaba demasiado.
- No es que me guste mucho, pero me hace gracia. - ¡MENTIRA! ¿Cómo podía mentir de esa manera?
- Si es que Edgar es muy guapo, pero Leire, olvídate de él. Chicos como él no se fija en chicas…como tú.
- ¿Cómo dices? ¿Chicas como yo? ¿Qué problema tengo?
- Ninguno. Bueno, si, demasiados. Lo primero que no eres popular y no creo que lo seas nunca. Ser popular no es fácil, y no se es de un día para otro. Enana, olvídate. – me acababa de dejar por los suelos. Agradecía a Carla por lo que había hecho por mi esta tarde, pero lo que me acababa de decir no había estado nada bien. Mi autoestima estaba por debajo del suelo, e iba a tardar bastante tiempo en que subiera algún peldaño.

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De tienda en tienda

Carla abrió sin que yo le contestara para que pudiera pasar. Ella era así.
- Dime Carla, ¿qué quieres? – le pregunté sin desviar la vista del ordenador.
- Que había pensado que podíamos ir ahora de tiendas, ¿no? Bueno, si no tienes nada que hacer, claro.
- Vale, por mi bien. Acabo de terminar una redacción que tenía para mañana y me había conectado un rato haber si había alguien, pero tu plan me parece mejor. – le sonreí.
- Pues venga, no tardes. Te esperó abajo.

Asentí con la cabeza y ella salió de mi habitación. Esa misma mañana Carla había aceptado para irnos de compras las dos algún día, pero no pensaba que fuera a ser hoy. Cogí el móvil y las llaves y bajé al salón, donde Carla estaba con el bolso esperándome cerca de la puerta.
Salimos y nos dirigimos al centro comercial. Me iba a dejar guiar por ella, pero siempre dentro de unos márgenes. No quería cambiar mi forma de vestir bruscamente, sino poco a poco, añadiendo a mi armario cosas nuevas.
En la primera tienda que entramos me llevé bastantes cosas. Estaban de rebajas, y mi hermana aprovechó. Ese era su truco. Iba siempre de compras cuando las tiendas rebajaban sus prendas, porque así se podía comprar el doble de ropa con menos dinero. Me cogió faldas, pantalones de pitillo, camisetas largas y también algo de vestir por si salía de fiesta, como el viernes pasado, aunque sabía que eso iba a ser algo difícil que se repitiera. Me llevé la mayoría de las prendas que mi hermana hizo que me probara, me sentaban bien porque realzaban mi figura. Carla estaba satisfecha con las compras que habíamos hecho.
Después de unas dos horas de tienda en tienda, decidimos entrar a un bar a tomarnos algo. Ella se pidió una cerveza, pero yo no quería repetir la experiencia del viernes, por ahora. Además, pensé que no era el lugar ni el momento, por lo que pedí una coca-cola.

Safe Creative #0905193686287 Nota de la escritora: Pongo este adelanto esta mañana porque esta tarde puede que no postee ya que mañana tengo un examen y tengo que estudiar. Lo siento. Pero no os preocupeis que si puedo, pondré otro trozo. Espero que os haya gustado. Un beso para todos aquellos que perdeís algo de vuestro tiempo leyendo mi novela. GRACIAS.

martes, 12 de mayo de 2009

Cosas que pasan

Cuando terminaron las tres horas restantes de clase, salimos a la calle, cada uno camino a su casa. Por el pasillo, me encontré con Edgar que me dijo un “hasta mañana, Leire”. Seguí andando como si nada, y a penas le miré. Estaba furiosa con él. No me parecía bien que se liara con Cynthia y luego hablara conmigo como si nada hubiese ocurrido. Pero claro, eso él no podía saberlo. No tenía ni idea de que a mí me gustaba, y él estaba soltero y podía hacer lo que quisiese. De echo, no había echo nada malo.
Entonces lo entendí. Había actuado injustamente con él. Había tenido un rebote de niña pequeña y malcriada. Debía de haberle contestado y no haber pasado de largo como si nadie se hubiera dirigido a mí. Pero no podía evitarlo. Estaba enfadada y tenía celos de Cynthia. Pero tenía que aguantarme.
Esperaba que al día siguiente él me hablara como si yo si le hubiera contestado a su despedida, aunque sabía que se podía haber molestado, y mucho. Lo quería, estaba loca por él, pero debía ser fuerte y mantenerme firme.
Esperé a que saliera Isaac para irme a casa acompañada de alguien.

Por el camino, apenas hablamos ninguno de los dos. Yo estaba sumida en mis pensamientos, e Isaac solo hacía que mirar al suelo. Sabía que estaba preocupado por lo de Dafne, pero yo no le iba a preguntar nada, prefería que me lo contara él si quería. No pretendía presionarle.

Por fin llegamos a casa. Nunca el trayecto se me había echo tan largo como hoy.
Cuando entramos en casa, Carla estaba poniendo la mesa y mi madre estaba sirviendo ya la comida. Fuimos directamente a dejar las mochilas al cuarto, y nos bajamos a comer. Estaba hambrienta.
Al acabar de comer, me puse a hacer la redacción que la profesora nos había mandado. Me costó algunas horas hacerlo, y todo por culpa de él: de ese chico que me tenía loca.
Por fin acabé la redacción, y era algo pronto. Aún tenía toda la tarde por delante, así que me conecté a Internet. Miré el Fotolog de Edgar, para variar, y después me conecté un rato al Messenger. En él estaba Nanni. Me preguntó que como estaba. Yo le respondí que bien, aunque sabía que eso no era cierto.
En ese instante llamaron a la puerta.

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lunes, 11 de mayo de 2009

No me lo esperaba.

Me cogió de la mano y entramos en clase. Edgar y Ben ya estaban sentados en las últimas mesas, como siempre. Nos sentamos delante de ellos. Les sonreí tímidamente mientras ocupábamos nuestros asientos.
- ¿Qué tal, chicas? ¿Cómo lleváis la resaca? – preguntó Ben.
- A mí aún me dura. – dije bromeando. Con Ben me resultaba algo más fácil establecer una conversación, pero cuando se trataba de Edgar, ya era otra historia.
- Si es que Leire…el viernes llevabas una buena, ¿eh? – me dijo Edgar sonriéndome pícaramente.
- Si, la verdad es que sí. – dije bajando la mirada.
- Que en una de las veces, si no te llego a coger, te me caes. - ¿y ese “me”? se había referido a mí como algo suyo, o eso es lo que me había parecido.

No me salió ninguna palabra, por lo que sonreí y me giré hacia delante porque la profesora acababa de hacer acto de presencia en la clase.
Ahora si estaba confundida. Ese “me” me había descolocado completamente. Auro también se dio cuenta, por lo que me cogió la mano y me pasó un papel en el que ponía:
Has estado genial, aunque sé que ese “casi te me caes” ha sonado a… ¿a qué ha sonado? Dímelo tú.
Le contesté poniendo:
Yo te diré a que ha sonado: ha sonado a que me voy a estar comiéndome la cabeza toda la semana por culpa de ese “me”.

A penas pude prestar atención a lo que decía la profesora. Tan solo me enteré cuando sonó el timbre y dijo que para el próximo día le teníamos que entregar una redacción de lo que habíamos echo en estas vacaciones.
En el recreo, ni me atreví a entrar en la cafetería, porque sabía que el grupo de Carla e Isaac iban a estar en las mesas. Así que nos fuimos a unos bancos. A los pocos minutos apareció Nanni. Nos alegramos de verla. Enseguida le conté la contestación que Edgar me había dado. Se quedó sin palabras.
A lo lejos vi a Isaac con Dafne. Supuse que le estaría diciendo que él no quería nada serio con ella.

- ¿Qué hace Isaac con Dafne? No sabe que él es mío. – dijo Auro. Nanni y yo la miramos perplejas. – Que me gusta de verdad, chicas.
- Es que creo que el viernes se liaron. – dijo Nanni.
- ¿Y cómo sabes tú eso? – le pregunté. No tenía ni idea de cómo se había podido enterar.
- Porque cuando he entrado al instituto, he pasado por la cafetería y se lo estaba contando Ben a Eric.
- Si es que, en este instituto, todo el mundo se entera de todo. – dije yo.
- Entonces también te habrás enterado que Edgar se lió con Cynthia, ¿no? – dijo Nanni sin apenas levantar la cabeza.
- ¿Cómo? – me levanté del banco de un salto.
- Se lo oí decir a Carla cuando pasé por su lado.
- No es posible, seguro que se lo ha inventado mi hermana. No puede ser. – no paraba de andar de un lado para otro.
- Es Edgar, Leire, ¿recuerdas? Uno de los chicos más guapos y populares del instituto. Y Cynthia es una preciosidad. Estaba claro que tarde o temprano iba a ocurrir.

Sonó el timbre y nos fuimos a clase de nuevo.


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domingo, 10 de mayo de 2009

Lunes otra vez

Me sonó el despertador. Me costó un poco comprender que el fin de semana se había terminado, y debía volver a la rutina. Hoy iba a ser un día duro. Nos encontraríamos con toda la gente con la que habíamos estado el viernes.
Me arreglé. Tenía que ir a comprarme ropa. No podía seguir con este vestuario. Me gustaba como vestía Carla, pero cualquiera le pedía un favor. Quería que me acompañara al centro comercial, pero sabía que su respuesta iba a ser un rotundo NO. No iba a perder su valioso tiempo conmigo. Pero tenía que preguntárselo, no iba a perder nada por intentarlo.
Bajé a desayunar. Mis hermanos ya estaban abajo junto con mi madre.
- Un beso nena, que me voy a trabajar. – me dijo mi madre.
- Que tengas un buen día. – le dije a la vez que cerraba la puerta. – Carla, tengo que pedirte un favor. – le dije de repente.
- ¿Tú? ¿A mí? No flipes. – esa fue su contestación.
- Carla, escúchala. Es Leire, y tienes que ayudarla en lo que puedas. – dijo Isaac. Siempre me ayudaba, por eso nos llevábamos tan bien.
- Está bien. ¿Qué quieres? – dijo accediendo a escucharme.
- Necesito que algún día, cuando tú puedas y te venga bien, me acompañes a comprarme ropa. Me encanta la que llevas tú y sé que como tienes buen gusto, podrías ayudarme. – le salió una sonrisa de sus perfectos labios. Lo que acababa de decir había sido un halago para ella.
- Que mi enana se hace mayor. – dijo alborotándome el pelo. – Claro que te ayudaré, y encantada, pero me tendrás que hacer caso a lo que te diga.
- ¡Echo!

Isaac estaba boquiabierto. No había pensado que Carla fuera a reaccionar de esa manera.
Cogímos nuestras cosas y salimos de casa. Nada más cerrar la puerta, vimos que Eric estaba con el coche esperando a Carla. Ella subió y se fueron. Isaac hizo una mueca graciosa, yo me reí y empezamos a caminar dirección al instituto.

Tenía pánico de entrar en clase. No sabía como iban a actuar Edgar y compañía. Me temía lo peor.
De camino a la clase me encontré con Auro. Era raro que Nanni no estuviera con ella. Me dijo que es que Nanni se había ido las primeras horas al médico a hacerse unos análisis. Menos mal que estaba Auro, porque si no me hubiera tenido que enfrentar yo sola al peligro.
- ¿Estás nerviosa, Leire? Te tiemblan las manos. – se me notaba demasiado.
- Si, porque no sé como actuaran Ben, Edgar y todos los demás después de lo del viernes.
- Tú no te preocupes. Solo sé natural, tú misma, que eso se te da bien. – la verdad es que sí, era lo único que sabía hacer bien.

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jueves, 7 de mayo de 2009

Domingo

El domingo pasó rápido. Por la mañana estuve leyendo un rato e hice los deberes que me habían mandado en el instituto. Tan solo dos días de clase, y los deberes ya se me estaban amontonando: redacciones, problemas…
Las tres de la tarde. No sabía que hacer, y aun tenía toda la tarde por delante. Llamé a Auro, pero no me cogió el móvil. Era raro, aunque a lo mejor se había ido con su madre a algún sitio y se había dejado el móvil en su casa. Llamé a Nanni, pero tampoco me contestó. Me esperaba lo peor. Seguro que habían quedado juntas y se habían dejado los teléfonos para que no pudiera contactar con ellas. O a lo mejor no era así. Me tendrían que dar una buena explicación cuando las viera y, sobretodo, creíble.
El resto de la tarde me la pasé navegando por Internet. Entré en el fotolog de Edgar (yo no tenía, pero el de él me lo sabía de memoria), y estuve viendo todas las fotos que había colgado a lo largo del verano. En todas salía guapísimo e impresionante. No podía parar de pensar en él, y más desde lo que pasó ayer. No me había gustado nada que se nos quedara mirando de esa forma, pero lo del beso en la cara me encantó.
No tenía casi hambre por lo que solo cené un yogurt. Subí a mi habitación y me conecté un rato al Messenger. En él estaban Nanni y Auro. Agregué las dos a una conversación, les iba a preguntar por qué no me habían cogido el móvil por la tarde.
- ¿Dónde habéis estado, chicas? Os he estado llamando esta tarde y ninguna de las dos me habéis cogido el móvil.
- Yo me ido con mis padres a casa de mi abuela, que hacía tiempo que no la veíamos. – esa era Auro.
- Y yo, tenía el móvil en la habitación y estaba en el salón viendo una película. Y no lo he cogido en toda la tarde, hasta ahora que he visto tu llamada. – esa era Nanni.

No había sonado muy convincentes sus excusas, pero eran mis amigas y les iba a creer. Esperaba que no hubieran quedado sin mí. No, eso ellas no lo hacían. Me despedí de ellas hasta el día siguiente.
Sobre las diez de la noche me acosté. Me costó un poco conciliar el sueño, pero por fin lo logré.

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Era de esperar.

¡Pum! Otro ruido, pero ahora provenía de la cocina. Fui corriendo pero me encontré con lo mismo: NADA. En ese instante caí: “seguro que es Isaac que me quiere hacer la puñeta y pretende asustarme” pensé.
Respiré hondo dos veces. Era muy asustadiza, y odiaba que me hiciera eso. Pero tenía que hacerle frente, así que me fui al sofá del comedor y me quedé sentada esperando que Isaac apareciera con el típico “bu” que se decía cuando quería asustarme. Pero nada, tan solo oía mi respiración.
Subí al piso de arriba porque me estaba poniendo histérica y abrí la puerta de la habitación de Isaac de golpe. Él estaba sentado en la cama fumando. “Mierda” oí que dijo, y apagó el cigarro en un cenicero que después escondió debajo de la cama.
- Te estás viciando al tabaco, ¿eh?
- Y tú te estás viciando a no llamar a las puertas, ¿verdad? – me dijo enfadado.
- Lo siento. – puse mi cara de pedir perdón. – ¿Eras tú el de los ruidos?
- Claro que era yo, ¿quién va a ser si no? Me encanta hacerte eso. – le pegué una palmada en la pierna. Poco más y sufre una taquicardia por su culpa. - Por cierto, y cambiando de tema, ayer no te esperaba que aparecieras por el parque. Por lo que tú también mentiste a mamá.
- Si, pero no se tiene porque enterar, ¿no? – dije con una sonrisa pícara. Él también me sonrió.
- Claro que no. Para eso están los hermanos, para apoyarse los unos a los otros.
- Si, pero eso parece que Carla no lo sabe porque…
- Calla, calla, que menuda borrachera cogió ayer. Nunca la había visto así, y mira que la he visto mal, ¿eh? Pero tú también ibas algo contenta.
- Si, pero sabía lo que hacía en todo momento.
- Si, es que…Por cierto, te vi un momento que estabas con Edgar sentada en sus piernas, ¿y eso? – me preguntó interesado.
- Pues no sé, me dijo que fuera y me sentara. La verdad es que estuvimos poco tiempo hablando porque me llamaste tú. – mientras decía esto Isaac se levantó, abrió la puerta, vio que aún no había nadie en casa y la volvió a cerrar de nuevo. Sacó un paquete de tabaco de un cajón, y se encendió un cigarro. Me quedé mirando con cara de no entenderlo.
- Lo siento, lo necesito. Estoy nervioso. – se le notaba.
- ¿Qué te pasa?

No tenía ni idea de lo que le podía ocurrir, pero sabía que era algo que le inquietaba demasiado. Conocía a mi hermano, y sabía cuando le preocupaba algo de verdad.

- Sabes que puedes contármelo. – le dije.
- Lo sé. Pues verás, que ayer por la noche, cuando estábamos en el parque, estuve gran parte de la noche con Dafne. Y claro, entre el alcohol y algunas caladas a un porro me acabé liando con ella. – increíble, pero cierto.
- ¿Qué dices?
- Pues lo que oyes. Pero es que a mí no me gusta, y no quiero que se piense que puede llegar a tener algo más conmigo.
- El lunes se lo dices.
- Pero es que no quiero verla ni hablar con ella, me da vergüenza.
- Te da vergüenza hablar con ella, pero no besarle, ¿no? Lo siento, Isaac, pero este tema se me escapa de las manos. – él se quedó pensativo. Apagó el cigarro que tenía en las manos.
- Gracias Leire, me has hecho recapacitar. – me sonrió.

Me levanté y me fui a mi cuarto. Estuve escuchando música hasta las nueve de la noche. Se me pasó el tiempo volando. Estaba pensando en mis cosas y en mis problemas, y a penas me enteraba de que pasaba el tiempo. Mi madre había venido ya y Carla ya se había levantado, porque podía oírlas hablar en la cocina.
Bajé a la cocina a comer algo. La cena fue bastante tranquila. A penas hablamos. Enseguida me fui a dormir. Estaba muerta de sueño.

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martes, 5 de mayo de 2009

¿Y ese ruido?

Hugo era un chico muy simpático. Estuvimos hablando con él durante toda la comida. La pequeña Jenny comió antes que nosotros, y después se fue un rato a dormir la siesta. Mientras, los cuatro intercambiábamos anécdotas e historias que nos habían ocurrido. Al final supe que Hugo y Nanni habían tenido una especie de rollo en el verano. No duró mucho, pero si lo suficiente para que aún quedara en sus ojos una especie de brillo cada vez que se miraban. Estaba segura de que aún sentían algo el uno por el otro.
Después de comer estuvimos viendo una película que Hugo había alquilado recientemente del video club. No me gustó mucho porque era de miedo, pero gracias a ella, Hugo estuvo toda la película cogiendo a Nanni, porque ésta, al igual que yo, chillaba en cada susto de la película.
Sobre las seis de la tarde, vi conveniente irme. Nanni hizo lo mismo. Cuando íbamos por la calle no pude contenerme y le pregunte:
- A ti te sigue gustando Hugo, ¿verdad?
- No es que me guste, porque tú sabes que a mi el que me gusta es Eric, pero me agrada cuando me coge y se preocupa por mí. Me hace sentirme querida.
- ¿Y por qué no lo vuelves a intentar con él? Porque a él se lo nota que aún siente algo por ti, no se qué, pero algo seguro.
- No sé, ya veremos. Deja que pase unos días y que esté más con él, a ver que pasa.

No comenté nada más al respecto. Aunque ella me había dicho que no sentía nada por él, yo sabía que algo si había, porque sino la segunda contestación no me la hubiera dado. Pero no la quería atosigar. Quería que fuera ella la que aclarara sus sentimientos sin ayuda de nadie.
A medio camino me despedí de Nanni, y ella se fue hacia su casa. No vivíamos lejos, a tan solo unas calles.
Cuando llegué a casa, mi madre no estaba. Supuse que se había ido a casa de Rita a tomar un café. Es lo que solía hacer los fines de semana. Eran muy buenas amigas. Se conocieron en el instituto cuado estudiaban, y ahora era inseparables. Pasaban dos tardes juntas a la semana: se reían, se divertía, contaban sus penas y para casa. Me parecía bien, porque así mi madre se desahogaba.
Subí a mi habitación. Toda la planta de arriba estaba completamente en silencio, y eso era demasiado raro teniendo en cuenta que se trataba de mi casa.
Entre abrí la puerta de la habitación de Carla. Estaba durmiendo. Era lógico, después de la fiesta de ayer debía estar agotada.
En ese momento oí un ruido en el salón. Bajé corriendo, pero allí no había nadie. Me mosqueé un poco, porque el ruido había sido bien sonoro.

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lunes, 4 de mayo de 2009

Sábado

Cuando me desperté el sábado, se me hizo un poco raro encontrarme en la habitación en la que estaba. Cuando giré la cabeza y vi en la otra cama a Nanni en un profundo sueño, me acordé de que nos habíamos quedado en casa de Auro a dormir. Recapacité sobre lo que había pasado la noche anterior. ¿De verdad había ocurrido todo eso? De repente me dio un pinchazo en la cabeza. Si, si que era real, y mi dolor de cabeza lo corroboraba.
Esperé un poco en la cama hasta que Nanni se despertará. Miré el reloj que había colgado en la habitación. Era pronto, tan solo las diez de la mañana. Después de habernos acostado tan tarde, debería de dormir un poco más, pero era imposible. No podía.
A los diez minutos empecé a oír murmullos fuera de la habitación. Me levanté en silencio para no despertar a Nanni y salí del dormitorio. Me dirigí a lo que parecía el salón, no había nadie allí. Permanecí en silencio, para ver de donde provenía el murmullo de voces que oía. Venía de la cocina. Me dirigí hacia allí, y encontré a una niña pequeña que estaba desayunando mientras veía embobada la tele.
- Hola guapa. – le dije. Supuse que era la hermana de Auro. Era una niña muy mona.
- Hola. ¿Quién eres? – me preguntó casi sin mirarme. Los dibujos la tenían absorbida.
- Soy Leire, una amiga de tu hermana. – porque era su hermana, ¿verdad?
- ¿Hermana? Yo no tengo hermana, pero si un hermano. – me tenía desorientada.
- ¿Cómo que no tienes una hermana? – era una voz varonil. Provenía de unos pasos por detrás de mí. Me giré y vi a un chico, más o menos de mi edad, alto, con el pelo rubio. Sus ojos me absorbían poco a poco, como a la niña pequeña los dibujos.
- Hola… - dije con tono amigable.
- Buenos días. Tú debes ser Leire, ¿no? – me dijo como si me conociera de toda la vida.
- Si, claro. Y tú eres…
- Lo siento, no me he presentado. Soy Hugo, el hermano mayor de Auro, bueno, aunque solo tengo dos años más que tú. Y la niña que ves ahí – dijo señalando a la pequeña – se llama Jenny. Y si, es mi hermana y la hermana de Auro, lo que pasa que se pelean mucho, y Jenny le gusta decir que no tiene hermana. – me dijo sonriendo. Yo hice lo mismo.
- ¿Ya te has levantado? – dijo Auro tocándose la cabeza. Llevaba los pelos alborotados, y apenas podía abrir los ojos. – Me duele la cabeza horrores.
- Ayer buena fiesta, ¿no hermanita? Anda, desayunad que ya es hora. Iré a avisar a Nanni, que sino se pasa toda la mañana durmiendo.


Esperamos a Nanni. A penas tardó cinco minutos. Auro nos preparó un buen desayuno con tostadas, leche, zumo, galletas…y la verdad es que lo agradecí, porque mi barriga estaba rugiendo desde que abrí los ojos en la cama. Mientras desayunábamos, Auro nos ofreció que nos quedásemos a comer en su casa, aunque yo no lo vi muy apropiado. Hugo insistió bastante. Nos dijo que sus padres se habían ido a casa de unos amigos a pasar el día, y que ellos estarían solos hasta la noche, por lo que entonces me pareció correcto quedarme.
Llamé a mi madre para que lo supiera, pero aunque hubo unas cuantas quejas por su parte, después no se opuso.

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domingo, 3 de mayo de 2009

Por fin a dormir

No me apetecía más estar en el parque. No estaba ya a gusto. Se me había pasado del todo el mareo, y ya me encontraba perfectamente. Volvía a mi toda la vergüenza que antes había desaparecido por completo. Pero aún no me podía ir a casa porque me quedaba a dormir en casa de Auro. Miré el reloj que llevaba en mi muñeca: las tres y media de la mañana. Como pasaba el tiempo. Se me había pasado volando.
Me acerqué al banco donde estaba Auro y Nanni en compañía de Ben y Edgar, porque aún estaban allí conversando.
- Hombre, Leire, que no he hablado contigo en toda la noche. – me dijo Ben agarrándome por la cintura. ¡Madre mía! Que cariñosos y simpáticos estaban todos esa noche, pero sabía que el lunes, cuando volviéramos a clase, todo sería diferente.
- Ya, he estado por ahí. – dije sonriéndole.
- Bueno, chicas, cuando queráis nos vamos a casa, ¿eh? Que yo estoy ya muerta. – dijo Auro.
- No os vayáis, va. Que nos lo estamos pasando muy bien, ¿no? – dijo Edgar mirándonos a las tres las piernas. ¡Qué descarado!
- Si, pero ya es tarde. Nosotras nos vamos ya. – dijo Auro.


Nos despedimos de todos y volvimos para casa. Durante el trayecto estuvimos hablando de todo lo que nos había pasado en el parque. Me lo había pasado bastante bien, y lo más importante es que había hablado un poco con Edgar, aunque había echo algunas cosas que no me gustaba nada de nada, pero se lo podía pasar. Es que me gustaba tanto… Cada vez que lo miraba, se me atragantaban las palabras. Cuanto más pasaba el tiempo, más me gustaba. Era perfecto: sus ojos, sus labios, sus gestos, la forma de hablar, la forma de andar…TODO.

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