jueves, 23 de septiembre de 2010

Nervios.

Entró la siguiente profesora en clase. Me fui a mi sitio y me senté. Ben, Edgar, Fanny y todas sus amigas (excepto Karen) seguían sin aparecer por clase. Y estaba segura de que no lo iban a hacer en lo que quedaba del día. “Mejor” pensé, “porque como me los encuentre hoy por el instituto, no voy a ser responsable de mis actos”.

Pronto llegó el recreo. Las tres salimos a sentarnos en nuestro banco, como siempre. Ya no íbamos a la cafetería, como últimamente hacíamos, aunque si no estaba Edgar, la verdad es que me daba igual ir.
Auro, que estaba de pie, no paraba de ir de un lado para otro, por delante de Nanni y de mí. Pronto recordé que Isaac le había dicho la tarde de antes en mi casa que quería hablar con ella de algo importante, y ella estaba muy nerviosa.
- Tranquilízate Auro. Estando nerviosa no vas a conseguir nada. – dijo Nanni.
- Lo sé, lo sé, pero es que no puedo tranquilizarme. Seguro que me quiere decir que no quiere saber nada de mí.
- No creo que te quiera decir eso. – dije. – Así que no te preocupes.
- Tú sabes algo. – me dijo Auro parándose en seco delante de mí. – Tú sabes algo y no me lo quieres contar.
- ¡No! Yo no sé nada de nada. – mentí. Si Isaac quería hablar con ella, debía ser él quien se lo contara, no yo.
- Mentirosa. Te lo veo en la mirada. ¡Me estás mintiendo!
- ¡Que no! De verdad que no te miento.
- ¿Quién está mintiendo a quién? – Isaac acababa de aparecer en escena y ninguna nos habíamos dado cuenta de que venía hacia nuestro banco.
- Nadie a nadie. – sonrió Auro mientras ponía cara de enamorada.
- Bueno… ¿te viene bien que hablemos ahora? – le preguntó Isaac.
- Si claro, cuando tú quieras.
- Vale. – él sonrió. – Pues os la robo un momento. Adiós chicas.
- Adiós Isaac. – contestamos Nanni y yo a la vez.
- Adiós chicas. – respondió Auro.
- ¿Tú qué crees que le va a decir? – me preguntó Nanni.
- No tengo ni idea, pero creo que va a ser algo bueno. Sé más o menos de que se trata, pero no lo sé a ciencia cierta.
- ¿Y de qué se trata?
- Prefiero no decírtelo, porque seguramente ella vendrá contenta y querrá contarlo, y que nosotras nos llevemos una sorpresa. Y si ya lo sabemos, se va a llevar una gran decepción.
- Cierto. ¿Pero es algo bueno, no?
- Espero que sí. – sonreí.
- ¿Quién soy? – me giré ya que la voz provenía de detrás de Nanni. Era Eric, y le había tapado los ojos a ella para que adivinara quién era, aunque estaba claro.
- Mmm… déjame pensar que no lo sé. – contestó ella. – Puede ser que sea… ¿mi novio?
- Qué bien suena eso salido de tu boca. – añadió él. Le destapó los ojos. Ella giró la cabeza y la besó dulcemente en los labios. Por un momento, los envidié. Por fin, después de mucho sufrir y esperar, estaban juntos. ¿Quién se lo iba a imaginar? Yo no. - ¿Me puedo quedar aquí con vosotras?
- Claro. – dijo Nanni sin pensar. – Bueno, si a Leire no le importa.
- ¿A mí? Claro que no. Siéntate Eric.
- Gracias, Leire. Oye… - empezó a decir. – siento si alguna vez te he tratado un poco mal o he sido un poco antipático contigo cuando estaba con tu hermana.
- No pasa nada, Eric. Todo olvidado. Novia nueva, vida nueva. – le sonreí.
- Gracias. Es un alivio, ¿sabes? – todos reímos.
- Lo sé.

El recreo pasó volando junto con Nanni y Eric. Él era muy simpático. Nunca había estado tan cerca de Eric, y menos había intercambiado algo más de cuatro palabras con él. Nanni parecía encantada con él, y viceversa. Y eso era lo único que yo necesitaba para estar feliz y alegrarme por ellos. Si mis amigos eran felices, yo también lo era aunque el amor no me estuviera sonriendo en estos momentos.
Edgar me vino de nuevo a la cabeza. ¿No pensaba venir a clase en todo el día? Puf. En menudo se estaba convirtiendo. Si él de por sí ya era un poco rebelde, ahora, junto con Fanny, nadie podría pararlo. Iba a ir de mal en peor. Lo malo es que iba a arrastrar a otras personas que no tenían nada de culpa, como Ben, aunque él ya era bastante mayorcito y podía decidir por él mismo.

Regresamos a la clase. Edgar, Ben, Fanny, Raquel y Jess no estaban en ella. Seguían sin venir a clase. Y yo estaba de los nervios a causa de ello. Quería que Edgar apareciera para dejarle las cosas bien claras, al igual que Fanny. Aunque la principal razón por la que quería ver a Edgar no era esa, y yo lo sabía. Él me seguía gustando, aunque hubieran cambiado las circunstancias, y necesitaba verlo: ver esa mirada que hacía estremecerme. Pasara lo que pasase, yo siempre seguiría sintiendo algo especial por él, porque él para mí era especial.
No me gustaba nada la nueva situación. De un día para otro, Edgar me dejaba en ridículo delante de todo el mundo chillándome e insultándome. Eso no tenía perdón. No podía tratarme así, ni a mí ni a nadie, porque él no era más que nadie para hablar de esa manera y hacerlo pasar mal a otras personas. No tenía derecho.

El resto de horas se me pasaron algo lentas. No podía concentrarme en nada: todos los problemas de mates me salían mal, en el análisis morfológico de las oraciones no paraba de equivocarme en cosas tontas…
El timbre puso fin a las clases de ese lunes. Me levanté de la silla, y después de recoger las cosas y de despedirme de Cynthia, me fui hacia donde estaba Auro y Nanni. Quería que Auro me contara lo que le había dicho mi hermano, ya que no habíamos podido hablar después del recreo porque ella había llegado justa a clase.


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