jueves, 7 de octubre de 2010

Un martes cualquiera.

Abrí un ojo. Después el otro. Aún no había sonado el despertador. Miré la hora. Tan solo faltaban un par de minutos para que fuera la hora de levantarme. Apagué la alarma para no tener que oírla.
Me senté en el borde de la cama. Apoyé un pie en el suelo. Después el otro. Me levanté de la cama, después de contar hasta tres. Me fui directamente al baño a darme una ducha, como todas las mañanas.
Después elegí unos simples pantalones de pitillo, una camiseta de manga corta y unas romanas en los pies. Me pinté muy poco. Tenía buena cara, y no hacía falta mucho maquillaje.

Bajé al salón. Como siempre, mi madre ya no estaba en casa. Muy pocos eran los días que la pillaba en casa y me podía despedir de ella.
Pasé a la cocina. Isaac se encontraba en la mesa, con un vaso de zumo delante. Tenía cara de sueño.

- Buenos días. – le dije al llegar.
- Mmm. – fue lo único que pudo contestar.
- Yo también te quiero. – cogí un vaso y me eché un vaso de leche.
- Lo siento, enana. Es que no he dormido nada bien. He estado casi toda la noche en vela, y no sé por qué, porque no estoy preocupado por nada.
- Puf. Puede ser por cualquier cosa. – le dije.
- Lo sé. En cuanto llegue a casa me voy a acostar la siesta y no me voy a levantar hasta mañana.
- A ver si es verdad y lo haces. Seguro que luego te vas por ahí a cualquier sitio.
- Ya verás cómo no.

Carla no tardó en bajar también a la cocina. Nos dio los buenos días a los dos. Se puso una rodaja de pan en la tostadora. Mientras esperaba se sentó a mi lado en la mesa.

- Vale, ahora que no está mamá quiero que me expliques lo tuyo con Dani. – me dijo sin andarse por la ramas.
- ¿Lo mío con Dani? No hay nada que explicar Carla, porque no hay nada.
- Ya, eso no te lo crees ni tú.
- De verdad. Te lo juro. Solo somos amigos. El sábado me ayudó mucho. Y ayer me llamó y me invitó al cine, pero como amigos. Nada más. No pasó nada.
- No sé si creerte mucho.
- ¿Por qué? No te estoy mintiendo.
- No tiene cara de mentir. – añadió Isaac.
- Lo sé, pero yo estuve saliendo con Dani y lo conozco. Conmigo hizo lo mismo.
- Hombre, no es por joderte Carla, pero es lo que normalmente suele hacer la gente: va al cine y todas esas cosas. Y porque vayan dos amigos no quiere decir que alguno de ellos quiera algo más.
- Bueno, yo solo digo lo que pienso. Darle tiempo al tiempo, y veréis como tengo razón.

Nadie dijo nada más. Enseguida llamaron a la puerta. Carla se levantó de su silla como un rayo y fue a abrir la puerta. Detrás de ésta se encontraba Hugo. Se abalanzó sobre él, y después de darle un largo abrazo le plantó un beso en los labios.

Mientras Carla subía a coger la mochila a su habitación, Hugo pasó a la cocina en donde estábamos nosotros.

- Hola chicos.
- ¡Que pasa tío! – Isaac se levantó de su silla y se estrecharon las manos a la vez que se daban una palmada en la espalda en señal de saludo.
- Hola Hugo. – le dije saludándole con la mano desde mi sitio.
- ¿Aún estáis desayunando? No es por meteros prisa, pero como tardéis mucho más no vais a llegar a clase.
- No te preocupes. Ahora cojo la moto y nos vamos volando para allá, ¿no? – dijo Isaac mientras me miraba. Yo asentí.
- ¡Ah, bueno! – Hugo sonrió.
- Por cierto Hugo, ¿y tú hermana? – preguntó Isaac mientras se terminaba de un trago lo que le quedaba en el vaso de zumo.
- En casa estaba. Había quedado con Nanni para ir al instituto, como todos los días. Oye, enhorabuena. – le dijo mientras le daba unas palmaditas en la espalda. – Ya me he enterado que estás saliendo con mi hermana.
- Si, desde ayer. – contestó Isaac. Noté como se sonrojaba.
- Espero que la trates bien, ¿eh? Como me enteré de que le haces algo… - Hugo intentó ponerse serio, aunque no lo consiguió.
- No te preocupes, tío. La voy a tratar muy bien.
- A ver si es verdad. Mi hermana está muy ilusionada.
- Y yo, y yo. – los dos sonrieron. – Lo mismo digo con Carla, ¿eh?
- ¡Madre mía! – añadí yo al no saber ya que comentar al respecto. – Menudos cuñados más empalagosos. Trátala bien, no, trátala bien tú. Cada uno que se preocupe de su relación y ya está. Todo arreglado. – todos reímos.

Carla acababa de bajar. Hugo se despidió de nosotros, y los dos, cogidos de la mano, salieron de casa.
Nosotros fuimos a por nuestras respectivas mochilas y los cascos, y fuimos a sacar la moto.

En menos de cinco minutos ya estábamos en el instituto. Esperé a que Isaac aparcara la moto, y los dos juntos nos fuimos hacia la puerta. Allí ya estaban Nanni y Auro. Era algo extraño. Siempre solían llegar tarde.
Isaac, al ver a Auro, le dio un prolongado beso en los labios mientras Nanni y yo los mirábamos con cara de tontas. Nanni aún tenía al chico que le gustaba a su lado, pero, en cambio yo, no podía decir lo mismo.

Nos despedimos de Isaac y las tres juntas nos fuimos hacia la clase. En la puerta de ésta, apoyado en el marco, estaba Eric, esperando a Nanni. En cuanto la vio, no pudo evitar que apareciera en sus labios una sonrisa. Nanni se abalanzó, literalmente, sobre él mientras le besaba. Volví a mirarlos como si de una tonta se tratase. ¿Pero qué estaba pasando? Carla con novio, Auro con novio, Nanni con novio… ¿y yo qué? ¿Qué pasaba conmigo? ¿Acaso no me había portado bien en la vida para que el amor no me sonriera? No me sabía mal que mis amigas tuvieran novio, ni mucho menos, todo lo contrario, me alegraba por ellas. Estaban felices, y eso me sobraba. Quería verlas bien, y ahora mismo lo estaban. Así que no podía pedir nada más.

Lo que no me hacía mucha gracia es que siempre estuvieran con ellos. Era normal. Habían empezado a salir hacía muy poco. En el caso de una un par de días, en el caso de la otra, apenas veinticuatro horas. Pero no me gustaba tener que soportar como ellas se besaban con sus respectivos novios demostrando su amor, mientras yo me quedaba mirándolos sin saber cómo actuar.


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