jueves, 11 de febrero de 2010

Fotolog.

Nota de la Autora: ¡SORPRESA! Una nueva entrada. Porque sí, porque sois los mejores y porque os pasais cada martes para leer un trozo de mi humilde novela. Porque me habeis llegado al corazón, y porque os lo mereceis. Un beso a todos. Siempre vuestra. Leire.

Estuvimos hablando durante media hora más, y después las chicas decidieron irse cada una a sus respectivas casas. En cuanto oí la puerta de la calle como se cerraba, me levanté y enchufé el ordenador. Como siempre, lo primero que hice fui ir al Fotolog de Edgar, para ver si había actualizado. Me encontré con una foto de él en donde sus manos estaban a modo de balanza. Estaba retocada con photoshop. Encima de una de las manos ponía “pros” y en la otra “contras”. La mano de la de “pros” estaba más para abajo. Sonreí. No pude evitarlo. Me había dedicado una foto en su Fotolog. ¡No me lo podía creer! No había una foto mía puesta, pero sabía perfectamente que eso iba por mí, ¿por quién si no? En el texto de debajo de la foto hacia referencia hacia que estaba esperando impaciente a que llegara el sábado, para saber si de verdad ganaban los “pros”. Abajo, un simple “te quiero” que significaba mucho para mí.
Cuando estaba a punto de cerrar la página, me llamó la atención un comentario. Leí de quien era: “Fanny_loquita”. Sin duda, era Fanny. Ponía lo siguiente:

“¿Qué es eso de los pros y los contras? Espero que no vaya por la niñata esa, Edgar. Está mañana te he contado toda la verdad. Espero que no le creas a ella y me creas a mí. Yo te sigo queriendo, y no se me quita de la cabeza esa tarde en tu fiesta. Y si de verdad me crees, mañana te voy a contar una cosa que te va a dejar de piedra. Entonces si que no querrás verla nunca más. Porque ella no es lo que parece. Un besito guapetón.”

¡No me lo podía creer! ¿Pero qué estaba pasando? ¿Quién era Fanny para hablar de mí, y encima en un Fotolog, donde cualquier persona podía leer lo que había puesto? ¿Y qué quería decir con eso de que no soy lo que parezco? No salía de mi asombro. Iba a por mí, y no pararía hasta quitarme de en medio. Porque eso es lo que yo hacía: molestar.
Apagué el ordenador con mala leche y, pegando un portazo al salir de la habitación, me bajé a la cocina donde estaba mi madre preparando la cena, como todas las noches.
- ¿Cómo te encuentras? – me preguntó mi madre levantando la cabeza de la ensalada que estaba preparando.
- Bien, mamá. Ya me encuentro mucho mejor. Me he echado un poco la siesta, y parece que me ha sentado bien.
- Claro. Por cierto, ¿qué quería Edgar? Nada más abrir la puerta ha preguntado por ti y por tu estado de salud.
- Si. Fue él el que me llevó a la enfermería cuando me pasó el incidente en clase. Se ha portado muy bien conmigo, y se ha preocupado bastante. Y me dijo que vendría a verme, para quedarse más tranquilo.
- ¡Qué buen chico es! Es un poco… ¿cómo lo decías ahora? ¿Chungo? – me empecé a reír. No pude evitarlo. Era muy gracioso ver a mi madre decir esa clase de palabras. No estaba acostumbrada a ello.
- Sí, mamá. Ahora se llama chungo. – volví a soltar una pequeña carcajada.
- Pues eso. Es un poco chungo, pero en verdad tiene muy buen corazón. Lo que pasa que ahora la juventud está muy alocada y solo piensa en una serie de cosas, que tú y yo sabemos y que no voy a comentar nada más al respecto. – me miró y me guiñó un ojo. Ambas sabíamos que se trataba del sexo y del alcohol, dos palabras tabú para mi madre. No le gustaba hablar de ese tipo de cosas, aunque sabía que algún día tendría que hacer frente a ello.


Empecé a poner la mesa mientras mi madre seguía preparando la ensalada. Mis hermanos no tardaron en bajar a cenar. Tenía un sexto sentido o algo parecido. Olían la comida a distancia. Y siempre solían bajar cuando la mesa ya estaba preparada y la comida encima de la mesa.
Cenamos mientras conversábamos amablemente. El tema estrella de la cena fue mi casi desmayo en clase. Tuve que dar todos los detalles, aunque no comenté que había sido a causa de la mentira que Fanny se había atrevido a decir delante de Edgar y, peor aún, delante de mí.

Después de cenar y de despedirme de todos con un beso en la mejilla, subí a mi habitación. Me puse el pijama y me acosté en la cama. Apagué la luz, y me tapé con la sábana hasta la cabeza. Esperaba dormirme pronto, ya que mañana iba a ser un gran día, y debía estar relajada, sobre todo para poder aguantar por la noche toda la fiesta que me esperaba y que tanto había deseado durante toda la semana.
Y entonces me vino a la cabeza. “Y si de verdad me crees, mañana te voy a contar una cosa que te va a dejar de piedra. Entonces si que no querrás verla nunca más. Porque ella no es lo que parece.” Esas habían sido las palabras exactas que Fanny había escrito en el Fotolog de Edgar. ¿Qué pensaba decirle? Yo no había echo nada malo. Seguro que se inventaba algo. Ella era así, y le daba igual hacer daño a mil personas con tal de ella tener lo que quería, que en ese momento era Edgar.
Cerré los ojos con fuerza intentando eliminar esas palabras de mi cabeza, pero estaban grabadas como con fuego. Imborrables. Para siempre.

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