martes, 30 de marzo de 2010

¿Sientes celos, Edgar?

Enseguida vinieron Auro y Nanni, que habían visto de cerca todo lo que había pasado. Empecé a llorar desconsoladamente.

- ¿Habéis visto lo que ha hecho? Me ha llamado zorra, y delante de todo el mundo. Me ha dejado por los suelos.
- Lo hemos oído todo, Leire. – dijo Nanni mientras me abrazaba. – No te preocupes, L. Eres fuerte y ese es un gilipollas.
- No le importas nada, Leire, sino hubiera venido a hablar contigo y no a gritarte y a ponerte en ridículo. – añadió Auro. - No le hagas ni caso. No se merece que estés así por él. No. No se lo merece.
- Pero yo le quiero. Y lo de Eloy fue solo un error. Cualquier persona puede cometer un error, y no es juzgada por ello.
- Vale, venga Leire, no te atormentes. No te comas la cabeza. No vale la pena. Ya se dará cuenta de que ha cometido un error, y de los grandes. – me dijo Auro mientras me daba un beso en la mejilla.
- Sí, pero entonces yo ya no estaré aquí. Porque lo que me acaba de hacer no se lo voy a perdonar jamás.
- ¡Así se habla, L! – dijo Nanni. – Que se entere de lo que ha perdido. Y ahora, vamos a pasar la mejor noche de nuestras vidas.
- ¡¡SÍ!! – grité. – Hoy la vamos a liar.

Cogimos la botella de Vodka que había dejado cerca del banco, y nos fuimos las tres al banco en el que estábamos antes. Allí también se encontraban Ben e Isaac. Mi hermano, al verme, no pudo resistirse y me abrazó. Se lo agradecí. Siempre hacía que me sintiera bien.
Seguimos bebiendo hasta que se nos acabó la botella. No parábamos de reírnos por cualquier tontería. Y mis amigas hablaban de temas graciosos para que yo me olvidara de todo lo que había ocurrido, aunque era imposible de olvidar. Edgar me había dejado en ridículo, y todo por culpa de Fanny. Esperaba no encontrármela en el pub al que íbamos a ir después, porque no era responsable de mis actos.

Miré el reloj. Eran las cuatro y media de la mañana. Recogimos todo lo que habíamos ensuciado en el parque, y nos dirigimos hacia el pub Diamonds. No estaba muy lejos de allí.
Cuando llegamos, Dani y Hugo, que eran los que normalmente solían ir a ese pub, fueron los primeros que entraron. Saludaron al portero, y después de hablar con él durante unos minutos, pasamos todos los demás sin ningún tipo de problema.
Dentro había muchísima gente, y eran, la mayoría de nuestra edad, aunque también había bastantes universitarios. Sonreí. Había muchos chicos guapos. A Nanni se le abrieron los ojos.

- Madre mía, si esto está lleno de tíos buenos. – dijo Nanni.
- ¡Y que lo digas! Y encima son mayores… esta noche nos vamos a poner las botas.
- Pero si vosotras tenéis a Eric y a Isaac, ¿qué más queréis? –dije yo.
- Ya lo entiendo…lo que tú quieres es tenerlos todos para ti. ¡De eso nada! Te hemos pillado. Además, Isaac y Eric no nos hacen caso, ¿no lo ves? Eric no ha hablado en toda la noche con Nanni e Isaac… ¡a penas me ha mirado! – añadió Auro. – Así que, está es nuestra noche, chicas. ¡Vamos a bailar y a dejarlos con la boca abierta!

Las tres, con paso seguro y decidido, nos pusimos en mitad de la pista de baile, y empezamos a bailar, haciéndonos espacio entre la gente que no paraba de mirarnos, aunque a nosotras eso no nos importaba. Íbamos demasiado borrachas como para que eso nos afectara.
De repente noté unas manos que se posaban en mi cintura y unas caderas que se acercaban a las mías. Empecé a contonearme, aunque no tenía ni idea de quién podía ser. Vi como mis amigas empezaban a hacerme señas y a ponerme ojitos. ¿Quién podía ser? Mi giré y ahí estaba él. Con su barba de dos o tres días y su pelo despeinado. Ahí estaba Dani con una perfecta sonrisa en la boca.

- Bailas muy bien, ¿eh?
- Gracias. Sabía que eras tú el que estaba detrás.
- Eso no te lo crees ni tú. – sonrió. Tenía razón. Pensaba que, a lo mejor, podía ser Edgar. Pero la verdad, es que me hizo más ilusión cuando vi que era Dani.
- Es verdad, me has pillado. – los dos reímos.
- ¿Te apetece algo para beber?
- No debería, pero sí.
- Pues vamos a la barra.

Me despedí de mis amigas, y me fui con Dani a la barra a pedir algo para beber. Me pedí otro cubata de vodka con limón. La verdad es que no tendría que beber más, pero esta noche era diferente. Había pasado algo que no tenía que haber ocurrido. Y tenía que olvidarlo, sí o sí.
Estuvimos hablando durante largo rato. Dani era un buen amigo mío, y durante toda la noche había intentado quitarme la mayor preocupación que tenía en la cabeza.

- ¿Cómo estás? – me preguntó cuando el camarero nos trajo nuestro segundo cubata.
- Mucho mejor. - ¡y tanto! Ya se me trababa hasta la lengua, y no era casi capaz de decir una frase entera con cierto sentido.
- Me alegro, porque ese Edgar es un capullo. No ha sabido apreciarte. – dijo pegándole un trago a su cubata. – Y hablando del rey de Roma…
- Que por la puerta asoma. – me giré y miré hacia la puerta del pub. Allí estaba él, e iba con ella: Fanny. Cogidos de la mano. ¡Increíble! Que pronto me había olvidado. – Y encima va con Fanny. ¡Como la odio!
- No eres la única que no siente cierta simpatía por ella. Yo no sé que tiene esa chica, que en vez de hacerse de querer, hace que todo el mundo le tome odio.
- Yo si sé lo que tiene, y se llama maldad. Y Edgar…no me puedo creer que me haya olvidado tan pronto. ¡Es imposible!
- ¡Claro que es imposible! Porque aún no se ha olvidado de ti.
- ¿Cómo que no? ¡Pero míralo! Pero si va cogido de la mano a Fanny.
- Si, ya lo sé. Pero esta aparentando algo que no es. De hecho, creo que lo que quiere es darte celos, para que te joda más. Porque él sabe de sobra que a ti Fanny no te cae nada bien. Y que mejor para darte envidia y que los celos te coman por dentro que ella misma. Y le está saliendo a la perfección.
- ¿Tú crees? – pregunté sin tener muy claro lo que me acababa de decir, aunque tenía cierto sentido.
- Por supuesto. ¿Quieres que te lo demuestre? – me sonrió pícaramente.
- ¿En qué estás pensando? Miedo me das cuando me miras así.
- ¿Te fías de mí? – me miró directamente a los ojos. En ese momento, Dani era una de las personas en que más me fiaba.
- Sí. – dije sin pensármelo mucho más.

Me giró un poco el taburete para que me quedara de espaldas a la barra y que estuviera enfrente de Edgar y Fanny. Él se colocó delante de mí, pero dejándome espacio para que pudiera ver en todo momento lo que hacía Edgar. Me empezó a acariciar la cara.

- Lo estás viendo, ¿no? – asentí con la cabeza. – Vale. Míralo disimuladamente, para que no sé de cuenta de que lo estás mirando. – volví a asentir.

Empezó a tocarme la pierna, pero suavemente, y de forma no muy descarado. Vi como Edgar miraba hacia el sitio donde estábamos nosotros. Disimulé mirando a Dani y haciendo como que estaba hablando con él. Dani se percató y supo enseguida que Edgar estaba atento a nuestros movimientos. Fue entonces cuando se aproximó más a mí, y lentamente se fue acercando a mi cara. Estábamos muy cerca. Yo ya no veía a Edgar. Ahora solo tenía ojos para Dani. Posó suavemente sus labios sobre los míos. Cerré los ojos. Me besó. Un beso suave, sin maldad. Un beso entre dos amigos, aunque lo que en ese momento estaba sintiendo no era amistad, sino atracción hacia Dani.
Abrí los ojos. Edgar nos estaba mirando con cara de asombro, y a la vez de enfado. Fanny quiso atraer su atracción hacia ella, pero Edgar la apartó de un manotazo, y se fue a sentarse en una mesa, junto con Isaac y Ben. Dani se separó.

- ¡Ha funcionado! ¡Ha funcionado!
- Te lo dije. Te dije que confiaras en mí, que yo de esto se demasiado. – se volvió a sentar en su silla y bebió un trago de su cubata.
- Se ha ido muy cabreado.
- Claro. Muerto de celos. Puede ser que luego me las tenga que ver con él, porque te he besado, pero bueno…es un riesgo que tengo que correr. El beso ha valido la pena. – me sonrió pícaramente. Hice lo mismo.
- ¿Por qué los tíos sois así? Vosotros os podéis liar con cualquiera para darnos celos a nosotras y eso está bien. Pero en el momento en el que lo hacemos nosotras pasa a estar mal. No lo entiendo.
- Yo tampoco, pero es así. La sociedad.
- ¿La sociedad? Pues quiero cambiarla. – Dani se rió sonoramente.
- ¿Tú? – preguntó aun entre carcajadas.
- Si, ¿Qué pasa?
- Nada. Suerte.

Después de charlar durante otro rato, nos levantamos y nos fuimos hacia el centro de la pista, a bailar junto a todos los demás. Cuando Auro me vio me dio un codazo y se sonrió. No sabía exactamente lo que intentaba decirme, pero sé que era algo respecto a lo de su primo.
Cogí a Auro del brazo y nos fuimos hacia los servicios, aunque no sabíamos muy bien donde se encontraban. Pero cuando por fin los hallamos, vimos algo que nos dejó de piedra y con la boca abierta.

Safe Creative #1003305874573