martes, 27 de abril de 2010

Su sueño hecho realidad.

- ¿Diga?
- ¡Leire! Soy yo, Nanni. ¿Cómo estás?
- Bien. Tengo un poco de resaca, pero bueno…estoy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal?
- Bien, también estoy bien. Aunque bueno, como tú, tengo un poco de resaca, pero lo normal.
- Sí es que ayer bebimos demasiado. Y el que más mi hermano.
- ¿Qué le pasó a Isaac?
- Lo dicho, que Isaac bebió demasiado y tuve que traérmelo a casa, porque estaba fatal. Mareado y apenas podía andar. Y hoy está todo el día en el baño vomitando.
- Vaya con Isaac… - oí que decía Nanni al otro lado de la línea. – Bueno, ¿y pasó algo más después de irme?
- Algo pasó, pero nada importante. ¿Y tú qué? ¿Qué pasó con Eric?
- ¡Ay! Si yo te contara…
- Pues cuéntamelo, ¿¡a qué esperas!?
- Prefiero contártelo en persona. ¿Puedo ir a tu casa?
- N, eso no se pregunta. Sabes que sí. Mi casa, es tu casa.
- Vale. Me visto y me voy para tu casa. En media hora estoy allí.
- De acuerdo. Te espero.

Oí como colgaba el teléfono. Después hice yo lo mismo. Me senté en la cama y pensé. Cogí de nuevo el móvil, pero esta vez llamé a Auro.

- ¿Sí? – contestó.
- Auro, soy Leire.
- ¡Leire! ¿Cómo estás? Tengo una resaca, que no puedo conmigo misma.
- Yo también, pero ya se me está pasando. Oye, ¿te vienes ahora a mi casa? Nanni está de camino.
- ¿Sí? ¿Qué vais a hablar de lo de anoche?
- Claro, ¿de qué si no?
- De acuerdo. En nada estoy allí, que eso no me lo pierdo.
- Vale. Aquí estoy.

Colgué el móvil y lo dejé encima de la mesita de noche. Me levanté de la cama y miré a mí alrededor. El cuarto estaba hecho un desastre. La ropa de la noche anterior estaba esparcida por el suelo. No me había detenido ni a dejarla encima de la silla. La cogí y fui a tirarla a lavar a la habitación de la colada. Hacía mucho olor a tabaco, aunque yo no había fumado.
Subiendo las escaleras, llamaron al timbre. Bajé los pocos escalones que había subido y abrí la puerta. Nanni se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo.

- ¡Ay, Leire, Leire! Lo que te tengo que contar. Vas a flipar en colores.
- ¿Qué dices?
- Lo que oyes. – dijo volviéndome a abrazar.
- Pero espera un poco. He llamado a Auro para que viniera ella también, así nos enterábamos las dos a la vez.
- Estás en todo. Me gusta, me gusta.

Nos sentamos las dos en el sofá. Nanni me miró de arriba abajo y puso cara de asombro. No sabía por qué lo hacía, pero cuando me miré y vi que aún estaba en pijama lo entendí todo. Las dos nos reímos sonoramente.
Auro llamó a la puerta y me levanté enseguida a abrirle. Las tres juntas, nos subimos a mi habitación para poder hablar de forma más tranquila. Sabía que en el comedor no nos iban a molestar porque mi madre no estaba, Isaac estaba encerrado en la habitación intentando no ir más al baño y Carla, también es su habitación, descansando un poco, ya que era la que más pronto se había levantado.
Al entrar en la habitación, Nanni fue corriendo y se tumbó en la cama que, algunos minutos antes, acababa de hacer. Auro se sentó a su lado. Yo, en cambio, cogí la silla del escritorio, y poniéndola enfrente de ellas, me senté.

- Bueno, ya que estamos todas… ¡cuéntanoslo todo! Con todos los detalles, no te dejes nada, que te conozco Nanni. – le dijo Auro pegándole un pequeño codazo a Nanni en las costillas.
- Me has hecho daño, bestia. – le contestó la aludida.
- No cambies de tema, y ve al grano, que Leire y yo estamos que nos subimos por las paredes.
- ¿Eso es cierto? – preguntó Nanni. Yo sentí.
- ¿Ves? – añadió Auro. – Así que…desembucha, trucha. – todas reímos.
- Está bien. Bueno, pues cuando Auro se fue con Hugo a casa, recibí un mensaje al móvil en el que Eric me decía que me saliera del pub, que quería hablar conmigo. Dude un poco, porque tenía que dejar a Leire sola, pero ella me convenció. Así que salí y no vi a nadie, excepto a Isaac sentado en el bordillo. Le pregunté por Eric y me dijo que estaba al volver la esquina. Así que me dirigí hacia allí. – Nanni hizo una pausa para crear suspense. Auro y yo nos miramos.
- ¿Quieres seguir, por favor? – dije. – ¡Me va a dar algo pronto, si no sigues con la historia!
- Vale, vale, impacientes. Pues giré la esquina y allí estaba él: apoyado en la pared y con los brazos cruzados. ¡Estaba guapísimo, chicas! No os lo podéis ni imaginar. Se le marcaban todos los músculos de brazo. Estaba…
- Vale, vale. – le cortó Auro. – Ya nos hacemos una idea. Pero sigue, por favor.
- Bien. Pues me acerqué a él con algo de vergüenza. Nunca había estado tan a solas con él. Y es que Eric impone bastante. Bueno, que me voy por las ramas. Me acerqué poco a poco. Cuando me vio, ¿sabéis lo que hizo?
- ¡NO! ¿Qué hizo? – preguntamos Auro y yo a la vez.
- Se abalanzó directamente sobre mí, me agarró por la cintura y me beso.
- ¿Qué me estás contando? – pregunté sin dar crédito a lo que estaba oyendo.
- ¡Menudo beso! Fue increíble.
- ¿Y no te dijo nada más? – preguntó Auro intrigada.
- Si, ahora viene lo bueno. Agarraos, porque esto que os voy a decir ahora es muy fuerte, y puede ser que os de un mareo o algo por el estilo.
- ¡CUÉNTALO YA! – grité desesperada.
- Me dijo que durante esa noche se había dado cuenta de lo importante que era para él. Que desde que nos liamos en la fiesta de Edgar, él pensaba que yo tan solo era un rollo más. Pero que después de lo que había pasado en el baño, se había dado cuenta de que le gustaba de verdad, y de que pensaba que se estaba enamorando de mí. – miré a Auro. Estaba igual que yo: con la boca abierta.
- ¡Oh! Eric ha sacado su faceta más romántica. Con lo macarra que es… parece mentira que él haya podido decir esa clase de palabras. – dijo Auro.
- Pues sí, lo dijo. Me quedé de piedra.
- ¿Y qué le contestaste? – pregunté intrigada.
- ¿Queréis saberlo? – las dos asentimos. – Le dije: “Yo no creo que me esté enamorando de ti, simplemente, porque ya lo estoy” – Auro y yo empezamos a chillar y nos tiramos encima de Nanni mientras le abrazábamos y le dábamos besos sin parar.
- ¿Y qué paso después? – le pregunté cuando cada una hubo recuperado su sitio inicial, y Nanni podía respirar tranquila.
- Simplemente, él se acercó más a mí, me volvió a besar y me dijo… atentas porque no os lo voy a volver a repetir: “Me ha costado mucho decirte lo que siento por ti, pero ahora que por fin lo he conseguido, no te quiero perder por nada del mundo. Quiero que seas mía para siempre, y no pararé hasta conseguirlo” – empezamos a chillar de nuevo. – Así que… ¡estoy saliendo, oficialmente, con Eric! – nos abalanzamos de nuevo hacia Nanni.

No podía creer lo que le había pasado a Nanni. Ella, durante años, había ido detrás de Eric, pero nunca había podido conseguir nada con él porque siempre había estado con Carla. Y, cuando mi hermana y Eric rompieron, Nanni vio una oportunidad clara en ir a por él. Y le había salido de maravilla. Había conseguido que él se fijara en ella, algo bastante difícil, porque Eric nunca le había dirigido, ni siquiera, una simple mirada o un escueto hola. Pero todo había salido a pedir de boca, y, por fin, había conseguido lo que ella tantos y tantos días había soñado: estar con el chico que le gustaba.

Safe Creative #1004276126463

PD: Hola a todos! La entrada de hoy es más larga, porque el jueves no voy a poder postear. LO SIENTO MUCHO. Pero es que el viernes tengo un examen bastante dificil, y no creo que tenga tiempo para subir nueva entrada. Espero que lo comprendais. Gracias por estar ahí todos los martes y los jueves. Y sabeis que me podeis preguntar lo que querais en http://www.formspring.me/LeireBlog SIEMPRE VUESTRA. LEIRE.

jueves, 22 de abril de 2010

¡Que mala es la resaca!

Abrí los ojos. Mi cuarto daba vueltas mientras sentía unos fuertes pinchazos en la cabeza. Parecía que tuviera una banda de música tocando cerca de mi oreja. ¡Qué sensación más horrorosa! Me di la vuelta, pero el dolor de cabeza no cesaba. Miré el móvil que estaba encima de la mesita de noche. Las dos y media del mediodía. ¿Y mi madre no había venido a despertarme? Eso era un poco raro.
Me levanté como pude de la cama, agarrándome por el camino a todo lo que pillaba. Aún estaba mareada y no tenía fuerzas no siquiera para andar. Era incapaz de poner un pie detrás del otro.
Fui el cuarto de baño. No había nadie allí. Me miré al espejo. “Que cara tan horrible”, pensé. Abrí el grifo del agua fría y me lavé un par de veces la cara. Esperaba que eso me despejara un poco, aunque no fue del todo así.
Alguien abrió la puerta del baño e Isaac entró a toda prisa, levantó la taza del váter, y agachándose un poco, empezó a vomitar.
Puse cara de asco e, inmediatamente después, salí del baño cerrando la puerta a sus espaldas. Pobre Isaac. Ayer se pasó demasiado y ahora estaba pagando las consecuencias. Así seguro que la próxima vez controlaba más lo que bebía y lo que fumaba.
Fui de nuevo a la habitación. Ya eran las dos y media y el estómago empezaba a rugirme. Tenía un poco de angustia, pero el hambre era superior a todo lo demás. Me recogí el pelo en una coleta, y sin quitarme el pijama bajé a la cocina.
Carla estaba entre los fogones. Eso si era extraño. Y lo más raro aún, es que lo que estaba cocinando hacía buena olor.

- ¿Qué estás haciendo, Carla? – le pregunté sentándome en una de las sillas de la cocina.
- Pues la comida, ¿qué si no?
- ¿Pero mamá no está?
- No, se ha ido a comer a casa de Rita. La ha invitado. Y mamá no ha podido negarse.
- Lo entiendo. ¿Y qué estás preparando? Porque huele de lujo.
- Son espaguetis a la carbonara. Es la primera vez que los hago, pero no tienen muy mala pinta. – me levanté y me asomé a la cacerola. Realmente, tenían buen aspecto. - ¿Qué tal llevas la resaca?
- Bien. Bueno, tengo algo de angustia, pero también tengo hambre, así que… ¿y tú qué?
- ¿Yo? De lujo. A penas tengo dolor de cabeza. Bebí bastante, pero lo hice poco a poco. Y ahora casi no tengo resaca.
- Pues díselo a Isaac, porque él si que está mal. Ayer me dio un buen susto.
- Ya, ya lo sé. Me lo ha estado contando antes. Seguro que le sirve de lección. La próxima vez se controlará más.
- Eso espero. Yo no quiero llevarme, de nuevo, un susto como ese.
- Por favor, no habléis tan alto. Me va a estallar la cabeza. – Isaac acababa de aparecer en la cocina. Tenía la cara descompuesta. Se sentó en una silla
- ¿Ya estás mejor? – le pregunté.
- Sí, bueno…no paro de ir al baño a vomitar.
- Menos mal que no está mamá aquí, sino ibas a ver lo que es bueno. – añadí. Isaac puso las manos en la mesa y apoyó su cabeza en ellas.
- Yo no voy a comer mucho, Carla. No quiero forzar el estómago. – dijo Isaac sin levantar la cabeza.
- No te preocupes. Tú come lo que tengas hambre.

Me levanté de la silla y empecé a poner la mesa. Isaac se levantó a ayudarme. En diez minutos ya estábamos comiendo. Y en media hora estábamos recogiendo la mesa y sentándonos en el sofá. Yo aún llevaba el pijama. Y no pensaba quitármelo en todo el día. Después de una fiesta, lo mejor que se puede hacer es quedarse en casa descansando. Y qué mejor que hacerlo en pijama.
Subí de nuevo a mi cuarto y me tumbé en la cama. Cerré un poco los ojos. Enseguida me vino a la cabeza todo lo que había ocurrido la noche anterior: Edgar, Eloy, Fanny, Dani… Había sido una noche bastante movidita, y no había tenido desperdicio. Pensaba que esa noche iba a ser especial porque, por fin, después de mucho pensármelo, le iba a decir que sí a Edgar: que quería salir con él, pasar todo mi tiempo a su lado, que me abrazara, besara y me hiciera sentir especial y única. Pero nada de eso pasó. Todo lo contrario. Me hizo sentir fatal, y lo peor aún, delante de todo el mundo. No me dejó explicarme. No quiso saber mi historia, mi argumento. No, no quiso. Era más fácil creerse todo lo que otra te cuenta sin contrastar los hechos. Eso era mucho más fácil.
Algo me sobresaltó. Mi móvil estaba sonando sin cesar. Abrí los ojos y lo cogí inmediatamente.

Safe Creative #1004226078194

martes, 20 de abril de 2010

Es un encanto.

Era Nanni.

“L, ya sé dónde está tu hermano. Está aquí fuera, sentado en la acera. Lleva una muy gorda. Sal en cuanto puedas que yo me tengo que ir. Chao peque”

Me levanté de un salto. Me tambaleé. Estaba demasiado mareada. Menuda familia. Entre unos y otros estábamos apañados.
Salí del pub. Miré a ambos de la calle. Por fin lo vi. En una acera, sentado (como me había dicho Nanni) con las piernas abiertas y la cabeza entre ellas. Fui hacia él como pude, porque yo también iba bastante mareada.

- Isaac, Isaac. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – empecé a darle pequeñas palmadas en la cara para espabilarlo, pero no obtuve respuesta. – Isaac, ¡dime algo!
- Enana, déjame en paz, quiero dormir. No me molestes. – dijo sin levantar la cabeza y casi sin vocalizar.
- De eso nada. No puedes dormirte. Ahora no, Isaac. – seguí pegándole en la cara. – Venga, espabila. No me hagas esto. ¿Pero qué mierda te has tomado?
- Solo alcohol, y dos o tres porros.
- ¡Como si fuera poco! Venga, espabila.
- No puedo. Tengo mucho sueño, y sed. – se le empezaban a cerrar los ojos.
- Isaac, no te duermas. Voy dentro a por una botella de agua, y ahora vengo. No te muevas de aquí, ¿vale? Y, por favor, no te duermas. Sobre todo, no te duermas.

Me levanté de su lado, y corriendo, como pude, entré dentro del pub. Me fui directamente a la barra. Al llegar, pedí una botella de agua. Rebusqué en mi bolso el dinero. No encontraba en el monedero. “¡Mierda!” pensé, “Ahora no”.

- ¿Ahora te has pasado al agua? ¿Ya te has cansado del Vodka? – me giré hacia donde provenía la voz. Era Dani.
- No, que va. Es para mi hermano. Está ahí fuera, muy mal. Lleva una buena y se me está durmiendo. ¡Y encima no encuentro el dinero, joder!
- No te preocupes, sal fuera, que ya pago yo la botella de agua. Y ahora mismo salgo yo también.
- Gracias Dani.

Cogí la botella de agua de encima de la barra y salí del pub directa hacia donde estaba Isaac sentado. Le di la botella. Él bebió un poco, y dejó el resto del agua en la acera. Me mojé un poco la mano y se la restregué por el cuello y la cara. Había visto hacer eso en numerosas películas aunque no sabía del todo si estaba bien hecho.
Dani salió en ese momento del pub, y vino directamente hacia nosotros. Al ver a Isaac en ese estado, se asustó bastante. Su cara reflejaba todo. Estaba realmente asustado, pero Isaac ya estaba volviendo en sí y se estaba espabilando.

- Ya está mejor, Dani, así que puedes cambiar esa cara de asustado. – le dije.
- Madre mía, ¡si está blanco! – se puso al lado de Isaac. – Menudas llevas colega. Esta noche te has pasado de listo.
- Un poco. – contestó Isaac. – Pero ya estoy algo mejor. Me ha venido un mareo y me estaba entrando sueño, pero con el agua en la nuca que me ha echado mi hermana, ya estoy mejor.
- Para que veas lo que te cuida la enana. – dijo yo. Los dos me miraron. Isaac sonrió, aunque no era su típica sonrisa. Estaba algo más despagada.
- Si no llega a ser por ella, aquí me da algo. – añadió Isaac. – Leire, yo me quiero ir ya a casa.
- Sí, nos vamos a ir ya. – añadí.
- Chicos, yo os acompaño a casa, así me quedo más tranquilo. No os puedo dejar iros solos a casa en las condiciones en las que estáis.
- Dani, yo estoy bien. Se me ha pasado todo de golpe. Podemos irnos solos.
- Leire, no insistas que no. Os acompaño, porque como a Isaac le pase algo por el camino, tú no vas a poder con él. Así que os acompaño y me quedo más tranquilo.
- Vale, lo que quieras. – le sonreí.

Levantamos entre los dos a Isaac y nos dirigimos hacia casa. Eran cerca de las seis de la mañana, y el cielo estaba empezando a esclarecerse.
Cuando llegamos a casa, Isaac se despidió de Dani y entró en casa sin decir ni una palabra. Nos quedamos los dos solos en la puerta.

- Gracias Dani.
- ¿Por qué? Si no he hecho nada… - dijo Dani mientras se subía de forma disimulada los pantalones.
- ¿Qué no has hecho nada? Me has acompañado a casa, te has preocupado por mí toda la noche… ¿qué más quieres?
- Lo que ahora quiero sé que no va a ocurrir, así que no pido nada. – los dos sonreímos tímidamente porque sabíamos perfectamente a lo que se estaba refiriendo.
- Buenas noches, Dani. – le di un dulce beso en la mejilla.
- Buenas noches, Leire.

Entré en casa y cerré la puerta. Me quité los tacones para no hacer ruido y no despertar a mi madre. Isaac ya se había acostado. La puerta de su habitación estaba cerrada.
Pasé a mi habitación, me quité la ropa, me puse el pijama y me desmaquillé. Me acosté en la cama. Puf. Menuda nochecita. Había pasado de todo. Pero estaba demasiado cansada como para empezar a recordar todo lo que había ocurrido.

Safe Creative #1004206064865

jueves, 15 de abril de 2010

Paréntesis*

¡Hola a todos! Como sabéis, este es el primer jueves que posteo después de que vosotros eligierais el nuevo horario.

Pero, lo siento mucho, hoy no voy a poner un nuevo trozo de la novela porque hay algo que quiero comentaros que me interesa algo más.

Sé que mucha gente lee mi historia y se siente identificada con ella. Lo que me gustaría es que me pusierais en un comentario con que situación de la novela os habéis sentido identificadas u os haya pasado algo parecido en vuestra vida real.
También me gustaría que pusierais que echáis de menos en la historia (personajes, acciones, formas de ser…) o situaciones que os hayan pasado que os gustaría que pasaran (de forma similar) en la novela.

Hago esto porque me gusta que mis seguidores participen directamente en la novela, para que se sientan involucradas dentro de la historia y sea lo más real posible.

De nuevo, lo siento. Espero que me perdoneis. Un beso a todos. SIEMPRE VUESTRA. LEIRE.

PD: El blog lleva más de 100.000 visitas. Gracias a todos vosotros que siempre habéis sido fiel al blog y a la historia. Muchas gracias

martes, 13 de abril de 2010

En este mundo tiene que haber de todo

Entré de nuevo al pub. Todo el mundo seguía en la pista bailando, excepto Nanni y Auro que se encontraban en una de las mesas hablando. Me hice paso, como pude, entre la multitud y me senté con ellas.

- Hola chicas.
- Hola Leire. – me dijo Nanni. - ¿Cómo estás? Me acabo de enterar de lo que te ha dicho Edgar. ¡Pero te has perdido lo mejor! Auro ha entrado toda rabiosa y le ha pegado cuatro gritos a Edgar. ¡Se ha quedado de piedra! No sabía qué decir. – Auro sonreía victoriosa.
- ¿Enserio? – pregunté, aunque sabía de sobra la respuesta. No conocía a Auro de mucho tiempo, pero sabía lo que era capaz de hacer.
- Te lo juro. – dijo Nanni. – Ha estado fabuloso. Por cierto, ¿cómo estás? Que antes no me has contestado.

Les conté todo lo que me había pasado fuera: lo que Fanny me había dicho, lo de Eloy y todo lo demás.

- Y eso ha sido todo. ¿Y tú qué, Nanni? Antes hemos ido al baño y parece ser que te hemos pillado muy ocupada.
- Sí, bueno… - dijo la aludida.
- ¿Cómo que sí, bueno? – gritó Auro. - ¡Te estabas comiendo la boca con Eric!
- ¡Tshh! Calla. – dijo Nanni mirando a su alrededor. Auro había elevado demasiado el tono. – No quiero que se entere nadie.
- ¡Pero si te ha visto todo el mundo!
- Eso no es verdad. Solo me habéis visto vosotras.
- No creo. Te habrá visto todo aquel que haya ido al baño, lo que pasa es que no se habrán atrevido a pasar para no interrumpiros, como nosotras.

Nanni miró a Auro, y después a mí, pero no añadió nada más. Miré al suelo. Auro se dio cuenta y me dio un beso en la mejilla. No dijo nada más, ya que con ese beso sobraban las palabras.
Desvié la mirada hacia la pista de baile. Carla y Hugo bailaban alegremente los dos juntos; Eloy y Dafne estaban en la barra y hablaban entre besos y abrazos; Cynthia y Ben salían ese mismo momento fuera del pub; y Fanny y Edgar estaban sentados en otra mesa. Ella le estaba contando algo, pero Edgar solo hacía que dar caladas a un cigarro que se acababa de encender. ¿Cómo puede cambiar tanto una persona en tan solo un par de horas?
Me costaba comprender e intentar asimilar todo lo que había ocurrido. No entendía por qué no me había dejado explicarle lo de Eloy. Seguramente se lo hubiera aclarado, y todo se habría arreglado. A saber lo que le había contado Fanny. Seguro que había tergiversado toda la historia. De eso estaba segurísima. ¿Cómo podía ser así? Simplemente, porque en este mundo tenía que haber de todo.

- ¡Leire! ¿Estás o no estás? – Nanni me estaba hablando. Salí de mis pensamientos sobresaltada.
- Sí, estoy. Lo siento. Estaba pensando en otras cosas.
- Ya, nos hemos dado cuenta. Bueno, nosotras nos vamos a ir ya a casa. ¿Tú qué vas a hacer? – preguntó Auro. – Mi hermano me está haciendo señas en plan de que se va, por lo que supongo que tu hermana Carla también.
- Pues no sé lo que voy a hacer, chicas. No quiero irme sola a casa, pero es que no sé donde está Isaac. ¿Lo habéis visto? – miré a Auro.
- A mí no me mires. No me ha hecho caso en toda la noche. Y hace bastante tiempo que no lo veo por aquí. – miró de nuevo a Hugo, que estaba en la pista de baile y seguía haciéndole señas. – Bueno, lo siento chicas, pero yo me voy ya. Os llamo mañana para ver que tal lleváis la resaca post-fiesta. – sonrió.
- Adiós. – contestamos Nanni y yo a la vez.

Auro se fue hacia donde estaban Hugo y Carla. Mi hermana se despidió de mí con la mano. Lo mismo hizo Hugo y, más tarde, Auro. Esperaba encontrar a Isaac, o me tendría que ir sola a cada.
Nanni recibió un mensaje en el móvil. Lo miró, y una sonrisa apareció como por arte de magia en su cara.

- ¿De quién es el mensaje que acabas de recibir? – pregunté.
- Es de Eric. Me ha dicho que no va a tardar mucho en irse, pero que antes quiere hablar conmigo. No sé que querrá decirme.
- Yo si lo sé. Puede ser que quiera despedirse de ti porque hasta el lunes no te va a ver.
- No sé yo que decirte. Esto de hoy ha sido otro lio más, como el de la fiesta de Edgar. El lunes, él volverá a pasar de mí, como siempre y todo volverá a la normalidad.
- Eso no lo sabes, N.
- Tía, lo conozco. Sé cómo es Eric. Bueno, las dos sabemos cómo es Eric.
- Sí, pero no sé… a veces sorprende.
- Eso es verdad. Bueno, pues me voy fuera. Pero, ¿y tú? ¿Qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar aquí sola?
- No, ahora buscaré a Isaac y nos iremos a casa. No te preocupes por mí.
- ¿Enserio, L? Que a mí no me sabe mal. Le digo a Eric que luego nos vemos y ya está.
- Que no, que no. Tú vete. No sufras por mí. De verdad.
- Bueno… si pasa algo mándame un mensaje al móvil, ¿de acuerdo? O me llamas.
- ¡Que sí! Anda, vete ya.

Nanni me dio un beso en la mejilla y salió también del pub. Y ahí estaba yo, en una mesa, sola, sin nadie con quien poder hablar. Y encima Isaac no estaba en el pub. ¿Cómo iba a volver a casa? No quería irme sola. Era de noche y me daba un poco de miedo.

En ese momento recibí un mensaje.


Safe Creative #1004135992062

NOTA DE LA AUTORA: Como sabeis, hoy empiezo a postear los martes y los jueves, por eso la entrada es algo más corta de lo habitual. Por lo demás, espero que os haya gustado. SIEMPRE VUESTRA. LEIRE.

martes, 6 de abril de 2010

"Y es que en el amor, cualquier cosa vale. O al menos eso es lo que dicen"

Ya podía buscar a Nanni. Allí estaba ella, junto con Eric, besándose con pasión pero a la vez con amor. Nos dimos la vuelta y nos fuimos de allí. Salimos fuera del pub.

- ¿Has visto a Nanni? Joder, como se comían la boca. ¡Qué envidia! – dijo Auro.
- Ya te digo. – añadí yo.
- ¿Tú? ¿Pero qué estás diciendo? No te hagas la tontita que te he visto perfectamente que te has besado con Dani, que te he visto.
- Sí, pero era para darle envidia a Edgar. Ha sido un sencillo beso entre amigos, nada más.
- Leire, conozco a mi primo, y te puedo asegurar que le gustas, y no es poco.
- ¡Qué va, tía! No marees, que no. Solo somos muy buenos amigos.
- Ya me dirás, ya. Avisada estás. – Auro cruzó los brazos para aparentar que estaba enfadada. Nos miramos y empezamos a desternillarnos de risa. - ¿Y qué tal besa Dani?
- Solo ha sido un beso, pero he de confesarte que besa mejor que Edgar. – las dos volvimos a reírnos.
- Lo que yo decía. Una puta. Eso es lo que eres. – la voz provenía de detrás de nosotras. Era Edgar. Me miró con cara de asco y se metió de nuevo dentro del pub.
- Me estoy cansando ya de ese gilipollas. Y me estoy cansando más aún de que te esté insultando a todas horas. Éste se va a enterar de quien es Auro. – quise detenerla, pero no pude. Fue más rápida que yo, y se metió, también, dentro del pub.

Pasaba de líos y de más líos, por lo que me quedé fuera. No quise entrar. Tenía que hacerlo, pero algo me lo impedía. Quizá la cobardía. Quizá el miedo. No sabía muy bien lo que era. Solo sé que no pude entrar a parar a mi amiga. Quizá quería que Auro le dejara las cosas claras a Edgar, porque yo sabía que no iba a ser capaz. Lo quería demasiado.

- Me encanta. – era ella. Podía reconocer su voz a distancia. Fanny dio dos o tres palmadas, en señal de júbilo. – Tu amiguita Auro le está montando el mayor pollo de la historia a Edgar.
- ¿Y qué haces aquí? ¿No deberías estar dentro defendiendo a tu querido? – contesté casi con lágrimas en los ojos, aunque pude contenérmelas.
- ¿Yo? Ya se apañará él, que ya es bastante mayorcito para arreglar las cosas solo. – se acercó algo más a mí. – Además, prefiero estar aquí, contemplando lo bien que me ha salido el plan.
- Si, Fanny. El plan te ha salido de lujo. Le has contado a Edgar que me lié con Eloy en su fiesta, aunque ya no venía a cuento. Y encima se piensa que soy una cosa que no soy. – la miré de arriba abajo. – Se ha equivocado de persona.
- ¿Estás insinuando que soy una guarra? – se acercó aún más a mí. Me dio miedo. Pero tuve el suficiente valor como para dar un paso adelante y quedarme frente a ella. Cara a cara.
- ¿Tú qué crees? – la miré desafiante.
- Puede ser. – desvió la mirada hacia arriba. – Pero soy yo la que tengo a Edgar. – me miró de nuevo a la cara. – Fanny uno, Leire…cero.

Se dio media vuelta y entró dentro del pub. Me quedé allí, de pie, sin saber qué hacer. No quería volver dentro del pub. No quería encontrarme ni a Edgar ni a Fanny. No. No quería. Había intentado hacerle frente a Fanny, pero no había podido con ella. Me había ganado. Jugando sucio, pero me había ganado. Siempre tenía que tener la última palabra. Debía asimilar la derrota. Estaba demasiado cansada de la situación como para seguir luchando contra una persona que siempre ganaba, aunque para conseguirlo tuviera que hacer daño a miles de personas. Y es que en el amor, cualquier cosa vale. O al menos eso es lo que dicen.

En ese momento vi aparecer por la puerta del pub a Dafne. Con ella iba también Eloy. “Lo que me faltaba” pensé. No tenía ningunas ganas de hablar ni con uno, ni con el otro.

- Hola Leire. ¿Qué haces aquí sola? – preguntó Dafne.
- Estaba un poco agobiada de tanta gente, y me he salido un rato a tomar el aire.
- ¡Ah! Bueno… ¿pero no te pasa nada, no? – me volvió a preguntar.
- Que no, que no. Enserio. No te preocupes. – era mentira, pero no tenía ganas de explicarle todo lo que me había pasado.
- Vale. Yo me voy dentro a bailar otro raro, ¿te vienes Eloy?
- No, me quedo aquí un rato tomando el aire. Ahora dentro de unos minutos vuelvo a entrar.
- De acuerdo. Te espero dentro. – Dafne se acercó a Eloy y le dio un beso en los labios.
- Hasta luego preciosa.


Dafne entró adentro de nuevo, dejando a Eloy a solas conmigo. Me miró. Yo desvié la mirada. Después de Edgar y de Fanny, era con la persona que menos me apetecía hablar. En cierta manera, todo había surgido a causa de él. Si no me hubiera liado con Eloy en la fiesta de Edgar nada de esto habría pasado.

- A mí no me engañas, Leire. Nos conocemos muy poco, pero lo suficiente para saber que estás hecha polvo. Y es por lo de Edgar.
- Lógico que estoy hecha polvo. Miento. Estoy hecha mierda. No me apetece nada estar aquí, pero... ¿y qué? ¿A quién le importa eso? ¡A nadie!
- Yo he salido a hablar contigo, ¿no? Eso es porque algo me importarás.
- No, tú has salido a tomar un poco el aire, y da la casualidad de que me has encontrado aquí fuera.
- No. He salido porque he visto que después de salir tú, ha salido Fanny y Edgar. Él ha entrado de mala ostia y Fanny se ha quedado hablando contigo. Y como sé que Fanny solo hace que joderte, he salido para ver si estabas bien. Pero tú créete lo que te apetezca.
- ¿En serio? – le pregunté casi con lágrimas en los ojos.
- Claro que sí, Leire. – se acercó y me abrazó. – Que porque esté saliendo con Dafne no quiere decir que tú no me importes. Como te dije en aquella fiesta, tú eres una chica diferente a las demás, y me diste confianza. Yo te ayudé a que no te derrumbarás cuando viste a Edgar con Fanny. Y te voy a ayudar en todo, siempre que esté en mis manos.
- Gracias, Eloy. – agaché la cabeza. – Cuando esta noche te he visto con Dafne, pensé que eras un imbécil y que me habías mentido. Pero ahora sé, que eres muy buena persona y voy a poder confiar en ti.
- Por supuesto que sí, Leire. Por supuesto que sí. – me abrazó de nuevo, pero esta vez el abrazo duró algo más que el primero. - ¿Entonces estás mejor o qué?
- Sigo hecha mierda, pero menos. – no pudimos evitarlo y los dos sonreímos.
- Así me gusta. Que sonrías. Estás preciosa cuando lo haces. – volví a sonreír. – Bueno, pues me voy adentro. No quiero que Dafne se enfade conmigo. Si necesitas algo, ya sabes.
- Sí. Gracias Eloy. No te preocupes.

Eloy se dio me dio media vuelta y entró dentro. ¡Increíble! Lo que me acababa de pasar había sido increíble. Nunca había podido imaginar que, después de todo, Eloy era una buena persona. A lo mejor me había anticipado a sus actos. Podía ser. Pero después de lo que acababa de ocurrir sabía que podía contar con Eloy. En cierta manera, me alegré.

Safe Creative #1004065917388