sábado, 23 de mayo de 2009

Una cena no muy tranquila

Abrí la puerta de casa. Isaac estaba en la cocina preparando la cena, mientras que Ben ponía la mesa. “Que chicos más apañados” pensé. Dejamos las bolsas en la encimera de la cocina. Isaac se alegró al ver tantas cervezas. “Esta noche va a ser buena” dijo Ben.
Nos sentamos todos alrededor de la mesa. Mi hermano había echo para cenar unas pizzas que mi madre guardaba en el congelador para casos como estos. Nos abrimos cada uno una lata de cerveza y entre risas se nos hizo las once de la noche y con todas las cervezas vacías encima de la mesa.
- Ya sabía yo que al final Leire iba a beber algo más de una cerveza. – dijo Edgar. La verdad es que llevaba dos, es decir, me había bebido un litro. Iba bastante mareada.
- Si es que te puedes fiar poco de mi hermana. – dijo Isaac mientras recogía la mesa. Quería ayudarle, pero no me atrevía a levantarme.
- ¿Cuándo va a venir Carla? – pregunté mientras apoyaba la cabeza en mi brazo que se encontraba encima de la mesa.
- Eso, eso, ¿cuándo va a venir Carla? Porque está tremenda… - dijo Ben resoplando.
- Los tíos siempre pensando en lo mismo. Vosotros si que sois todos iguales. – dije sin levantar apenas la cabeza.
- Eso no te lo crees ni tú. – era Edgar, que me miraba desafiándome.
- Pero si habéis comprado Vodka también. – dijo Isaac mientras sacaba la botella de una bolsa de plástico. Puso unos vasos de chupito encima de la mesa. – Pues habrá que abrirla, ¿no?
- Hacer lo que queráis, pero conmigo no contéis porque mañana hay clase y ya me he pasado. – no quería pasarme, aunque ya lo había echo. Pero no quería perder más el control.
- Va, Leire, no me falles ahora, que lo estamos pasando bien. – era Edgar, y estaba claro que así no me podía negar. Este chico me iba a matar algún día.
- Esta bien, pero solo uno, y me voy a acostar.

Nos bebimos todos uno de golpe. Era lo más malo que había probado en mi vida. No entendía como me había dejado convencer. Puse cara de asco, e Isaac soltó una risotada. Tendría que ser gracioso verme la cara que ponía cuando algo no me gustaba. No lo podía remediar, me salía solo.
Me levanté para irme a la cama como había prometido, pero en ese instante alguien abrió la puerta de casa. Guardamos corriendo todo en una bolsa y lo escondimos debajo de la mesa, y nos sentamos alrededor de la mesa como si estuviéramos tranquilamente charlando del instituto. “Por favor, que no sea mamá” pensé.
Nos quedamos mirando todos hacia la puerta para saber quien había entrado en la casa. Y como siempre, Carla hizo una espectacular entrada. Todos resoplamos como símbolo de tranquilidad, y volvimos a sacar todo de debajo de la mesa.
- ¿Qué estáis haciendo? - preguntó Carla mirándonos a todos.
- Pues lo que ves, tomándonos aquí unos chupitos en plan amigos. ¿Te apuntas, hermanita? – era Isaac. Iba bastante contento y eso se le notaba porque no paraba de mirar a Carla de arriba abajo. Aunque fueran hermanos, siempre he pensado que si no hubiera esa relación de parentesco, Isaac le encantaría salir con Carla.
- Bueno, me vendrá bien para relajarme, porque con Eric cada vez estoy peor.
- Pero si me dijiste que no estabas con él, ¿no? – pregunté intrigada.
- Claro que no estoy con él, pero no para de pedirme que por favor volvamos, que no puede vivir sin mí. – dijo Carla mientras se llenaba un vasito de Vodka y se lo bebía de un trago sin poner cara de desagrado.
- Dile que no, que así estás muy bien, Carla. – era Ben. Estaba claro que algo le gustaba Carla.
- Claro que sí. Así voy a seguir. – se echó de nuevo otro chupito y se lo bebió de un trago. Yo la miraba perpleja.
- Ahora si que me voy ya. Os dejo aquí a Carla que seguro que os tiene que contar muchas cosas. – dije levantándome de la silla. – Mañana nos vemos en clase chicos. Buenas noches.

Me despedí dando un beso al aire. Isaac me dijo que ellos se quedarían un rato más. Le contesté que a mí no me importaba, pero que no se acostaran tarde por si acaso aparecía mamá antes de lo esperado, aunque no lo creía.
Me costó bastante subir las escaleras. Oí como Ben decía algo en la cocina, y todos se reían. Entré en mi habitación y me puse el pijama. Cuando estaba dejando la ropa encima de una silla oí como alguien llamó a la puerta. Sería Carla o Isaac por lo que contesté con un “adelante” sin prestar mucha atención. La puerta se abrió y me giré.

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