martes, 2 de noviembre de 2010

¿Seguro? Porque yo creo que no.

Pronto llegó Auro junto con Isaac. Se despidieron con un beso en los labios, al igual que Nanni y Eric, e Isaac entró dentro del instituto después de darme un beso en la mejilla.

No tuve que decirle nada a Auro. Tan solo nos miramos y lo supimos todo. Nos abrazamos.

- Ahora que ya estamos bien… - empezó diciendo Nanni. – Espero que esto no vuelva a pasar. Porque esto que nos ha pasado ha sido una tontería, y de las grandes.
- Qué razón tienes. – añadí. – Lo siento mucho, chicas. No volveré a comportarme como una niña de tres años, e intentaré no ver cosas que no están ocurriendo.
- No te preocupes, Leire. No te culpamos. Entendemos perfectamente lo que te pasó. Pero quiero que comprendas, que pase lo que pase, no nos vamos a separar nunca. Y menos por culpa de los chicos. Porque la amistad está por encima todo.
- Joder, como os quiero chicas. – dije. Hicimos un abrazo colectivo.

Entre risas entramos dentro de la clase. Allí ya estaban todos nuestros compañeros. Y entre ellos, Edgar, que intentó disimular, pero pude ver claramente que me miraba de arriba abajo.

Mis amigas se sentaron juntas, como tenían costumbre hacerlo. Cynthia, desde la otra parte de la clase, me hacía señas para que me sentara con ella. Detrás, como el día anterior, seguían estando Ben y Edgar.

- Cariño. – me dijo Cynthia mientras me daba un beso en la mejilla. - ¿Qué tal estás?
- Muy bien, ¿y tú? – le pregunté mientras sacaba las cosas de mi mochila.
- Bien, también. Ayer me lo pasé muy bien. Podríamos repetir algún día de estos.
- Claro, cuando quieras.
- Sí, pero la próxima vez me invitáis a mí también. – la voz provenía de detrás nuestra. Era Ben el que hablaba.
- Eso no te lo crees ni tú, chaval. – le contestó Cynthia.
- ¿Y eso por qué? Por cierto, ya me podías haber contestado ayer a algún toque, ¿no?
- Estaba con Leire tranquilamente. No me iba a poner a hacerte toques cuando estábamos hablando. Además, ¿qué más te da?
- ¡Claro que me da! – se alteró Ben.
- ¿Y por qué? Si se puede saber. – preguntó Cynthia intrigada, aunque yo sabía que Ben no le iba a contestar.
- Pues porque…sí, y ya está.

Cynthia, enfadada, se dio media vuelta sin decirle nada más. A ella también le gustaba Ben, pero ella quería que él se lo demostrara invitándola a salir. Pero, al parecer, Ben no se atrevía.

Cuando llegó la hora del recreo, todos los de la clase recogimos nuestras cosas. Me acerqué a la mesa de Auro y Nanni y las esperé allí mientras ellas recogían las cosas.

- Chicas, ¿vais a ir a la cafetería? – era Cynthia que acababa de llegar a la mesa en la que estábamos nosotras.
- Sí, vamos a ir ahora, en cuanto Auro y Nanni terminen de recoger. – le contesté.
- Vale, pues me espero a que recojan y me voy con vosotras, ¿vale?
- De acuerdo. – le contestó Auro.

Nos fuimos las cuatro a la cafetería. Allí, como siempre y todos los días, ya se encontraban todos los demás, hasta incluso Edgar. Miré a ambos lados de la cafetería y vi a Fanny en otra mesa junto con sus amigas. “Ya me extrañaba a mí que ella no estuviera” pensé. Cogimos unas sillas y nos sentamos con ellos. Auro y Nanni junto con sus respectivos novios, pero esta vez no me supo mal, porque yo estaba al lado de Cynthia y de Carla.

- Oye, como molan tus zapatillas. – dijo Cynthia mientras miraba mis Converse. – Yo también quiero comprarme unas, lo que pasa es que no me decido por el color.
- Yo también tengo unas. – Carla se acaba de añadir a la conversación. – Pero las mías son rosas, lo que pasa que hoy, como sabía que ella y mi hermano se las iban a poner, no me las he puesto.
- Claro, no vaya a ser que te contagie algo. – dije yo de mala leche.
- Que no, enana, que no lo digo por eso, joder. Lo digo para así estrenarlas yo sola. – empezó a reírse, aunque a mí no me hizo mucha gracia.
- Y los pantalones rojos están muy chulos. Me gustan un montón. – sonreí en señal de agrado. – La verdad es que me encanta como vas hoy. – me sonrojé. Me halagaba que Cynthia me dijera eso, porque ella siempre iba perfecta.

El móvil que llevaba en el bolsillo empezó a vibrarme. Me levanté para poder sacarlo del bolsillo y vi que tenía un mensaje. Lo abrí. Era de Dani.

“¿Te apetece hacer algo conmigo mañana por la tarde?”


No ponía nada más en el mensaje. Sencillo y corto, pero directo. Me apetecía quedar con él, pero… ¿adónde podía ir con él? Podría llevarlo al Tomato, a lo mejor le gustaba, o quizá, hasta lo conociera.

“De acuerdo. Si quieres vamos al Tomato y nos tomamos algo allí. ¿Te parece bien sobre las seis? Un beso”

Enseguida su contestación llegó a mi móvil.

“Vale. El jueves a las seis voy a recogerte a tu casa. Hasta entonces.”


Una sonrisa apareció en mi rostro. Había quedado con Dani el jueves por la tarde.

- ¿Y esa sonrisa? – preguntó Carla. Se había dado cuenta de que había sonreído al recibir los mensajes de Dani.
- Por nada, ¿por qué? – dije intentando quitarle importancia.
- ¿Por nada? No me mientas, que te conozco. ¿De quién era el mensaje?
- De Dani. – le contesté.
- ¿Dani? ¿Y qué quería?
- Quería volver a quedar conmigo el jueves.
- ¿Es que estás quedando con Dani? – dijo Cynthia con un tono de voz bastante elevado. Tanto, que lo oyeron todos los que estaban en la mesa. Edgar dirigió enseguida su mirada hacia mi rostro. Su cara hablaba por sí sola.
- Sí, y me gustaría que no lo supiera nadie, si no te importa. – dije bajando mi tono de voz algunos decibelios, para que tan solo lo oyeran Cynthia y Carla.
- Lo siento. Pero no es nada malo estar quedando con un chico, ¿no? – añadió Cynthia.
- Claro que no, pero es que no estoy quedando con él en plan de pareja, sino que solo estamos saliendo como amigos, nada más. Y no me apetece que la gente se piense cosas que no son.
- ¿La gente? ¿O quizá Edgar? – me soltó Cynthia. Me quedé de piedra.
- A mí ese chico ya me da igual. – dije intentando salir airosa de la situación.
- ¿Seguro? Porque yo creo que no.


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