martes, 12 de octubre de 2010

Solo dale tiempo.

Nanni y Eric se despidieron con otro beso, y las tres entramos, por fin, en clase. Y, de repente, me topé con su mirada. Edgar estaba sentado en las últimas mesas, al lado de Ben. Era extraño que no estuviera con Fanny, la que era ahora su novia. ¿Habría pasado algo entre ellos? ¿O solamente no querían estar juntos todo el tiempo? Miré hacia el otro lado de la clase. En la otra punta estaba Fanny junto con sus “amigas”, porque no sabía a ciencia cierta si Jess, Karen o Raquel eran amigas de Fanny.

Me senté al lado de Cynthia. Estaba delante de ellos, pero eso no me importó demasiado. Le saludé. Ella hizo lo mismo. Me acomodé en mi asiento y saqué todas las cosas preparada para cuando el profesor viniera a dar la clase.
En ese instante Cynthia se giró hacia atrás. Al parecer Ben le había tocado el hombro para que ésta se girara.

- ¿Qué quieres? – le dijo Cynthia con un tono no muy amigable.
- ¿No me vas a preguntar dónde estuve ayer todo el día? – preguntó Ben impaciente porque ella se lo preguntara.
- No, no te lo voy a preguntar porque no me interesa para nada.
- ¿Enserio?
- Claro que es enserio. O si no te lo habría preguntado ya, ¿no? ¿Y lo he hecho? ¿Verdad qué no? Pues ya está. No me interesa.
- Pues vaya. – noté decepción en la voz de Ben.

Cynthia volvió a girarse hacia adelante. Se me quedó mirando y me hizo un guiño. Entendí a la perfección lo que significaba. Como me había comentado el día de antes, a Cynthia le gustaba Ben, pero quería ir poco a poco. Pretendía conocerlo antes bien para luego no tener disgustos. Ella tampoco quería que él se pensara que iba detrás de él como un perrito faldero se tratase. Cynthia tenía las cosas muy claras, y no sé dejaba chafar por nadie. Era una chica decidida y que nadie podía dominar. Si ella hacía algo, era porque, realmente, ella quería hacerlo.

Las tres clases siguientes antes del recreo se me pasaron verdaderamente muy lentas. Sentir que tenía detrás mismo a Edgar hacia que no me pudiera concentrar. Tenía miedo de que en cualquier momento él pudiera decirme o hacerme algo. Pero no pasó nada de eso. De vez en cuando podía oír cómo le comentaba algo a Ben, pero siempre relacionado con algo que en ese momento estaba explicando el profesor. Si estaba cambiando, sí. Siempre que se sentaba con Ben hablaban de cualquier cosa, por muy tonta que fuera. Pero ahora no. ¿Acaso también estaba perdiendo la relación con su mejor amigo?

El timbre para salir el recreo. “Por fin” pensé. Un minuto más en esa clase y cerca de Edgar y me hubiera dado un sincope o algo por el estilo. Salí de clase y me quedé en la puerta de ésta esperando que Nanni y Auro salieran. Pero no fueron ellas las que aparecieron primero, si no Fanny con sus secuaces. Ni si quiera me dirigieron una simple mirada, excepto Karen. Iba la última de las cuatro. Cuando pasó por mi lado me dirigió tímidamente una ligera sonrisa, que yo le correspondí sin pensármelo. Me daba pena. Esperaba que fuera capaz, y pronto, de dejar a esas chicas y buscarse otras amigas que supieran apreciarla, porque realmente era muy buena chica.

Pocos segundos después salieron mis amigas y nos fuimos hacia la cafetería. Mis amigas estaban empeñadas en que fuéramos allí, ya que iban a estar Eric e Isaac. Era entendible, pero también debían pensar un poco en mí, ¿no? A lo mejor a mi no me apetecía estar en aquel sitio compartiendo espacio con Edgar. Bastante había tenido en clase. Quería relajarme, y así no lo iba a conseguir. “Leire, no seas egoísta” oí decir en mi mente. Tenía toda la razón. Debía hacer de tripas corazón e ir allí con todos.

Llegamos y mi preocupación desapareció por completo. Edgar no estaba. Uf. Menos mal. Podría estar tranquila y comportándome como realmente era.

Nos sentamos en la mesa. Auro al lado de Isaac y Nanni de Eric. ¿Hola? ¿Y yo dónde? Miré a mis amigas pero ellas no se dieron cuenta de mi situación en aquel momento. Eché un vistazo a toda la mesa sin encontrar donde sentarme. Noté como de repente algo se ponía en mi garganta impidiendo que yo pudiera tragar. Mis manos empezaban a temblar y a sudar. Un sudor frío subía hacia mi cabeza.

Me di media vuelta y salí de allí rápidamente. No se me ocurrió actuar de otra forma nada más que de esa. No quería montar un numerito, aunque sabía de sobra que ya lo había hecho.

Me fui casi corriendo al servicio de chicas. ¿Qué era lo que me estaba pasando? No lo entendía del todo bien, aunque podía saber a que era debido. Veía como cada una de mis amigas tomaba un camino diferente, y a mí me dejaban totalmente sola, sin saber qué hacer ni cómo actuar. ¿Realmente me sentía tan sola?
Una lágrima cayó por mi mejilla. La quité de allí. No quería llorar, y menos en el instituto.

Abrí el grifo de los baños. Metí las manos debajo y, haciendo como una especie de cuenco, me mojé la cara. Suerte que esa mañana no me había maquillado, sino se me hubiera corrido todo el maquillaje. Me miré al espejo. Estaba horrible. Los ojos hinchados y rojos de haber llorado.

Alguien abrió la puerta en ese momento. “Lo que me faltaba” pensé. Fanny estaba de pie, detrás de mí. Me di la vuelta.

- ¿Qué quieres? – le pregunté a la vez que me giraba para ver mejor todos sus movimientos.
- ¿Yo? Nada en especial. – se apoyó en la pared del baño mientras cruzaba los brazos.
- Entonces… ¿qué coño haces aquí?
- Venía al baño. ¿Es que a caso no puedo? – me vaciló.
- Sí, claro que puedes. Pero sé que no has venido a eso.
- Pues claro que no, payasa. He venido a reírme de ti. He visto como salías de la cafetería afectada, y quería saber lo que te pasaba para reírme a gusto.
- Ya te puedes pirar de aquí, porque no te lo pienso contar. – dije dándole la espalda y quedándome enfrente del espejo.
- Como te tomo el pelo.
- ¿A qué te refieres? – vi por el espejo que Fanny venía hacia donde estaba yo. Se puso a mi lado.
- Sé perfectamente lo que te ocurre. Ves como tus amigas te están dejando de lado para estar con sus respectivos novios.
- Eso no es verdad. – mentí. ¿Cómo podía ella saberlo?
- Claro que es verdad. Además, te lo noto en la mirada. – agaché la cabeza y miré al suelo. No aguantaba que me intimidara con su mirada. - ¿Lo ves? Y tampoco soportas que Edgar esté conmigo.
- Eso no me preocupa demasiado. Sé que no vais a durar mucho tiempo. Se os ve de lejos. Solo dale tiempo. – no estaba muy segura de lo que decía, pero lo dije.
- Bueno, eso es solo lo que piensas tú. Es una insignificante opinión proveniente de una insignificante persona.

Me miró de arriba abajo y se marchó del baño dando un portazo al salir.

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