miércoles, 20 de enero de 2010

Palabra tabú

“Riiinnng”. El despertador acababa de sonar. A penas, sin abrir los ojos, me levanté de la cama, y fui directa al baño a ducharme y arreglarme. Cerré la puerta con cerrojo. No quería que se repitiera lo mismo de hacia unos días.
Mientras me secaba, recordé el beso con Edgar. ¡Lo había deseado durante tanto tiempo! Y ahora era real. Una sonrisa salió de mis labios. Hoy era de esos días que aunque lloviera o nevara, la sonrisa no desaparecería de mi cara.
Fui a mi habitación a ponerme la ropa para irme al instituto. Una simple camiseta de tirantes y unos vaqueros de pitillo con unas sandalias romanas.

Mientras desayunaba en la cocina, mi madre bajó casi corriendo mientras se vestía por el camino. Llegaba tarde al trabajo, sin duda.
- ¿Cómo estás, cariño? – me preguntó.
- Bien, ¿por qué? – dije extrañada.
- Como ayer te acostaste sin cenar, pensé que te encontrabas mal o te pasaba algo.
- No, es que no tenía hambre.
- ¡Ah! Bueno… - miró el reloj que había colgado en la cocina. – Menos mal que hoy ya es viernes. Me voy, cariño.
- Adiós mamá. Que pases un buen día. – cerró la puerta principal de la casa.

Isaac no tardó mucho en bajar a desayunar. Cuando me vio sentada en la mesa, le salió una sonrisa pícara de su boca.
- ¿Por qué te ríes? – le pregunté.
- Por nada en especial. Solo que se te ve algo contenta este mañana, ¿no?
- Si, bueno… - dije sin dejar entrever nada.
- Venga, enana, que nos conocemos. Sé perfectamente que ayer Edgar subió a tu habitación y te besó.
- ¿Y tú cómo sabes eso? – le pregunté extrañada ante esa afirmación.
- Porque me lo ha contado él. Somos amigos, ¿recuerdas? Nos solemos contar todo. Y cuando digo todo, es todo.
- Vaya, tendré que tener cuidado con lo que hago con él, porque no quiero que luego te lo vaya contando.
- Sé a lo que te estás refiriendo, y tranquila, que si tenéis sexo, él no me contara los detalles.
- Isaac, eso no es lo que me preocupa.
- Pues debería de preocuparte. – salió de la cocina y subió a su cuarto.

No entendía por qué mi hermano había dicho eso. ¿Sexo? ¿Yo con Edgar? No, ni en broma. Era demasiado pronto para empezar a pensar en eso. Todavía no estábamos ni saliendo, ¿cómo podía pensar en sexo? Esa palabra ni se me había pasado por la cabeza. ¿Acaso se lo había comentado Edgar? Porque Isaac no dice nada por decirlo. Seguro que Edgar le había comentado algo al respecto.
Cuando bajaron mis hermanos de sus respectivos cuartos, nos fuimos al instituto. Eric ya no venía a por Carla. Ella ahora estaba con Hugo, y no pintaba mucho que Eric viniera a por ella. Aunque la relación de amistad que mantenían entre ellos, no se iba a esfumar como por arte de magia.

Cuando llegamos al instituto, mis amigas me estaban esperando en la puerta. Era algo extraño, ya que normalmente ellas llegaban justas a clase, o incluso a veces, algunos minutos tarde. Por ello, el verlas allí me resultó extraño.
- ¿Qué hacéis tan temprano aquí?
- Nos hemos levantado pronto. Hoy es viernes, el último día de la semana.
- El último día de clase, dirás. – le corregí a Nanni.
- Bueno, eso. Y como es el último día, se merece que entremos las tres juntas a clase. – sonrió Auro.
- Vamos, que lo que querías era ver a mi hermano antes de que entrara a clase, ¿no? – dije conociendo a Auro.
- ¡Sí! – añadió emocionada. – Es que es tan guapo…
- Venga, anda, vámonos a clase. No aguanto tanto amor en el ambiente. – dijo Nanni.

Las tres nos fuimos hacia nuestra clase. En la puerta, esperando a que entrara todo el mundo, estaba Fanny junto a Raquel, Jess y Karen, sus tres amigas que no se separaban de ella para nada. Al pasar por su lado, me dio un pequeño empujón. La miré con mala cara.
- ¡Uy! Lo siento, Leire. Es que me caía. – dijo mientras sonreía maliciosamente.
- Si, ya. Eso no te lo crees ni tú. Pero, bueno, no me apetece liarla aquí y ahora. Paso de ti y de tus tonterías.
- ¿Para ti son tonterías? No creo que lo que vaya a hacer con Edgar sean tonterías.
- ¿Perdona? – me giré de golpe. Mis amigas, que no estaban haciendo caso a Fanny, siguieron su camino y se sentaron en sus respectivos sitios.
- ¡Ah! Ahora ya no te parecen tonterías, ¿no? – empezó a reírse sonoramente. Sus amigas la imitaron. – Ay, Leire, que nos conocemos… - las tres pasaron por al lado mía entrando en clase y dejándome con la intriga de lo que Fanny iba a hacer con Edgar.

Resoplé. ¡Que mal me caía Fanny! Siempre hacía algo para hacerse de notar. Odiaba a esa clase de personas. No sabía por donde podía salir Fanny esta vez, pero seguro que algo bueno no era. Mis amigas siempre me decían lo mismo sobre ella: “es capaz de hacer cualquier cosa por conseguir lo que quiere”. Lo que tampoco sabía es por qué ella se había obsesionado conmigo. Si Edgar quería estar conmigo y no con ella, debía de asimilarlo y seguir con su vida. Eso es un palo muy gordo que suele pasar a casi todas las chicas, pero la vida no termina ahí. “Hay muchos chicos en el mundo” pensé.
- Hola guapa, ¿qué haces aquí fuera? La clase está a punto de empezar. – era Edgar. Yo aún estaba en la puerta de clase.
- Ya, lo sé. Es que me he topado con Fanny, y estaba aquí pensando en lo que me ha dicho.
- ¿Y qué te ha dicho? Si se puede saber, claro. – no podía contárselo. Debía esperar a que ocurriera lo que tenía que ocurrir, y no adelantarme a los hechos.
- Nada, tonterías suyas. – esperaba que fueran tonterías. Deseaba que lo fueran.

Los dos juntos entramos en clase. Fanny, al vernos, puso mala cara. Yo me reí para mis adentros. Me encantaba que estuviera celosa. Me senté en mi sitio, junto a Cynthia, que ya estaba dentro de clase. Mis amigas estaban sentadas juntas. Últimamente, siempre me sentaba con Cynthia. Era una chica bastante maja, una vez la conocías. Aunque desde siempre la había visto demasiado creída (como Carla) y no me caía demasiado bien. Pero todo el mundo sabe que las apariencias engañan.

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