lunes, 29 de junio de 2009

El timbre.

Al cabo de una hora, terminé por fin todos los deberes que me habían puesto. Mi móvil, que estaba encima de la mesa, empezó a vibrar. Lo miré. Era un mensaje de Edgar en el que ponía:
"Leire, mañana necesito hablar contigo. Supongo que sabrás a lo que me refiero. Un beso preciosa."
Claro que sabía de lo que quería hablar conmigo. Estaba claro: de lo que había ocurrido con Fanny. Seguro que se lo había contado Ben, o quizá mi propio hermano, quien sabe.

Aún era pronto. Tenía toda la tarde por delante, y no tenía ni idea de que hacer para pasar el tiempo. Empecé a buscar en mi armario los bikinis del verano. Saqué el que más me gustaba: era rojo. Me lo probé. Me miré en el espejo que tenía en mi cuarto. La verdad es que me quedaba de maravilla. Ese sería el que me llevaría para el sábado. Encima me pondría unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes con algo de escote, aunque no muy pronunciado. En los pies, unas chanclas. Cuanto más cómoda fuera, mejor. Mi hermana seguro que llevaría su magnífico bikini blanco, que realzaba sus impresionantes piernas y le favorecía a la cara.
Estaba impaciente porque llegara el sábado. Aunque no tenía ni idea de con quién iba a ir allí. Suponía que Carla se iría con Eric en el coche, y no creía que Isaac se fuera a llevar la moto, porque si no, no podría beber. Isaac se iría también con Eric. Pero yo no pintaba nada en ese coche. Nanni y Auro se irían en el coche de alguno de sus padres, por lo que les pediría a alguna de ellas si me podía ir en su coche. No habría ningún problema por su parte.
Me quité el bikini y lo puse de nuevo en el armario. Me puse un vestido para estar por casa que me encantaba. Era demasiado corto, pero era con el que más cómoda iba y con el que menos calor pasaba. Me recogí el pelo en un simple moño.
Oí que alguien llamó a la puerta. Salí de mi habitación. Nadie iba a abrir. “Leire, abre tú que me estoy duchando” me dijo Isaac desde el baño. “De acuerdo” le contesté. Bajé las escaleras casi corriendo, para quien estuviera en la puerta no tuviera que esperar demasiado.
Abrí la puerta. Lo que faltaba, y yo con esas pintas.
- Hola. – fue lo único que se me ocurrió decir.
- Hola Leire, cuánto tiempo. – la verdad es que sí, desde el cine que no veía a Dani.
- ¿Cómo estás? – le dije.
- Bien. Pero estaría mejor si me dejaras pasar. – me sonrió.
- Claro, claro. Lo siento. Pasa. – abrí más la puerta y le invité a pasar. Se sentó en el sofá del comedor.
- ¿Dónde está tu hermano? – me preguntó.
- Está arriba. Se está duchando.
- Siempre igual. Todos los días le tengo que esperar yo. La próxima vez viene él a por mí. – los dos nos reímos.
- Si es que Isaac es un tardón. Y luego está media hora para arreglarse el pelo. – nos volvimos a reír los dos al unísono.
- Dejemos de hablar de tu hermano, y háblame de ti. ¿Cómo te va todo?
- Muy bien, la verdad, no me puedo quejar. Aunque con algunos malos entendidos con una amiga.
- Esa amiga no será Fanny, ¿verdad? – no me lo estaba creyendo.
- ¿Ya te has enterado? Si que vuelan las noticias.
- Sí, me lo ha contado Ben este mediodía. – en ese momento volvieron a llamar al timbre.
- Perdona, voy a abrir. Ahora vengo.
- De acuerdo.

Fui hacia la puerta y abrí. Ahora sí que ya estábamos todos.

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