martes, 9 de febrero de 2010

Más confundida aún.

- Hola. – Edgar estaba sentado en mi cama. Al parecer me había dormido y ya eran las cinco de la tarde.
- Hola. – sonreí. Busqué desesperadamente el mp4 por toda mi cama y lo encontré debajo de la almohada. Lo apagué y lo dejé encima de la mesita de noche.
- ¿Cómo te encuentras?
- Muy bien. Me he sentado en la cama a escuchar un poco de música, y al parecer me he quedado dormida.
- Si, eso parece. – los dos reímos
- Bueno, a parte de venir para ver como estabas, he venido para hablar de algo más.
- ¿Ah, si? – me incorporé en la cama quedándome a su altura.
- Sí. Quiero que me expliques lo de la apuesta de Fanny. Pero quiero que me cuentes la verdad.
- Vale, no hay problema.

Le expliqué con todo detalle lo de la apuesta. Desde que fue ella la que vino a proponérmela, así como que la ganó al liarse con él y el que luego me amenazaba para que no me acercara a él.
- Por eso estuve unos días distante contigo. No podía dirigirte la palabra. Si me veía ella…
- Ya, entiendo. ¿Y por qué aceptaste la apuesta? ¿Pensabas que la ibas a ganar?
- No, no lo pensaba. Pero si decía que no, ella iba a salirse de todas formas con la suya. Y así, por lo menos, tenía una oportunidad para intentarlo, ¿no?
- Joder, Leire. No me esperaba esto de ti. Me has dejado de piedra. Pensaba que tú eras diferente, pero…
- Y lo soy, Edgar. Soy diferente a las demás. Bueno, tú me conoces y sabes como soy.
- Te conocía. Después de esto, no se que pensar. Yo en la fiesta quería estar contigo, y hubiera deseado que en vez de Fanny hubieras sido tú la que estuvo conmigo en esa habitación.
- Yo también, Edgar, yo también. Pero no fue eso lo que ocurrió.
- Lo sé. Pero no debes de machacarme, porque como sabes, yo no me acuerdo de nada. No lo hice porque quisiera, lo hice porque iba…
- Lo sé. No me lo recuerdes.
- Yo quería estar contigo. De hecho, creo que te lo hice saber, ¿no?
- Si, un poco. Aunque a tu manera.
- Joder, Leire. – resopló. – De la única manera que sé. – nos quedamos un par de minutos en silencio mirándonos.
- Si tanto me conoces… - empecé a decirle. – sabrás lo que estoy deseando hacer ahora, ¿no?
- Claro que lo sé, porque yo quiero hacer lo mismo.

Se acercó un poco más a mí. Colocó sus manos dulcemente sobre mi cintura, y atrayéndome hacia él, posó sus labios suavemente sobre los míos. Estaban húmedos pero a la vez calientes. Al principio, el beso fue un poco tímido pero, poco a poco, fue subiendo de tono. Me besaba apasionadamente, con ganas y deseo, y me acercaba cada vez más contra su pecho. Le separé con un pequeño empujón.
- ¿Qué ocurre? – me preguntó. - ¿Qué he hecho mal?
- Nada, nada.
- ¿Entonces?
- Vas demasiado rápido. Te dije que el sábado te daría la contestación.
- Pero si tú también querías besarme…
- Sí, pero no pensaba que lo ibas a hacer. Aún no tengo las cosas demasiado claras.
- ¿Aún después de este beso no lo tienes claro? ¿Es que no te ha gustado?
- Edgar… me ha encantado. Pero aún no sé si los pros superan a los contras. Necesito este último día para decidirme por fin.
- De acuerdo. – me sonrió. Agradecí ese gesto, ya que no estaba nada cómoda diciéndole ese tipo de cosas.

Estuvimos hablando durante un largo rato, hasta que Edgar decidió irse. Me dio un tímido beso en la mejilla, y salió de mi cuarto con paso decidido. Oí como antes de irse pasó por el cuarto de Isaac a saludarlo.

El timbre sonó. Mi madre fue a abrir la puerta. Por el tono con el que hablaba a las personas que había en la puerta, supuse que eran mis amigas. Subieron corriendo escaleras arriba y abrieron la puerta de mi habitación de golpe.
- Hola enfermita. – dijo Nanni mientras se tiraba en la cama a abrazarme.
- No estoy enferma, estoy bien. – aclaré.
- Entonces… ¿por qué estás en la cama? – preguntó Auro mientras me daba un beso en la mejilla.
- Porque me he puesto a escuchar música, y me he quedado durmiendo. Estaba algo cansada.
- Pues no se te nota en la cara. Pareces contenta. – dijo Nanni.
- Si, es que ha estado Edgar aquí. Bueno, de hecho está en el cuarto de Isaac.
- ¿Ah sí? ¿Y a qué ha venido? – preguntó un poco cotilla Auro.
- Pues a verla, ¿a qué si no? – dijo Nanni mientras sonreía y pegaba unos golpecitos en la cama.
- Y a aclarar lo de la apuesta de Fanny. Le he contado la verdad.
- Claro. Siempre la verdad por delante. Además, Fanny es la que tiene la culpa. – dijo Nanni.
- Si. Pero ha pasado algo más…
- ¿Sí? – dijeron las dos al unísono.
- Nos hemos besado. Pero un beso bastante subidito de tono.
- ¿¡Qué!? – Nanni saltó de la cama. - ¡Que fuerte! No me lo puedo creer. ¡Que bien, Leire!
- … - me quedé un par de segundos en silencio.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Auro. - ¿No te gustó?
- Si, claro que me gustó. Pero es que así lo único que hace es confundirme. Cuando tenía casi claro de que no quería nada con él, va y me da de nuevo un beso.
- ¿Cómo qué de nuevo? ¿Ya te había besado antes?
- Claro, ¿es qué no os lo he contado esta mañana?
- ¡No! – dijeron las dos a la vez de nuevo.
- Se me habrá debido de pasar…entre lo del desmayo y todo lo demás. Bueno… pues ya lo sabéis.
- Vaya… pensé que Edgar nunca se iba a lanzar. – comentó Auro.
- Yo no quería que se lanzara. Ahora las cosas son mucho más difíciles de lo que son ya de por sí.
- Ahí tienes razón. – las tres nos quedamos en silencio sin saber que decir.
- Bueno… - empezó a decir Nanni. – si ya estás bien, vamos por ahí a dar una vuelta.
- ¿Pero que estás diciendo, N? – dije. – ¡Si ya son las ocho!
- Vaya, es verdad. Pensaba que era algo más pronto.

Llamaron a la puerta. Después de contestar con el típico “adelante”, Edgar y mi hermano entraron a la habitación. Auro, al ver a Isaac, se sonrojó.
- Leire, venía a despedirme. Ahora si que me voy. – los dos reímos mientras los demás no entendían a que venían esas risotadas.
- Vale. ¿Nos vemos mañana?
- Claro, claro. Mañana nos vemos en el parque. Bueno, creo que vendré antes aquí, y así me voy con tu hermano. – le pegó una pequeña palmada en la espalda. Isaac no se quejó.
- Hecho. Mañana nos vemos. – le sonreí.
- Adiós a todos. Hasta mañana.
- Adiós Edgar. – dijeron Auro y Nanni al unísono.
- Bueno… - dijo Isaac cuando Edgar hubo cerrado de nuevo la puerta de la habitación después de salir de ésta. - ¿de qué estabais hablando?
- ¿Y a ti que más te da? – le dije. – Luego me dices a mí que soy una cotilla, y eres tú el más “maruja” de esta habitación.
- No sé yo que decirte, ¿eh? – añadió Auro. – Yo creo que Nanni le gana.
- ¡Oye! – dijo la aludida. Todos reímos sonoramente.
- Como no queréis contarme nada, me voy. Hasta luego. –sonrió a Auro y salió de la habitación.
- Siempre se quiere enterar de todo. Es un cotilla. – dije medio enfadada.
- Sí, pero es tan mono… - Auro puso cara de enamorada. Lo que era.

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Nota de la autora: Esta semana habrá una sorpresa. Si quereis saberla solo tenéis que pasaros por mi Twitter. Un beso a todos. Leire