miércoles, 2 de diciembre de 2009

Todos los tíos son iguales.

Acababa de recibir un mensaje. Nerviosa, cogí el móvil, y abrí el mensaje. Era de Eloy, como esperaba. En él ponía lo siguiente.
“Leire, me alegro de saber algo de ti. Ahora mismo estoy en la universidad. Ya nos veremos en alguna fiesta o algo, ¿vale? Un saludo.”
Volví a leer el mensaje un par de veces. No me lo podía creer. Después de habernos liado el sábado pasado, había estado muy frío. Ni siquiera un simple beso al despedirse. Tan solo un frio saludo. Tampoco quería que quedáramos, porque si no, no me hubiera dicho de vernos en la próxima fiesta. Me entristecí. Creía que Eloy podía ser diferente al resto de los demás, pero me equivoqué.
Mis amigas, al verme que me había cambiado la cara completamente, me preguntaron qué era lo que pasaba. Se lo conté en pocas palabras, incluso leyéndoles el mensaje que me acababa de enviar.
- Ese tío es un gilipollas. Leire, pasa de él. – dijo Nanni intentando ir de sabionda.
- No, no hace falta que pase de él, porque él ya pasa de mí. – abrí la piruleta que Auro me había dado hacia un par de minutos.
- No creo que pase de ti. A lo mejor es que no puede quedar contigo. Está muy liado con los estudios y esas cosas. – Auro intentaba quitarle importancia al mensaje.
- No. Ha sido muy claro: “Ya nos veremos en alguna fiesta o algo”. Claramente, no quiere saber nada de mí.
- Piensa lo que quieras. Yo no lo creo así. – Auro seguía en sus trece.

La campana del fin del recreo nos interrumpió. Nos levantamos de nuestros asientos y nos dirigimos hacia la clase. Pero en la puerta nos topamos con Edgar y todos los demás que también salían de la cafetería en ese momento. Él me dirigió una sonrisa tímida y sincera. Yo se la devolví.

En clase todo fue normal, sin ningún incidente a destacar. Noté como Edgar no hacia más que mirarme. Me sentía algo incómoda. En cambio, Fanny solo hacía que mirarlo a él. Esa chica iba a ir a por todas. Aunque supiera que él no estaba interesado en ella, sino en mí, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para poder conseguirlo. No importaba el precio.

Al terminar las clases, Isaac me estaba esperando en la puerta del instituto. Cuando vio aparecer a Auro le salió una tímida sonrisa que no pudo controlar. Si que le gustaba de verdad Auro, porque o sino esa sonrisa hubiera sido amigable y amable, pero nunca tímida.
- Nos está esperando Eric en el aparcamiento para llevarnos a casa.
- ¿Y eso? ¿Qué le ha dado a éste ahora?
- No lo sé. Me ha dicho que como esta mañana nos había traído, y ahora tenía que llevar a Carla a casa, que le daba igual llevar a dos personas más.
- Vaya, que simpático, ¿no?
- Si. Haber cuanto le dura la simpatía…

Me despedí de mis amigas. Nanni me dijo que esta tarde iban a salir. Con una señal le dije que por la tarde me llamara por teléfono, porque debía irme ya. Las dos se despidieron con la mano.
Cuando llegamos al coche de Eric, vimos que él y Carla ya estaban dentro. Abrimos las respectivas puertas y nos metimos dentro del coche. Nadie dijo nada. Eric arrancó el coche y en tan solo tres minutos estábamos en casa. Isaac y yo bajamos del coche despidiéndonos de Eric y dándole las gracias por habernos traído a casa. Él asintió con la cabeza. Carla aún se quedó con él en el coche hablando.

Después de comer, me subí a mi habitación a hacer los deberes que nos habían mandado para el día siguiente. Cuando vi los problemas de matemáticas, enseguida me vino a la cabeza Edgar. Ayer mismo estaba él en la habitación. En mí habitación. Aún podía oler su colonia. Aún podía ver esos ojos verdes mirándome. Aún podía sentirlo cerca de mí. Estaba deseando salir con él, pero quería asegurarme de que le gustaba de verdad, y no era un encaprichamiento como todas las demás chicas. Quería que me lo demostrara. Y para eso, debía de dejar pasar algunos días.
“Ring, ring” Mis pensamientos fueron interrumpidos por el teléfono de casa, pero enseguida dejó de sonar. Alguien lo había cogido desde otra parte de la casa. “Leire, es Nanni. Cógelo” oí que gritaba Carla desde su habitación.
- Hola Nanni.
- Hola Leire.
- Espera. Carla, ya puedes colgar. – noté como Carla colgaba el teléfono. – Ya está.
- Oye, ¿te hace una de parque esta tarde? – propuso Nanni.
- Si, la verdad es que me apetece. Hace algunos días que no vamos y lo estoy echando ya de menos, ¿tú no?
- ¿Yo? Claro que sí. Por cierto, ¿sabes si va a ir tu hermano y todos lo demás?
- No tengo ni idea, pero ahora se lo pregunto y te llamó, ¿vale?
- Vale. Te espero. – colgué.

Me dirigí a la habitación de Isaac, porque a Carla no se lo iba a preguntar. Llamé a la puerta y entré. Como siempre, él estaba enfrente de la pantalla del ordenador, con el Messenger encendido. Estaría hablando con Auro.
- Isaac, ¿vais a ir esta tarde al parque?
- ¿Y vosotras?
- Yo te he preguntado primero.
- Está bien. Si, supongo que sí. No es seguro, pero bueno, llamo a Edgar y a Ben y nos vamos para allá.
- De acuerdo. – me encaminé hacia la puerta. – Por cierto, dile a Auro que a las cinco y media la quiero aquí.
- Vale. – los dos sonreímos.

Volví a mi habitación. Enseguida llamé a Nanni. Le dije que sobre las cinco y media se pasara por mi casa, y así nos íbamos las tres juntas hacia el parque. Le pareció buena idea.
Abrí mi armario para cambiarme de ropa, pero pronto me di cuenta de que no valía la pena. Iba cómoda con la ropa que llevaba esa misma mañana, por lo que no me la cambié.

“Ding, dong”. Alguien estaba llamando a la puerta. Bajé corriendo, aunque mi madre se me adelantó.
- Hola Nanni. Hija, cada vez que te veo estás más guapa. Pasa, pasa. – le indicó mi madre.
- Mamá, ya me encargo yo. – mi madre nos dedicó una de sus mejores sonrisas y se fue al comedor.
- ¿Aún no ha venido Auro? – me preguntó Nanni.
- No, N, aún no ha venido. Se habrá pasado toda la tarde hablando con Isaac, y no se habrá dado cuenta de la hora que es.
- Seguro. Esta Auro… - las dos reímos. Pero alguien volvió a llamar al timbre.
- Mira, ya está aquí. – pero cuando abrí la puerta no me encontré con la cara de Auro, sino con Edgar y con Ben.
- Hola Leire. – Edgar se acercó a darme un beso en la mejilla, pero yo me aparté. Él agachó la cabeza sin saber que decir.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Hemos quedado con tu hermano. – es verdad, no me acordaba de que Isaac me había dicho que iba a llamar a Edgar y a Ben para ir al parque.
- Lo siento, pasad. – Isaac bajó las escaleras de dos en dos. Cuando llegó a los últimos escalones, dio un salto.
- Cabrones, os dije a las 6.
- Ya tío, pero hemos venido antes. Nos aburríamos en casa, y no nos íbamos a poner a hacer los deberes, ¿no?- todos reímos.
- Pues venga, vámonos.
- Isaac, esperaros un par de minutos a que venga Auro y nos vamos todos juntos, ¿o qué?
- Vale, me parece bien. – Isaac sonrió y Edgar le dio un pequeño puñetazo en el brazo. Isaac le respondió de la misma manera.
Auro no tardó en llegar. Cuando nos vio a todos en la puerta esperándola, sonrió, pero yo sabía que en ese momento estaba sintiendo vergüenza. El chico que le gustaba estaba delante de ella y no era capaz de decirle nada.
Todos anduvimos hacia el parque. Durante el camino, todos hablábamos animadamente, aunque entre Edgar y yo había una cierta distancia. Sabía que él quería estar a mi lado, y hablar conmigo, pero yo no quería. Cuanto más lejos estuviera de él, mejor. Pensaba a todas horas sobre lo que me dijo la tarde anterior. Me había dejado de piedra diciéndome que de verdad le gustaba, y que quería que lo intentáramos. Pero si sintiera algo por mí, no se habría liado con Fanny.

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PD: No sé si os habréis dado cuenta, pero en la parte lateral del blog he añadido un espacio donde he puesto la descripción de cada personaje, por si os liaís o perdeís el hilo en alguna ocasión, podais seguir la novela sin dificultad. Espero que os sea de ayuda. Un beso para todos. Y muchas gracias por todos los comentarios. LEIRE.