martes, 7 de julio de 2009

Viernes

Ya era viernes. Me levanté de la cama y me senté en el borde de ésta. Durante unos minutos estuve pensando en lo que había ocurrido el día anterior. Me tranquilicé y me fui directamente al baño. Me di algo de prisa, porque no quería que mis hermanos se me adelantaran.
Empecé a ducharme. Cuando estaba saliendo de la ducha, alguien llamó a la puerta del baño. Me puse la toalla alrededor de mi cuerpo y fui a abrir la puerta. Detrás de ella se encontraba Isaac, apenas sin abrir los ojos y con el pelo alborotado.
- Buenos días Leire. – entró al baño y se quedó enfrente del espejo.
- Buenos días Isaac. Podrías haberte esperado un momento fuera, que en un par de minutos estoy lista y dejo el baño libre.
- ¿A estas alturas vas con vergüenza? – abrió el grifo y empezó a lavarse la cara.
- Hombre, pues un poco si la verdad. – dije mirando al suelo mientras me sujetaba la toalla con las dos manos por si acaso se me soltaba.
- Buenos días hermanitos. – Carla acababa de hacer acto de presencia y me dio un beso en la mejilla. Como a Isaac no podía dárselo ya que aún se encontraba lavándose la cara, le dio una palmadita en el trasero.
- ¿Tú también aquí? Iros un momento fuera, por favor. – rogué de nuevo.
- No te pongas así, enana… - Carla ponía posturitas enfrente del espejo. – que hoy ya es viernes, y mañana es la gran fiesta. – sonrió.
- De acuerdo. Habéis ganado. Me voy.

Salí del baño y me fui a mi habitación. No me gustaba nada que mis hermanos interrumpieran mi ducha matutina entrando en el baño y molestándome. Desde siempre me había cambiado con ellos delante, pero últimamente, una ya tiene una edad, y ese tipo de cosas dan un poco de vergüenza. Delante de Carla aún podía cambiarme, pero de Isaac… ¡ni pensarlo!
Abrí el armario y escogí para el último día lectivo de la semana unas bermudas a cuadros marrones y rosas, y una camiseta de tirantes a juego. En los pies, unas sandalias del mismo color. Me arreglé el pelo y me pinté. Ya estaba lista para ir al instituto.
Bajé a la cocina haciendo ruido con las chanclas. Sabía que eso le daba mucha rabia a Carla, por eso lo hacía.
- ¿Te importaría parar de hacer ese ruido tan espantoso con las chanclas? – me dijo Carla que estaba sentada en la mesa tomándose su cotidiano vaso de zumo.
- Claro que si, hermanita. – le cogí el moflete con una mano y le apreté. Ella chilló de dolor y me pegó un manotazo.
- ¿Estás tonta? Ahora se me va a quedar la mejilla roja.
- No pasa nada, así estarás más guapa. – abrí la nevera y me saqué un yogurt.
- ¿Quién estará más guapa? – Isaac acababa de aparecer por la cocina. Fue directo al armario donde guardábamos el pan de molde. Sacó un par de rebanadas y las metió en la tostadora.
- La enana, que me ha pellizcado y me ha hecho daño. – dijo Carla mientras se tocaba la cara. La verdad es que le había dejado la marca de los dedos.
- Venga, Carla, que no ha sido para tanto. – tiré el envase del yogurt a la basura, y me quedé apoyada en el fregadero mientras Isaac cogía las tostadas y se sentaba a la mesa a comérselas.
- Por cierto Leire, ¿no tienes miedo? – me preguntó Carla.
- Miedo, ¿por qué he de tener miedo? – pregunté intrigada. No entendía aquella pregunta.
- Por lo que te pueda decir Fanny hoy.
- No te preocupes Leire. – empezó a decir Isaac. – Si te pasa algo solo tienes que llamarme a mí o a Carla, y ya está.
- No, a mí no me metas en tus problemas. Ya tuve bastante con la movida de ayer. Además, yo a esa niña ya se lo dejé todo claro en su momento. No tengo nada más que aclarar con ella. – dijo Carla algo sofocada. Cogió la tostada que tenía Isaac en el plato y le dio un bocado. Isaac puso cara de desagrado.
- Vale, pues no llames a Carla. Pero sabes que yo estoy aquí para lo que quieras.
- Gracias Isaac. – le sonreí. Él me devolvió la sonrisa.

Nos levantamos y nos fuimos de camino al instituto. Por el camino Carla e Isaac estuvieron comentando lo que hicieron en la fiesta que dio Edgar el año anterior. Yo escuchaba con atención.

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