jueves, 25 de noviembre de 2010

Está bien, te lo contaré.

Alguien entró en el bar. No pude remediarlo, pero miré hacia la puerta. Había llegado Mark junto con sus amigos. Pasaba muchas tardes en el Tomato. Se sentaron en su habitual mesa. Desvié la mirada. ¡Qué vergüenza! Mark estaba revisando todo el bar con la mirada para ver si me encontraba en él.

Me vio. Vi como les decía algo a sus amigos, y venía hacia mi mesa. No sabía qué hacer. Me iba a ver con otro chico. A lo mejor le sentaba mal y ya no me hablaba más. “¿Qué estoy diciendo?” me pregunté.

- Hola Leire. – dijo Mark cuando llegó a la mesa.
- ¡Mark! ¡Qué alegría verte por aquí! – intenté sonar lo más convincente posible. Y creo que lo conseguí.
- Vaya. Últimamente nos vemos más por aquí que por el instituto.
- De verdad. – sonreímos. Vi como Mark miraba a Dani. – Hola, yo soy Mark. – le tendió la mano a Dani.
- Y yo Dani. – Éste se la estrechó.
- ¿Tú no vas a nuestro instituto, no? – le preguntó Mark.
- No, no voy al vuestro. Voy a uno concertado.
- ¡Ah! – dijo Mark asombrado. – Pues no pareces de los típicos que va a un instituto concertado.
- Lo sé. Todo el mundo me lo dice. Y creo que eso es bueno. – todos reímos. Estaba bastante nerviosa por la situación en la que estaba, pero iba sobre ruedas. Hasta ahora, no había pasado ningún improvisto.
- Bueno chicos, os dejo solos, que ya he molestado bastante. – sonrío.
- No digas tonterías, Mark. Tú nunca molestas.
- Sí, claro que sí. Pero antes de irme… Dani, ¿irás este sábado al botellón del parque?
- Claro que sí. No me lo pierdo por nada del mundo.
- De acuerdo. Entonces nos veremos por allí. – le volvió a estrechar la mano. A mí me dio dos besos. – Ahora si que me voy ya. Hasta luego.
- Adiós Mark. – dije mientras le despedía con la mano.

Bebí de mi vaso. No había pasado nada extraño. Los dos se habían comportado. ¿Y por qué no se iban a comportar? Dani no estaba por mí, y Mark…y Mark tampoco. ¡Qué tonterías estaba pensando! De vez en cuando se me iba bastante la cabeza.

- Parece un buen chico. – dijo Dani después de varios minutos en silencio.
- Sí, eso parece. No lo conozco mucho. Vamos al mismo instituto, y la verdad, es que lo veo más por aquí que por cualquier otra parte.
- ¿Y quién lo ha invitado a nuestro botellón?
- Fui yo. – él me miró desorientado.
- ¿No lo conoces y le invitas a nuestro botellón?
- Exacto. Como tú has dicho, parece buen chico, y… ¿por qué no conocerlo mejor?
- Claro, claro. – dijo bebiendo un sorbo de cerveza.

Terminamos nuestros vasos, y decidimos irnos ya cada uno a su casa. Yo estaba bastante cansada, y necesitaba tumbarme en la cama para relajarme, y no pensar en nada.

Cuando salimos del Tomato me despedí de Mark con la mano. Dani, simplemente, hizo un movimiento de cabeza.
Andamos lentamente. Dani se empeñó en acompañarme a mi casa, pero durante el camino no dijo ni una palabra. ¿Por qué estaba tan extraño? ¿Qué le ocurría?

Cuando llegamos a mi casa, decidí preguntárselo.

- ¿Qué es lo que te ocurre? – le dije de sopetón.
- ¿Qué? ¿Perdona? – dijo él levantando la mirada del suelo para mirarme directamente a los ojos.
- ¿Que qué es lo que te pasa? Has estado todo el camino muy callado, cuando sé perfectamente que tú no eres así. De hecho, no te callas ni debajo del agua.
- Cierto. Pero no me pasa nada.
- Dani, que nos conocemos amigo. Que a mí no me engañas.
- Que no me pasa nada enserio. - me dijo una vez más.
- Bueno, si no confías en mí, pues no me lo cuentes. Pero que sepas, que yo si que confío en ti. Y te conté lo de Edgar. Pero bueno…eres libre de hacer lo que quieras.
- Está bien, te lo contaré.

En ese momento, Isaac abrió la puerta de mi casa. Cuando vio a Dani, puso cara de sorprendido, pero a la vez de alegría.

- ¡Eh, tío! ¿Cómo te va la vida? – se chocaron las manos.
- De lujo, tío. ¿Y a ti? Ya me he enterado de que estás saliendo con mi primita.
- Joder, como corren los rumores, ¿no? Va a ser imposible hacer algo sin que se enteren los demás.
- Pero hombre, esto es una cosa buena. Es para que lo sepa todo el mundo.
- Ahí tienes razón. – Isaac le tocó el hombro a Dani.
- Isaac, perdona que te interrumpa… - le dije con tono sarcástico. – pero resulta que Dani y yo estábamos hablando. Así que, si no te importa… ¿te vas?
- Joder con la enana ésta. Vale, ya me voy. Bueno colega, el sábado te veo, ¿no?
- Por supuesto. – se chocaron las manos. – Hasta entonces.
- Adiós. – Isaac entró dentro de casa cerrando la puerta segundos después.
- ¡Que tarde es! Leire, me tengo que ir. Lo siento. Ya hablamos en otro momento.
- Pero Dani… - dije confusa.
- Hasta luego. – empezó a andar a paso ligero.

Se había escaqueado. Sí. Eso era lo que había hecho. Me tenía que contar que era lo que le pasaba, y se había marchado sin decírmelo. Pero que morro tenía. ¿Cómo podía haber hecho eso? Esta me la iba a guardar.

Entré en casa y subí directamente a mi habitación. No tenía nada de hambre. No iba a cenar. Se lo dije a mi madre. Estaba nerviosa y no sabía por qué. Lo de Dani me había dejado trastornada. No entendía nada.

Me puse el pijama y me metí en la cama. No quería pensar en nada. No quería comerme la cabeza por nada, y menos por nadie. Si quería contármelo, ya lo haría. Él era libre. Y yo también.


Safe Creative #1011157857446