martes, 16 de marzo de 2010

Pero... ¿qué me está pasando?

Nos dirigimos hacia su banco, donde tenían todas las botellas. Allí estaba Carla y Hugo, que estaban en el banco sentados y hablando entre ellos; Dafne y Eloy que hablaban demasiado cerca el uno del otro y pude ver un beso entre ellos. Luego estaban, además, Dani, Cynthia y Eric, que conversaban de forma muy entretenida.

- ¡Ay, Edgar, Edgar! Quien te ha visto y quién te ve. - le dijo Dani dándole unas palmaditas en la espalda mientras él se preparaba otro cubata.
- Si, vaya. – dijo él sonriendo aunque falsamente.
- Con nuestra pequeña Leire. – dijo poniendo su brazo alrededor de mis hombros. – Que se nos hace mayor. – me miró y me sonrió.
- Cállate, anda. – dije pegándole una pequeña palmada en el brazo.
- ¡Ay! Que mala eres. Que a los amigos de tu novio no se les pega, ¿eh?
- No somos novios. – dije yo. Edgar me miró desconcertado por lo que acaba de decir. – No, aún no. A lo mejor al final de la noche… ¿quién sabe? – sonreí pícaramente.

Eloy, que estaba hablando entretenidamente con Dafne, se levantó a saludarme. Le di un par de besos, pero de mala gana. Me había mentido. Cuando nos besamos en el cuarto de baño me dijo que yo no era como las demás chicas, y que le gustaba de verdad. Y más tarde, una semana después, empezaba a salir con Dafne, con la que anteriormente había tenido algo más que una amistad.

- ¿Cómo estás, Leire?
- Muy bien, gracias. Ya veo que estás bien acompañado.
- Sí, bueno… Dafne y yo tan solo llevamos dos días saliendo, pero parece que nos va bien.
- ¿Os conocéis? – acababa de llegar Edgar.
- Sí, nos presentamos el día de tu fiesta. Pero vamos, solo intercambiamos un par de palabras, y nada más. – miré a Eloy en señal de que no dijera nada de todo lo que había pasado entre nosotros. Él lo entendió.
- Menos mal, porque Eloy es un ligón, ¿verdad amigo? – Edgar pegó un trago a su cubata, y Eloy hizo lo mismo.
- ¿Enserio? – dije yo. – Pues no tiene pinta. Aunque mirándolo mejor….sí, si tiene pinta de ligoncete. – Eloy sonrió, y no se atrevió a decir nada por miedo a lo que pudiera decir yo.

Nos despedimos de él y de todos los demás, y volvimos con Isaac, Ben y mis amigas, que aún se encontraban en el banco, hablando alegremente y sin ninguna preocupación en la cabeza. Yo, en cambio, tenía miedo de que más tarde Eloy le pudiera decir algo a Edgar de lo que tuvimos en su fiesta. Esperaba que Eloy no fuera de esos chicos, y mantuviera su perfecta boca cerrada.
Cuando llegamos, todos aplaudieron en señal de que nos echaban de menos. Parecía como si hubiéramos estado poco tiempo sin ellos, pero habían sido casi veinte minutos.
Isaac sacó de su bolsillo derecho del pantalón un paquete de cigarros, y cogió uno para él, y dos más, uno para Ben y otro para Edgar. A nosotras nos ofreció, aunque ninguna quiso.
Me senté en unos de los bancos. Tenía los pies engarrotados. No estaba acostumbrada a llevar ese tipo de tacones, y me estaban pasando factura. Y aún me quedaba noche por delante. Tenía que aguantar como fuera.

Giré la cabeza hacia el banco donde estaba Eloy y Dafne. Él me estaba mirando. Desvié inmediatamente la cabeza hacia otro sitio. Me había pillado mirándole. A lo mejor pensaba que él me gustaba. Nunca me había gustado. Simplemente que aquel día estaba destrozada porque había visto a Edgar liándose con Fanny en una habitación. Y él me ayudó a olvidar todo aquello, pero nada más. Después pensé que él podía ser diferente, distinto a todos los chicos que conocía, pero me acababa de dar cuenta de que no, era idéntico a todos los demás. Por ello, a lo mejor, había confundido los sentimientos, y había podido pensar que Eloy me gustaba un poco. Pero no.

- Chicas, nosotros nos vamos a ir a ver si pillamos… - dijo Edgar.
- ¿Os queréis venir alguna? – preguntó Ben.
- Yo paso. Ya sabéis que a mí todo eso no me gusta para nada. – añadí yo.
- Eso. A mi hermana dejarla aparte en todo este rollo. No quiero que siga los pasos de su guapo hermano mayor. – dijo Isaac haciéndose como si se levantara el cuello de la camiseta que llevaba. Todos reímos.
- ¿A ti no te hace falta abuela, verdad? – le pregunté.
- Que graciosa eres, enana.
- No menos que tú. – le sonreí para picarlo, aunque no lo conseguí.
- Bueno, ¿entonces no os queréis venir ninguna? – volvió a preguntar Ben.
- No. Nos quedamos aquí las tres. – contestó Auro.
- Vale. Luego nos vemos.

Se fueron los tres fuera del parque. ¡Menudo trío hacían! Los tres mosqueteros. Eran tal para cual. Cada uno tenía una personalidad diferente, pero entre ellos se complementaban perfectamente. Como nos ocurría a Auro, Nanni y a mí. Al principio tenía miedo de que Auro pudiera quitarme a mi mejor amiga, aunque pronto me di cuenta de que ella se convertiría en otra mejor amiga. Mejor dos que una. Nos habíamos hecho inseparables.
Volví a mirar al banco donde se encontraban todos los demás, pero esta vez vi a cuatro personas más que no me esperaba ver allí. Ya había llegado, y con ello mis temores y mis miedos.

- Chicas, acaba de llegar Fanny y sus amigas. – dije.
- ¿Qué me estás contando? ¡Lo que faltaba! – dijo Nanni llevándose una mano a la cabeza. – No puedo con ella. Es mala porque sí. Le gusta ser mala. Disfruta con ello.
- Lo sé, ¿qué me vas a contar a mí? – añadí.
- Mírala allí, hablando con todos como si nada pasase. Mirad con qué cara la está mirando Carla. – dijo Auro.
- Claro. Mi hermana no la aguanta, pero desde siempre. Está esperando cualquier oportunidad para dejarle las cosas claras, y si puede darle alguna que otra bofetada en la cara… – agregué.
- ¡La odio a muerte! – Nanni se sentó en el banco al lado mío, y me cogió con un brazo.
- Me dan pena Raquel, Jess y Karen. Son buenas chicas, lo que pasa que Fanny manda sobre ellas, y no pueden comportarse tal y como son.
- ¡Pues que se jodan! Tiene fácil solución: que no se junten con ella. – Auro se estaba exaltando.
- Sí, bueno…no creo que sea tan fácil. Es solo una opinión. – añadí.
- Mira, por allí viene mi primo Dani. Parece que él tampoco la soporta.

Yo sabía que Dani había salido con Fanny, pero no quise decir nada, por si él no quería que se supiera. Habían salido juntos, pero ella le puso los cuernos a él con Edgar, y entonces Dani empezó a salir con Carla, aunque desconocía si con mi hermana había estado mucho tiempo o no.
Dani venía hacia nuestro banco. Era un chico alto y bastante musculoso. Tenía unos andares muy chulescos. Llevaba una barba de dos o tres días que le hacía aparentar más de sus dieciocho años. Su pelo lo llevaba ligeramente despeinado, pero echo adrede. Sabía perfectamente lo que le quedaba bien, y lo acentuaba al máximo.

- Hola chicas, ¿qué tal? ¿Cómo lleváis la botella? – la miró de reojo y sonrió al ver que llevábamos más de la mitad. – Veo que va bien, sí.
- Mira, ahora mismo yo me voy a echar otro. – me bebí de un solo trago lo que podía quedar en mi vaso, poniendo cara de asco cuando me lo hube terminado.
- ¿Demasiado fuerte? – él rió.
- Un poco. – sonreí, y me puse otro, bastante cargado, aunque me prometí que ese sería el último. Iba demasiado mareada, y no quería estropear la noche.
- Espero no molestaros. – añadió Dani. – Es que acaba de llegar Fanny y sus perritos falderos, y no me apetecía compartir con ella el aire que respiro. – todas sonreímos.
- Pues ya que lo dices, si que nos has molestado, porque estábamos hablando de algo muy importante. – le dijo Auro de morros.
- Lo siento, chicas. Me voy. Ya vuelvo luego.
- De eso nada. – miré a Auro descaradamente. – Tú te quedas aquí con nosotras, que no molestas para nada. Todo lo contrario. Eres bien recibido. Encima de que nos compra la botella para que hoy podamos beber…
- Eso, eso. – añadió Dani. – La próxima vez te la va a comprar… ¡mi tía! – todas reímos, incluso Auro.
- Mira que eres tonto. Con lo que te quiero yo. – Auro se levantó y se abalanzó sobre Dani para darle un beso en la mejilla.
- Basta, basta. Que Dani es mío. – dije yo. Me levanté del banco y me senté en una de sus rodillas. Él me cogió de la cintura para que no me cayera.
- Joder. En algunos momentos no me queréis ninguna, y otras veces os peleáis por mí.
- ¡Eh, eh! No te flipes primito, que estamos de coña. Que serás muy guapo, y estarás muy bueno y todo lo que tú quieras, pero no nos gustas a ninguna, y menos a mí. – Dani miró a Nanni que estaba negando con la cabeza. Después me miró a mí.
- ¿A ti tampoco? – me dijo bajando el tono de voz para que solo lo oyéramos los dos.
- ¿A mí? Un poquito. - ¿qué acababa de decir? ¿Qué me gustaba Dani un poco? ¿Me gustaba de verdad? Normalmente se dice que cuando la gente va borracha, siempre dice la verdad. ¿Me gustaba un poco Dani y no me había dado cuenta? Estaba hecha un lío. Y no había otro momento para estar confusa, nada más que la noche en que le iba a decir por fin a Edgar que quería salir con él.
- Ya estoy más tranquilo. – Dani sonrió pícaramente. – Bueno chicas, me voy a ir para allá a recargarme el cubata. Y voy a aprovechar ahora que Fanny no está. – miré hacia el banco. Era cierto. Fanny no estaba allí, pero sus amigas sí. Era un poco extraño.


Dani se levantó del banco y se fue con los demás. La verdad, es que Dani estaba muy, muy bien. ¿Pero en qué estaba pensando? A mí quien me gustaba era Edgar, ¿qué hacía pensando en Dani? Todo esto me estaba comiendo por dentro.
¿Dónde podría estar Fanny? Me resultaba demasiado raro que sus amigas estuvieran en el banco con los demás, y que Fanny, su cabecilla, no estuviera allí con ellas. Miré para todos lados, pero no la encontré. ¿Y si se había ido con Edgar, Ben y mi hermano? Podría ser. Seguro que estaba con ellos. Seguro que le estaba comiendo la cabeza a Edgar, contándole mentiras sobre mí e intentando separarnos. La conocía.

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