jueves, 10 de septiembre de 2009

Agobio.

Sin duda era la de Fanny.
“En el patio te espero en los baños de las chicas. Necesito hablar contigo y creo que sabes a lo que me refiero. Fanny”
Miré hacia el lado en el que se encontraba Fanny. Ella me dirigió una de sus sonrisas malévolas. Le pasé la nota a Nanni y después a Auro. Ellas pensaron que lo mejor era no acudir a la cita, pero si no me presentaba significaba que era una cobarde. Además, debía hacer frente a la apuesta que habíamos mantenido entre Fanny y yo.
A penas me percaté de las tres clases siguientes. Salí decidida hacia los baños de las chicas. Les dije a mis amigas que no se preocuparan por mí. Fanny no era capaz de ponerme una mano encima, además, no tenía motivos ya que era ella la que había ganado la apuesta. Ellas lo entendieron y se dirigieron hacia el recreo, después de advertirme un par de veces que tuviera cuidado.
Respiré hondo y entré en el baño de las chicas. En él estaba Fanny fumándose un cigarro. Siempre que estaba nerviosa lo hacía.
- Pensaba que no ibas a venir. – me dijo apagando el cigarro.
- Pues ya ves, aquí estoy.
- Creo que sabes para que te he citado aquí, ¿no? – dijo orgullosa.
- No, dímelo tú.
- Claro que te lo voy a decir yo. Cómo pudiste observar, y sé que lo viste porque te vi entrar en la habitación, el sábado me lié con Edgar. Por lo que la apuesta la he ganado yo. Así que no quiero verte cerca de Edgar, ¿entendido? Porque si no te vas a enterar de quien es Fanny, ¿vale? ¿Te ha quedado todo claro o tienes alguna pregunta?
- Todo claro, Fanny. Como el agua. – sin mediar ninguna palabra más, salí del baño.

Me dieron ganas de llorar, pero no lo hice por miedo de que alguien me pudiera ver. No quería parecer débil, ni mucho menos. Debía de ser fuerte y echarle valor a los problemas. Fui yo la que acepté el reto, y cuando una lo pierde, se tiene que hacer cargo de las consecuencias. Yo misma me lo había buscado.

Salí al recreo. Con la mirada busqué a mis amigas. Como no las encontré supuse que estarían en la cafetería, que era el último sitio al que me apetecía ir. Me dirigí hacia allí con la cabeza agachada rezando para que Edgar no estuviera allí. Pero nada más entrar, él me vio y se levantó de la silla casi corriendo para hablar conmigo.
- Leire, necesito hablar contigo. No sé por qué me has contestado de esa manera esta mañana. Necesito que me expliques…
- Mira Edgar, yo también necesito que me expliques muchas cosas, y no te pido aclaraciones. Así que por favor, déjame en paz, ¿vale?
- Pero Leire… - dijo mientras me dirigía a la mesa donde estaba todos. No le presté atención.

Me senté en la mesa. Enseguida vino Edgar y se sentó en la silla que momentos antes estaba ocupando. No quería hablar con él. No quería que me pidiera explicaciones, cuando era él el primero que me tenía que aclarar varias cosas. Pero no quería saber nada de él. Y menos después de que Fanny me hubiera amenazado. No es que le tuviera miedo, pero si un poco de respeto. Sabía lo que era capaz de hacer, ya me lo había demostrado.

Después de que todas las clases terminaran, me encontré con mi hermano cerca de la moto, y los dos nos fuimos a casa. Cuando llegamos, Carla ya se encontraba allí. Fui hacia la habitación de mi madre. La encontré tumbada en la cama, tapada y con un trapo mojado en la cabeza.
- ¿No estás mejor, mamá? – le pregunté algo preocupada.
- Si, cariño. Lo que pasa que tengo algo de frio y un poco de fiebre. Pero nada, esto es la simple gripe de vuelta al otoño. Pero nada, esto se pasa con unos días de cama.
- Eso espero, mamá. Por cierto, ¿has comido ya?
- Sí. Antes de que vinierais me comí una sopa. Pero muchas gracias por preocuparte por mí.
- De nada. – le sonreí.

Bajé al comedor. Mis hermanos estaban poniendo la mesa. Les ayudé, y puse la comida encima de ésta. Carla, que fue la primera en sentarse, empezó una conversación que a mí no me agradó nada.
- Oye, ¿os habéis enterado de que Edgar se lió el sábado con Fanny?
- Sí, claro que lo sé. – dije yo mientras tocaba los guisantes con el tenedor.
- Ya sabía yo que a él aún le gustaba la tonta esa. Mira que le tengo rabia…
- Pues a mí me han dicho que Hugo también se lió con alguien, lo que pasa que no me han dicho quién. – enseguida Isaac me dirigió una mirada fulminante.
- ¿Sí? – preguntó Carla intentando disimular y salir airosa de la situación.
- Si. Quizá… ¿fuiste tú?
- … Puede ser. – Carla soltó una risita nerviosa. - ¿Y cómo te has enterado tú, enana?
- ¿Y a ti quién te ha dicho lo de Edgar? – agachó la cabeza y los tres continuamos comiendo sin mediar palabra.

Subí a mi cuarto en cuanto recogimos la mesa. Me encerré en mi habitación y puse la radio. La música siempre me aliviaba y hacia que por unos instantes olvidara parte de mis problemas.
Encendí el ordenador. Necesitaba hablar con mis amigas por el Messenger. Estaba Auro conectada. Mientras hablábamos, oí el típico sonidito que hace el programa cuando alguien te ha enviado una invitación para que le agregues. Vi la dirección. Sin duda era la de Edgar. Estuve pensando durante unos segundos si debía aceptar la invitación o no, pero después de consultárselo a mis amigas, decidí aceptarla. Enseguida me habló.
- Leire, soy yo Edgar.
- Ya, me lo he imaginado…por tu dirección de correo, más que nada. ¿Quién te ha dado mi Messenger?
- Ha sido tu hermano. Estaba hablando con él ahora, y se lo he pedido. Necesito hablar contigo, Leire. Es muy importante.
- Edgar, ya te lo he dicho esta mañana. No tengo nada de qué hablar contigo. Déjame en paz y no me agobies más, por favor.
- ¿Agobiarte? ¿Por qué? Por querer hablar con la chica que me gusta.
- ¡Ay va! Ahora resulta que soy la chica que te gusta…vaya… Pues el sábado no parecía eso, ¿no?
- ¿Por qué lo dices?
- ¿Cómo que por qué lo digo? Joder, porque te liaste con Fanny.
- ¿Qué me estás contando? De eso no me acuerdo.
- Venga, ahora no me vengas con que ibas muy borracho, y no te acuerdas.
- Pues te va a sonar a excusa, pero la verdad es que sí. Bebí demasiado, y también fume bastante, y de parte de la tarde no me acuerdo de nada.
- Mira, Edgar. A lo mejor con otras tías te funciona esa coartada, pero conmigo no. Así que, déjame ya en paz.

Cerré el Messenger. Enseguida llamé a mis amigas para decirles porque me había ido sin despedirme. Ellas lo entendieron. Salí de mi habitación directa a la de Isaac. Llamé a la puerta, y antes de esperar a que me contestara, entré.
- ¿Por qué le das mi Messenger a Edgar? ¿Quién te ha dado permiso para que se lo dieras?
- Oye, oye… baja esos humos, enana. Él me lo ha pedido, y yo, como amigo, simplemente se lo he dado, nada más. No haberle aceptado. ¡A mí qué me dices! No me ralles con tus problemas. Si estás enfadad con él, ya te las apañarás tú solita.
- Tienes razón, Isaac. Lo siento, perdóname. Estoy algo alterada desde la fiesta.
- Lo sé. Ya me he dado cuenta. No pasa nada, te entiendo. Yo también estaría tan susceptible si veo al chico que me gusta que se está liando con mi peor enemiga. – hice una mueca. Él se levantó y me dio un abrazo. – No te preocupes, enana. Sabes que me tienes aquí para lo que necesites.
- Lo sé. Gracias Isaac. – le di un beso en la mejilla.

Salí de su cuarto y me fui al comedor.

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PD: Hoy a parte de recomendaros, como siempre, el blog de mi amiga Jess, me gustaría que os pasarais por el blog de una muy buena amiga mia. Su nombre es Sara, y escribe una magnífica novela llamada "Burnin'up" Me gustaría que os pasarais, porque no vais a perder el tiempo, y conforme vayais leyendo la novela os quedareis prendidos de sus personajes y enamorados de la forma en la que Sara narra las historias que la protagonista Gabrielle vive. Quiero dar las gracias a toda esa gente que me comenta todos los días. Gracias a VOSOTROS sigo escribiendo. Porque, aunque no os lo creais, es mucho más duro seguir con la novela si ves que la gente no te escribe. Y veo que, poco a poco, la gente que me comenta es menor. Eso entristece mucho.