jueves, 9 de diciembre de 2010

¿Seguro? Porque yo no estoy tan segura.

Nos encaminamos todas hacia el centro comercial. Me resultaba algo extraño. Nunca había quedado con Carla, Cynthia y Dafne en plan amigas para ir algún sitio. Me alegraba estar en esa situación. Nunca pensé que me podría pasar.
Íbamos todas juntas, pero aún así, se notaban claramente dos grupos. Nanni, Auro y yo íbamos delante de ellas tres. Era normal.

Pronto llegamos al centro comercial. Dafne nos condujo hacia donde le habían dicho que estaba la tienda nueva. Entramos en ella. Era muy grande y con muchos expositores.

Estuvimos deambulando por allí durante largo rato. Y viendo algo de ropa, por mirar, me quedé prendada de una sudadera blanca con unas letras en rojo. Enseguida pensé en mis nuevas zapatillas, las que había estrenado el día anterior. “Me quedará de lujo” pensé. Y si encima me ponía también los pantalones rojos que me había comprado mi madre, iba a ir perfecta. No pude contenerme, y me la compré.

Al final fui la única que se compró algo en aquella tienda, y eso que iba con idea de no comprarme nada. Pero las cosas vienen así. Cuando vas buscando algo explícito, nunca encuentras nada. Pero cuando no quieres comprarte nada, encuentras algo que te encanta. Es la ley de Murphy.

Salimos de aquella tienda. Dimos una vuelta por todas las tiendas de por allí, pero nadie se compró nada más. Estaba reventada de andar. Ir de tiendas me encantaba, pero también me agotaba, y mucho.

- No es por nada, chicas… - empezó diciendo Cynthia. – Pero tengo un poco de hambre.
- Creo que no eres la única. – oímos como a Nanni le rugía la barriga. – Lo siento, es que he comido poco porque no me gustaba la comida. Y ahora está pasando factura. – todas reímos.
- Podríamos ir al McDonald’s. – propuse. – Hace bastante tiempo que no voy y creo que tengo algo de mono.
- ¡Vale! A mí también me apetece. – dijo Carla.
- El McDonald’s es peor que el tabaco. Te engancha más que el fumar.
- Qué razón tienes, Dafne. – dijo Cynthia. – Pues… ¡vámonos para allá!

Nos dirigimos todas hacia allí. Estaba en la otra parte del centro comercial, por lo que tardamos algo más de cinco minutos en llegar.

Cuando entramos se me cayó el mundo encima. En una de las mesas, estaban todos los chicos. No faltaba ni uno: Isaac, Edgar, Ben, Dani, Eloy, Hugo y Eric. “Joder, qué casualidad” pensé. Agaché la cabeza y no dije nada. Esperaba que ellas no se dieran cuenta de que ellos estaban allí, sino se querrían acercar a saludarlos, o incluso merendar con ellos, y no me hacía ninguna gracia.

Pero ellos se dieron cuenta de que habíamos entrado y Hugo fue el primero en levantar la mano para llamar la atención de Carla. Ella enseguida le vio.

- ¡Mirad! Si están allí todos los chicos. ¿Nos acercamos? – preguntó Carla. Por su cara, ella quería acercarse.
- ¡Vale! – contestaron todas al unísono, menos yo, por supuesto.

Nanni me cogió del brazo para que supiera que en ningún momento ella me iba a dejar sola. Auro no fue menos, y después de darme un beso en la mejilla, me cogió del otro brazo. Me sentía respaldada.

Nos acercamos a ellos. Iba con la cabeza baja. No quería levantarla. No quería encontrarme con Edgar de nuevo. Y encima, por si fuera poco, también estaba Dani. Nos habíamos visto el día anterior, pero él no había querido contarme algo que le preocupaba. Y según Auro, el tema que le preocupaba era relacionado conmigo y con lo que él sentía por mí, aunque me había dejado claro en el Tomato que solo me veía como a una amiga, y nada más.

- Chicas… ¿qué hacéis aquí? – preguntó Eloy nada más llegar junto a ellos.
- Eso os tendríamos que preguntar nosotras a vosotros. – le contestó Cynthia. – Nosotras hemos venido a pasar la tarde por aquí. Han montando una tienda nueva de ropa, y queríamos conocerla.
- Nosotros hemos venido a los recreativos. – le contestó Ben mientras la miraba de arriba abajo. Me quedé mirando esa situación. A Ben se le veía desde lejos que Cynthia le encantaba.
- Oye, ¿nos podemos sentar con vosotros? – preguntó Carla deseando sentarse al lado de Hugo.
- ¡Claro! – le contestó Dani. – Pero traeros otra mesa porque aquí ya no cabemos todos.

Isaac y Eric se levantaron enseguida a ayudarnos a coger dos mesas cercanas y ponerlas junto a ellos. También, las correspondientes sillas para que todas nos pudiéramos sentar.

Mientras ellos montaban todo el tenderete, las chicas nos fuimos a comprar nuestra merienda. Había bastante gente y la cola era algo pronunciada.

- Ahora mismo se me acaba de quitar el hambre. – le dije a Nanni y Auro que estaban al lado mío.
- Leire, no tienes porque preocuparte por nada. Estamos todas aquí para que no te pase nada.
- Ya, si por eso estoy tranquila. Pero no sé si voy a poder estar igual si está Edgar delante. Me intimida tanto…
- ¿Y la preocupación es solo por Edgar? – dijo Cynthia a la vez que se giraba para mirarme, ya que ella se encontraba delante de mí en la cola. - ¿O es por alguien más?
- Sé a quién te estás queriendo referir y he de decirte que es solo por Edgar. Con Dani me llevo perfectamente y por él no he de preocuparme.
- ¿Seguro? – me volvió a preguntar. – Porque yo no estoy tan segura.
- ¿Qué desea? – la chica de la caja estaba llamando a Cynthia ya que le tocaba a ella pedir.

Una vez pedimos todas nos fuimos hacia la mesa donde estaban todos. Por suerte, los chicos estaban a una parte de la mesa y nosotras nos pusimos en la otra, por lo que pude merendar a gusto sin tener que preocuparme por nada ni por nadie. Aunque de vez en cuando, veía como Edgar desviaba la mirada hacia donde estaba sentada yo. Y entonces era cuando me ponía nerviosa y se me caía alguna patata o me manchaba toda la boca con la salsa de la hamburguesa.

En cambio Dani, no me miró ni una sola vez en todo lo que duró la merienda. Él estaba muy entretenido hablando con Ben y con Isaac de las típicas cosas de chicos: juegos, coches y, cómo no, chicas.

Una vez terminamos todos de merendar, recogimos todas nuestras bandejas y nos dirigimos fuera del local.

- ¿Dónde vais a ir ahora? – preguntó Dafne a toda la panda.
- La verdad es que no tenemos ni idea. – le contestó Edgar. Me dio una punzada al corazón cuando oí su voz. Aún me seguía produciendo ciertos escalofríos.
- Ya es un poco tarde. – dijo Nanni mientras miraba el reloj. Yo la imité. Eran casi las diez de la noche. – Yo lo siento mucho, pero me voy a ir yendo a mi casa.
- ¿Sí? – preguntó Isaac a la vez que rodeaba los hombros de Auro con su brazo y la miraba directamente a los ojos. Ella asintió. – Pues entonces te acompaño.
- Yo también me voy a ir. – dije.
- Entonces… mejor que nos vayamos todos, ¿no? – propuso Dani.

Todos asintieron y nos dirigimos hacia nuestro barrio. El camino se me hizo demasiado largo. En cada paso que daba tenía miedo de que, o Dani o Edgar, me dijera algo. Pero nada de eso pasó. Por lo que cuando llegué cerca de mi casa, me despedí de todos hasta el día siguiente y me fui casi corriendo hacia mi casa, sin esperarme a Isaac y Carla. Quería irme de allí cuanto antes. Me encontraba muy incómoda, y quería estar cuanto antes en mi casa.

Al llegar, saludé a mi madre y me fui directamente a mi habitación. Quería ponerme enseguida el pijama y acostarme. Quería evadirme durante unas largas horas.



Safe Creative #1011157857613

PD: Hola! Veo que últimamente la gente no visita mucho mi blog y que a penas recibo comentarios, me gustaría saber a que es debido, ya que es algo que me afecta bastante. Hoy va a ser el último día que postee, pero no os preocupeis, que después de Navidades estoy de vuelta con más historias entre Leire, Edgar y todos los demás. Ahora estoy de exámenes y no puedo abarcar todo. Espero que lo entendais. también sabeis que podeis preguntarme cualquier cosa en Formspring. Siempre vuestra. LEIRE.

martes, 7 de diciembre de 2010

Tú haz lo que quieras.

- ¿Sí?
- ¡Leire! Soy Cynthia. – En efecto, no había fallado.
- ¡Hola! Dime.
- Era para ver si querías que saliéramos a algún sitio. Estoy muy aburrida en mi casa. Y no quiero quedar con Ben. No quiero agobiarme desde el principio. ¿Nos vamos al centro comercial?
- ¡Vale! Se lo digo a Nanni y Auro, también ¿vale?
- De acuerdo. Yo voy a llamar a Dafne, para ver si no ha quedado con Eloy y se quiere venir también. Y si quieres, díselo a tu hermana, aunque desde que está saliendo con Hugo solo tiene ojos para él.
- Eso es verdad. – oí como al otro lado de la línea Cynthia reía. – De todas formas, ahora voy a su cuarto y se lo pregunto.
- ¿En el parque a las seis?
- Buena hora. De acuerdo. Allí te veo.
- Chao cariño. – oí como colgaba.

Yo también colgué y dejé el móvil encima de la mesita de noche. Todavía eran las cuatro de la tarde. Aún me daba tiempo a terminar los deberes.
Pero antes de seguir llamé en un momento a Nanni y Auro. Quedé con ellas en mi casa sobre las seis menos cuarto. No quería hacer esperar a Cynthia. Ya tuvo que esperar el último día que habíamos quedado.

Terminé los ejercicios que tenía para el lunes de la semana siguiente y fui a la habitación de Carla.

- ¿Te quieres venir con Auro, Nanni, Dafne, Cynthia y conmigo a dar una vuelta por ahí o a tomarnos algo?
- ¿Vais a ir todas?
- Sí, por ahora si.
- Vale, pues me voy con vosotras. Hoy no he quedado con Hugo así que puedo salir con vosotras.
- Además, yo creo que hace tiempo que no sales con tus amigas. Y deberías. Pienso que las estás dejando un poco de lado.
- De eso nada. Ya cada una tiene a su novio, y hacen sus propias vidas. Pero en el instituto nos seguimos juntando igual.
- Ya, eso ya lo sé. Bueno, solo era un consejo, nada más. Ahora ya, tú haz lo que quieras. - me di media vuelta, pero antes de irme me volví a girar - Por cierto, Nanni y Auro estarán aquí a las seis menos cuarto. Así que estate lista a esa hora.
- Vale.

Me fui a mi habitación de nuevo. Casi era la hora y quería recoger un poco la habitación. Tenía todo desperdigado. Si no lo arreglaba un poco, mi madre me echaría la bronca y con razón. Estaba hecha una pocilga.

Mi móvil empezó a sonar. Era la melodía de los mensajes. Corrí hacia él y abrí enseguida el sobrecito que parpadeaba en la pantalla. Era de Mark.

“¿Vas a ir hoy al Tomato? Yo sí, con mis amigos. Espero verte por allí, ya que por el instituto tengo la mala suerte de no verte”

Sonreí. No podía remediarlo. Cada vez que tenía noticias de Mark salía una sonrisa en mi boca, de forma no intencionada. Enseguida le contesté:

“He quedado con mis amigas, pero no tengo ni idea de donde vamos a ir. Si voy el Tomato…espero verte. Un beso”


Se lo envié. Suspiré. Era verdad lo que le había dicho. No tenía ni idea de donde íbamos a ir todas.
Miré el reloj. Ya eran casi las seis menos cuarto. Salí de mi habitación y bajé las escaleras casi corriendo. Mis amigas estaban a punto de llegar.

Ding, dong. Acababan de llamar al timbre.

- ¡Carla! – chillé. – Que Nanni y Auro… - abrí la puerta. Pero no eran Nanni y Auro, sino Edgar. – ya están aquí. – dije en voz baja terminando la frase que había empezado antes de abrir la puerta.
- Hola Leire. – me miró directamente a los ojos.
- Hola Edgar. – dije lentamente. No me podía creer que después de todo lo que había pasado estuviera hablando con él.
- ¿Cómo estás? – dijo sin desviar su mirada.
- Pues… - ¿qué contestó? – no me puedo quejar.
- Me alegro. – sonrió. ¡Qué falso! pensé. Si de verdad le importara mi estado no me hubiera hecho todo lo que me había hecho.
- Bueno… ¿y qué haces aquí? ¿qué es lo que quieres? – le pregunté poniéndome seria.
- He quedado con tu hermano. ¿Está aquí?
- Sí, estoy aquí. – dijo Isaac detrás de mí mientras me apartaba de la puerta y posaba su brazo alrededor de mis hombros. Sabía que ese gesto era para que yo me tranquilizara. Conocía a Isaac. - ¿Nos vamos?
- ¡Claro! – dijo Edgar mientras volvía a sonreír. ¿Y por qué tanta sonrisa? ¿Es que estaba contento? Pues yo no, para nada.
- Enana, esta noche te veo. – mi hermano me dio un beso en la mejilla.
- Adiós Isaac. – Edgar se giró para mirarme, pero yo le dirigí una sonrisa sarcástica y le cerré la puerta en las narices.

Suspiré. Qué situación más incómoda. No quería que volviera a pasar por nada en el mundo. No quería volverme a encontrar con él a solas, aunque tan solo fueran un par de minutos. No estaba preparada aún. Mi cabeza decía que tenía que ser fuerte y poder plantarle cara para que nadie más se volviera a reír de mí en la vida. Pero, en cambio, mi corazón decía otra cosa. Él era mucho más complicado. Sabía perfectamente que aún seguía sintiendo por Edgar y eso iba a tardar en cambiar.

Volvieron a llamar al timbre. Abrí. Esta vez sí que eran mis amigas. Ellas me sonrieron, pero la sonrisa era muy distinta a la que minutos antes Edgar me había dedicado. La sonrisa de ellas era sincera, simpática, amable y llena de amor y amistad.
- Un momento chicas, voy a llamar a Carla. – me giré en dirección a la escalera y llamé a Carla pegándole un chillido. Eso no era propio de mí, pero no me apetecía subir las escaleras para avisarla.
- Id yendo vosotras. Ahora a las seis voy yo que aún me tengo que arreglar el pelo. – oí como dijo Carla desde el cuarto de baño.
- Ya lo habéis oído. Así que... ¡andando!

Cerré la puerta de mi casa a mis espaldas y las tres nos dirigimos hacia el parque, que es donde había quedado con Cynthia.

Al llegar, Cynthia ya se encontraba allí. Siempre era muy puntual, y eso me gustaba. Odiaba a la gente tardona, como Carla. Pero cuando quería, si que estaba lista a tiempo. Con Cynthia estaba Dafne.

Cuando llegamos le dimos dos besos a cada una.

- ¿Al final Carla no viene? – me preguntó Dafne.
- Si, si que viene. Lo que pasa es que se le ha hecho tarde, y aún se estaba peinando.
- ¡Como siempre! Rara es la vez que Carla es puntual. La próxima vez le decimos que hemos quedado media hora antes, así seguro que llega a tiempo. – todas reímos.
- No creo que tarde mucho, la verdad. Estará al caer.
- Lo siento chicas, ya estoy aquí. – era Carla. Acaba de llegar. Estaba algo acelerada. Al parecer, había venido corriendo.
- Por cierto… ¿dónde vamos a ir? – preguntó Nanni.
- ¡Ah! – exclamó Cynthia. – Pues ni idea, donde queráis. A mí me da lo mismo. No soy delicada. – todas reímos.
- ¿Queréis que vayamos al centro comercial? – propuso Dafne. – Hace bastante tiempo que no voy allí, y me han dicho que han abierto una tienda de ropa que está muy chula, y tengo ganas de ir.
- Por mí bien, pero yo no tengo ni un duro así que, no me compraré nada. – dijo Auro. – Estoy ahorrando para la fiesta de mañana porque si no, no voy a poder salir.
- Vale, pues al centro comercial. – dije.



Safe Creative #1011157857620

jueves, 2 de diciembre de 2010

No estoy muy segura de lo que estás diciendo.

Las tres juntas nos fuimos hacia el banco que solíamos ir a menudo.

- ¿Por qué te ha dado hoy por venir al banco? - me preguntó Nanni.
- Pues porque me apetece. Hace tiempo que no estamos aquí las tres solas hablando de nuestras cosas.
- A ti te pasa algo. - dijo de repente Auro mientras me miraba directamente a los ojos.
- ¿A mi? De eso nada. Solo que me apetece que estemos juntas, sin novios por en medio.
- Me gustaría verte a ti si tuvieras novio.
- Seguramente estaría igual que vosotras, o quizá peor, quién sabe. - sonreí.
- Bueno... ¿Y de qué quieres hablar? - dijo Nanni mientras se sentaba en el banco, ya que era la única de las tres que aún permanecía de pie.
- No sé... Ayer quedé con Dani y fuimos al Tomato a tomarnos algo. Y estando allí me encontré con Mark.
- ¿Con Mark? ¿Y qué es lo que te dijo?
- Nada en especial. Se acercó a nuestra mesa a saludarnos.
- ¿Y qué es lo que dijo Dani cuando Mark se acercó a la mesa? - preguntó Auro intentando averiguar como había actuado su primo ante esa circunstancia.
- ¿Dani? Dani no dijo nada. Además... ¿Qué va a decir? Me dejó muy claro que no quería nada conmigo, que solo me veía como a una amiga.
- Ya... - dijo Auro.
- Te juro que es lo que me dijo.
- Si yo no te digo que tú me estés mintiendo, pero estoy casi segura de que mi primo no está diciendo toda la verdad.
- La verdad, es que ahora que lo dices, Dani quería decirme algo pero no se atrevió a hacerlo.
- Y yo te diría por qué. Vio a Mark y pensó que él ya no tenía nada que hacer frente a él y por eso te dijo que solo te veía como a una amiga nada más.
- No sé... No estoy muy segura de lo que estás diciendo, Auro. No creo que Dani sea así.
- Bueno... Tú piensas lo que quieras. Yo solo te digo que conozco a mi primo y sé como es y como actúa ante ciertas circunstancias.


Tocó el timbre para que volviéramos a la clase. Nos levantamos del banco y nos dirigimos hacia nuestra clase, pero antes pasamos por la cafetería para que mis amigas pudieran ver a sus respectivos novios.

Entramos en clase y me senté con Cynthia. Ella estaba muy contenta. Se le notaba que ya estaba bien con Ben, y yo también estaba más tranquila, porque sabía que el sábado no iba a coquetear con Mark. Ese chico me estaba creando más comeduras de cabeza de lo que me habría podido imaginar. Sonreí para mis adentros. "Pero es que es tan guapo..." pensé.

El resto de las clases pasaron muy rápido. A penas me enteré. Eso era bueno, porque había días que parecía que las clases duraban siglos, y no estaba exagerando.
Recogí las cosas de encima de la mesa, y después de despedirme de Cynthia, fui hacia la mesa donde estaban mis amigas. Siempre eran de las últimas en salir. Eran demasiado lentas.

- Leire. - oí que alguien detrás mía me llamaba. Era Cynthia.
- ¿Qué ocurre? - le dije.
- Era para decirte que a lo mejor esta tarde te llamo para quedar y nos vamos por ahí a dar una vuelta o al Tomato, donde quieras.
- Vale, por mí bien. ¿Tienes mi número?
- Sí, se lo pedí el otro día a tu hermana.
- Vale, pues si te apetece quedar me llamas.
- Vale. Y si quieres dile a Nanni y Auro si se quieren venir, que a mi no me importa.
- Ok Cynthia.
- Hasta luego cariño. - me dio un beso en la mejilla y se fue andando con su peculiar movimiento de caderas.


Miré hacia donde estaba Ben, ya que aún estaba en clase, y vi como le desnudaba con la mirada. Le sonreí. Él hizo lo mismo. Sabía perfectamente por qué sonreía.

Cuando salí de clase, me quedé en la puerta del instituto esperando a Isaac para irnos a casa. Pero en ese momento salió Edgar, solo, sin Fanny. Miré hacia otro lado. No quería toparme con su mirada, pero no lo conseguí porque se puso al lado mío apoyado en la pared de la puerta del instituto como si estuviera esperando a alguien. Seguramente ese alguien era Fanny. Me giré para mirarlo. Él no desvió la mirada, sino todo lo contrario. Resoplé. ¿Pero por qué hacía eso? Tenía esa curiosidad. Quería saberlo, y tarde o temprano lo iba a averiguar. Intentaría enterarme en el botellón del sábado. Necesitaba saberlo.

Fanny no tardó en salir. En cuanto me vio, me miró de arriba abajo con una mirada como si me perdonara la vida. Pero no se deparó mucho en mí. En cuanto vio a Edgar se abalanzó literalmente sobre él y le dedicó uno de sus mejores besos. Yo no quería verlos, por lo que desvié la mirada hacia otro lado deseando que Isaac saliera lo antes posible para irnos a casa y no tenerlos que ver más. Y, al parecer, mi hermano escuchó mis plegarías y no tardó en salir. ¡Menos mal!

Después de comer, me subí a mi habitación. A pesar de que era viernes y de que la semana, por fin, había acabado, hice los deberes para el lunes. Pronto empezarían los exámenes y quería estar preparada. No quería empezar a ir mal en los estudios. Siempre había sido una buena estudiante, y no iba a cambiar. Además, si mi madre empezaba a ver que mis notas bajaban de repente, lo atribuiría a las salidas entre semana, y haría que eso se acabara rápidamente. Y no quería que ocurriera por nada del mundo.

De repente, una llamada a mi móvil me sobresaltó. “Seguro que es Cynthia” pensé. Me levanté corriendo de la mesa en la que estaba haciendo mis ejercicios de matemáticas y cogí el móvil que estaba aún en mi mochila. Un número que no conocía estaba parpadeando en la pantalla.


Safe Creative #1011157857637