martes, 9 de marzo de 2010

Empieza la fiesta del sábado noche.

Saqué de mi mochila el vestido que pensaba ponerme. Cuando mis amigas me lo vieron se quedaron con la boca abierta.

- ¿Te vas a poner eso? Dios, Leire, vas a estar preciosa. Y Edgar se va a quedar sin respiración.
- Lo sé. Es lo que pretendo. – todas reímos nerviosamente.
- Pues yo me voy a poner esto. – Auro sacó de su armario un mono vaquero de pantalón corto, que en la parte delantera llevaba una cremallera que bajaba hasta la parte baja de su lisa tripa. - ¿Os gusta?
- A mí me encanta. – dijo Nanni. – Y yo me voy a poner esto. – sacó de su mochila unos pantalones vaqueros muy cortos, y una camiseta larga, con un cinturón. – Ya me lo he puesto alguna vez que otra, pero ellos no me lo han visto.
- Vas a estar estupenda. – dije yo.

Nos empezamos a cambiar todas, mientras nos decíamos las unas a las otras lo bien que nos quedaba la ropa que habíamos decidido ponernos esa noche. Después nos fuimos al baño a pintarnos. Yo no quería pintarme mucho, ya que el vestido era bastante llamativo, por lo que me pondría un maquillaje no muy oscuro. Por el contrario, Nanni y Auro acentuaron sus ojos con una base negra en el párpado.

A las doce ya habíamos terminado. Yo estaba nerviosa. Me temblaban las piernas solo de pensar en lo que podía pasar esa misma noche. Tendría que ser valiente y decirle a Edgar que desde siempre me había gustado (aunque eso él ya lo sabía) y que había decidido darle una oportunidad.
Aunque por otro lado estaba Fanny. Le había dicho a Edgar en el Fotolog que esta noche le iba a decir algo que iba hacer cambiar la opinión que tenía sobre mí. ¿Qué podía ser? Por una parte tenía miedo de que llegara ese momento, pero en cambio, por otra, estaba impaciente porque llegara.

Aún era un poco pronto para bajarnos al parque, por lo que decidimos empezar a beber en casa de Auro. Así luego, cuando llegáramos a donde estaban todos, no tendríamos tanta vergüenza, y podríamos hablar tranquilamente con todo el mundo.

- ¿Pero qué hacéis bebiendo ya? – preguntó Hugo cuando llegó al comedor y nos vio a las tres sentadas alrededor de la mesa preparándonos tres cubatas.
- Es que así ya vamos cogiendo el tono, que sino luego nos da vergüenza. Como aún no estamos del todo dentro del grupo pues…
- Os entiendo. Pero no bebáis mucho ahora, que sino luego para que os aguante tendréis que beber el doble.
- No te preocupes, que con bebernos éste ya vamos en nuestro punto.
- Ja, ja, ja. – se rió Hugo. – Niñas.
- Vete a la mierda, gilipollas. – dijo Auro chillando. Hugo ni se inmutó.
- Bueno, yo me voy a ir a por Dani, y nos vamos ya para el parque.
- Pues vale. – contestó Auro de malas maneras.
- No te me enfades, tonta. – Hugo quiso darle un beso pero Auro se apartó a tiempo. Hugo le cogió la cara con las dos manos y le plantó un beso en la frente. – Adiós chicas, luego os veo.
- Adiós Hugo. – contestamos Nanni y yo a la vez.

Hugo desapareció por la puerta. Nanni y yo nos miramos y empezamos a reírnos de la situación que se había producido. Auro, al vernos, también soltó alguna que otra carcajada.
En quince minutos, nos bebimos el cubata que nos habíamos preparado, y enjuagando los vasos y limpiando lo que habíamos ensuciado, cogimos todas las cosas y nos dirigimos hacia el parque.

Eran las doce cuarenta y cinco cuando llegamos al parque. Miré por todos lados, pero no pude distinguir si entre toda esa gente se encontraba Edgar o no. Estaba demasiado mareada para poder ver las caras de todos lo que se encontraban allí.

- Chicas, voy un poco contenta ya. No os quiero decir cómo voy a acabar esta noche cuando nos hayamos bebido toda esa botella. – dije yo mientras me arreglaba un poco el escote del vestido.
- ¡Madre mía! Si esto está llenísimo. – dijo Auro. – Y allí está tu hermano, Leire. Está guapísimo.
- Venga, chicas, vamos a dejar esto en algún banco y vamos a empezar a beber, que si no nos vamos a quedar atrasadas. – Nanni fue directa hacia uno de los bancos que quedaban libres.

Dejamos todas las cosas en el banco y nos echamos otro cubata. Cuando le pegué un trago me di cuenta de que me había echado demasiado Vodka, pero ahora ya no había vuelta atrás. Me lo iba a beber así.
Miré, de nuevo, para ver si podía distinguir a alguien. Vi, donde me había dicho Auro, a Isaac y a Carla. Allí también estaban Ben, Hugo, Dani, Cynthia, Eric y Edgar. Estaba guapísimo. Llevaba unos pantalones vaqueros ajustados, pero bajos de cintura. Desde aquí podía ver que dejaban al descubierto unos calzoncillos de Calvin Klein. Arriba, llevaba una camiseta de manga corta que marcaba todos sus músculos. Suspiré. Era perfecto. Y esta noche iba a ser perfecta.

- ¡No me lo puedo creer lo que estoy viendo! – dijo Nanni pegando un salto.
- ¿Qué pasa? ¿Qué has visto? – dijo Auro mirando hacia todos lados como una desesperada.
- Allí, mirad. Van hacia el banco de Isaac y los demás. – miré hacia aquella parte. Pude ver a lo que se refería Nanni. Habían llegado Dafne y… ¡Eloy! Los dos iban cogidos de la mano. ¡Cogidos de la mano!
- Ahora entiendo por qué Eloy no quería saber nada de mí y me dio largas. Estaba con Dafne. – dije yo pegándole un trago a mi cubata y bajando la cabeza en señal de vergüenza.
- No te preocupes, L. Ahora Eloy no te importa, porque a partir de esta noche vas a empezar a salir con Edgar, ¿recuerdas? Esta es tu noche, y nada ni nadie te la va a estropear, ¿me has oído? – dijo Nanni cogiéndome por los hombros y mirándome a los ojos.
- Gracias, N. – ella sonrió. Le abracé. Auro se apuntó al abrazo, creando uno colectivo.
- Chicas, no quiero alarmaros… - empezó diciendo Nanni. Nos separamos. – Pero vienen hacia aquí Isaac, Ben y Edgar. – como por arte de magia empezamos a ponernos nerviosas. – Tranquilas. Relax.
- Hola chicas. – era Ben. - ¿Cómo está la enfermita? – dijo mirándome a mí con una sonrisa en la boca.
- Bien, bien. Estoy estupendamente. – sonreí.
- Ya, ya lo veo. – Edgar se giró hacia Ben y le echó una mirada que habló por sí sola.
- Vale ya, Ben. No empieces, o Edgar hoy te partirá la boca. – dijo Isaac. Todos reímos menos Edgar y yo, que no parábamos de mirarnos.
- Voy a echarme otro cubata. – dijo Edgar cortando las carcajadas. – Leire, ¿me acompañas?
- Claro, como no.

Miré a mis amigas. Ellas asintieron, y me fui con Edgar. Él me miró con esos ojos verdes que cortaban la respiración.

- He visto la foto que has colgado en tu Fotolog. – empecé diciéndole, ya que ninguno de los dos nos atrevíamos a hablar.
- ¿Enserio? Pensaba que no sabías que tenía Fotolog.
- ¡Claro que lo sabía! – él sonrió. – Bueno… me enteré por casualidad. – bajé la mirada. Había intentado arreglarlo, pero había sido peor el remedio que la enfermedad.
- Oye, estás preciosa. – me dijo cogiéndome de la mano y dándome una vuelta. – Me vas a volver loco con ese vestido. – reí nerviosamente.
- Tú también estás guapo. Pero estarás acostumbrado a que las chicas te lo digan constantemente. – él se detuvo.
- Pero a mí me da igual las demás chicas, porque la única que me importa eres tú, y nadie más. – se acercó a mí. Pasó su mano por mi cintura, y me atrajo hacia él. Empecé a temblar, pero no de frío, sino de nervios. Y él lo notó. - ¿Por qué tiemblas?
- Por tu culpa. Me pones nerviosa.
- ¿Enserio? Vaya, la primera vez que me lo dicen.
- No, no creo. – puso su dedo índice en mis labios. Y, después, repasando el contorno de mis labios con su dedo gordo, se acercó un poco más a mí y me besó. Allí, en medio de todo el parque, con toda esa gente mirándonos. Pude oír como algunos silbaban. Otros decían “Venga Edgar, que ya es tuya”. Nos separamos. - ¡Qué vergüenza!
- ¿Por qué? Es una cosa natural que hace todo el mundo.
- Pero no lo hacen aquí en mitad de toda la gente. – dije mientras intentaba esconderme detrás de mi bolso.
- Anda, no seas tonta. – él sonrió.

Safe Creative #1003095717487