lunes, 8 de junio de 2009

En la cafetería

Nota de Autora: Siento deciros esto, pero de ahora en adelante no se cuando podré postear, ya que estoy de exámenes y se me hace muy difícil dedicarle tiempo al blog. Cuando pueda y tenga un poco de tiempo, no os preocupeis que os deleitaré con una nueva entrada. Espero que me entendais. Y, sobretodo, no dejeis de pasaros por mi blog y de dejarme comentarios, porque como bien sabéis, son vuestros comentarios los que me dan fuerza para seguir adelante con este blog. Aquí os dejo con la novela. Siempre vuestra. LEIRE.

Cuando acabó, nos dijo que nos levantáramos y que fuéramos a su mesa, que nos iba a dar algo. Ya sabía lo que nos iba a entregar, ya que esta misma charla la tenía todos los años. Todo el mundo se levantó y se dirigió hacia la mesa haciendo una cola. Me puse la última. Al principio de ésta estaban Edgar con Fanny. Habían estado durante toda la charla hablando sin parar. Cuando les tocó el turno, la chica les dio dos cajitas, una para cada uno. Edgar se lo guardó en el bolsillo, mientras que Fanny lo llevaba en la mano. Se salieron de la cola y venían hacia mí.
- ¿Qué es lo que dan? Lo de siempre, ¿no? – les pregunté.
- Claro, lo de siempre, ¿qué sino? – me enseñó Fanny la cajita. Como suponía: era una caja en la que dentro llevaban dos preservativos.
- Estos caen este sábado en la casa de campo de mis abuelos. – dijo Edgar mientras soltaba una risa algo sonora.
- Pues a mí guárdame uno. – oí que le dijo Fanny en su oído. Inmediatamente después se fue.
- Es bastante lanzada esta chica, ¿no? – me preguntó.
- No sé, eso lo sabrás tú que la conoces mejor. – me fui hacia delante para coger la cajita que nos daban. Él se quedó en el mismo sitio en el que estaba, mirándome.

Cuando cogí lo que nos daban, salí para fuera. La charla había durado una hora y media, por lo que aún quedaba media hora para que empezara la siguiente clase. Fuimos todos a la cafetería y nos sentamos en varias mesas. Me senté al lado de Fanny. Auro y Nanni, que estaban en la otra mesa, se me quedaron mirando. Pero en la mesa en la que se encontraba Fanny, también estaba Edgar y Ben. Me sabía muy mal dejar de lado a mis amigas, pero me apetecía estar con Edgar en ese momento. Les hice un gesto para que se vinieran para la otra mesa, pero me giraron la cara.
- Déjalas. Mejor sino están. – me dijo Fanny mientras las miraba de mala gana.
- Pero son mis amigas, Fanny. No quiero que se sientan mal y se enfaden conmigo.
- ¿Por qué? ¿Por sentarte conmigo?
- Puede ser. – agaché la cabeza.
- Por cierto, ¿has oído lo que le dicho a Edgar? – sonrió.
- Claro que lo he oído.
- ¿Y ha dicho algo cuando me ido? – preguntó intrigada.
- No. – mentí. – No ha dicho nada.
- Pues vaya chasco. – puso cara de pena. – Oye, no me había dado cuenta pero llevas la diadema que te regalé.
- Si, es que con el vestido que llevaba hoy me pegaba y me la he puesto.
- Así me gusta. – me pasó un brazo por los hombros y me dio un beso en la mejilla.
- Menos roce, chicas. – dijo Ben que estaba en la otra punta de la mesa.
- Pero si te encanta, Ben, no mientas. – le soltó Fanny mientras le sacaba la lengua. Ben le hizo burla.

Noté que mi móvil vibraba en la mochila. La cogí y vi que tenía una llamada perdida. Miré de quien era. Era de Edgar. Lo miré. Estaba a tan solo un par de sillas a mi derecha. Él me sonrió. Le dije, sin alzar la voz que era lo que pretendía con la perdida. Él solo me sonrió.
- Recordar que este sábado tenéis una cita conmigo, ¿eh? – dijo Edgar algo chistoso.
- Más te gustaría tener una cita conmigo. – le dijo Cynthia que también estaba en la mesa.
- Ya la tuve en su momento, y sabes que me encantó. – él le dirigió una sonrisa picara mientras ella sonreía alegremente. ¿Una cita? ¿Cuándo? Yo de eso no me había enterado. Solo sabía que en el botellón que estuve en el parque se liaron, pero eso no se consideraba cita, ¿verdad?

Sonó el timbre.

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