martes, 28 de septiembre de 2010

Ella es superior a mí

- Cuéntamelo todo, y ya. No quiero que te hagas de rogar.
- De acuerdo. Pues muy simple… ¡ESTAMOS SALIENDO – dijo casi chillando. Pegué un grito y la abracé.
- ¡No me lo puedo creer! Me alegro mucho por ti, Auro. Por fin mi hermano se ha decidido. ¡Ya era hora! – todas reímos.
- Si, por fin se ha decidido, y me ha pedido salir. Pensaba que nunca lo iba a hacer. Ahora si estoy feliz. – Auro sonrió felizmente. Nanni y yo hicimos lo mismo.

Salimos las tres de clase y fuimos hacia la puerta del instituto. Allí estaba mi hermano, solo. Se acercó Auro casi corriendo y le plantó un beso en los labios. Isaac se lo correspondió. Miré a todos lados. Por allí seguían sin aparecer Ben, Edgar, Fanny, Raquel y Jess. ¿Pero dónde narices se habían metido?
Noté como Nanni me daba un pequeño codazo en el brazo avisándome de algo. Volví a mirar a todos lados y allí estaban. Edgar y Fanny venían directos hacia donde estaba mi hermano. Iban cogidos de la mano. Ben, Raquel y Jess iban detrás de ellos.

- ¿Qué pasa, capullo? – le dijo Edgar a Isaac mientras se chocaban las manos en señal de saludo.
- Nada. Os he estado esperando todo el puto día, y no habéis aparecido. Ya os vale, cabrones. Me habíais dicho solo las primeras horas.
- Lo sé, lo sé. – Ben se incorporó a la conversación. – Pero al final nos hemos liado y…
- ¿Os habéis liado? – preguntó Isaac sin entender muy bien a que se estaba refiriendo su amigo.
- Si, coño, nos hemos puesto a jugar a los bolos, y ya hemos pasado toda la mañana en el centro comercial. – aclaró Ben.
- ¡Ah! Entonces esta tarde no os apetecerá una de bolos, ¿verdad?
- Hombre, pues la verdad… - empezó diciendo Edgar. Pero Fanny le interrumpió.
- Y menos si van ellas. – dijo mirándome de arriba abajo. No pude contenerme.
- ¿Pero a ti qué te pasa? Me tienes ya harta, y no puedo más. – le dije mientras me enfrentaba a ella. Estábamos las dos cara a cara.
- ¡Eh! ¿De qué vas? – Edgar se puso entre nosotras dos y me dio un pequeño empujón. - Déjala en paz.
- Ha empezado ella… - empecé diciendo, pero Edgar me volvió a dar otro pequeño empujón, y me apartó más de Fanny.
- ¡Eh, eh, eh! Ya vale, Edgar. – Isaac se metió en medio de nosotros dos. – No la vuelvas a tocar, ¿de acuerdo? – ambos se quedaron cara a cara. Edgar posó su mano en el hombro de mi hermano en señal de paz.
- Tranquilo, tío. Ha sido solo un pequeño empujón para que no se enzarzaran en una pelea.
- De acuerdo, pero no la vuelvas a tocar ni en broma. Ya aguanté bastante la otra noche, y no te dije nada, pero no lo voy a volver a tolerar. – le dijo mientras ponía su dedo índice en el pecho de Edgar.
- Vale, Isaac. – Edgar se acercó a darle un abrazo a mi hermano. Al principio Isaac se quedó un poco paralizado, pero luego le correspondió al abrazo.

Miré a mis amigas. Ellas no salían de su asombro. ¿Cómo podía haber sido capaz de pegarme un empujón a mí? A la chica que hasta hacía un par de días le gustaba. Y todo por defender a la que era ahora su novia.
Giré mi cabeza y miré a Fanny. Ella sonreía maliciosamente, disfrutando de cada momento, de cada minuto. Se deleitaba viendo como yo sufría por toda aquella escena que acababa de suceder. Ella estaba consiguiendo todo lo que quería, y estaba contenta. Solo le faltaba saltar de alegría. Pero no hacía falta que lo hiciera, porque sabía que estaba disfrutando.
Miré de nuevo a mis amigas, y les hice un gesto de cabeza. Ellas sabían perfectamente lo que significaba. Nos fuimos de allí sin decir nada más, y nos encaminamos hacia casa.

- ¡Que fuerte me parece! – dijo Nanni cuando ya estábamos demasiado lejos de ellos como para que nos pudieran escuchar.
- Ya te digo. Y Fanny como disfrutaba, ¿eh? – las dos giraron sus cabezas para mirarme. Yo permanecí en silencio. - ¿No piensas decir nada al respecto, L?
- ¿Yo? – pregunté. Estaba ausente.
- No, mi abuela. ¡Pues claro que tú! – dijo Auro mientras me miraba y me pegaba unos pequeños golpecitos en la espalda. – Leire, ¿no has visto lo que hecho Edgar?
- Pues claro que lo he visto, por eso estoy así. No me puedo creer que él haya actuado de esa manera. Pero bueno, en cierta manera lo entiendo.
- ¿Qué lo entiendes? – preguntó Nanni alzando la voz. – ¿Qué coño es lo que entiendes? Porque ahora la que no está entendiendo nada soy yo.
- Muy fácil. Entiendo que él defienda a la que es ahora su novia, aunque no hace falta que lo haga de esa manera.
- Leire, te voy a abrir los ojos, porque veo que aún los tiene bastante cerrados. – añadió Auro. – Si, vale que esté defendiendo a la que es su novia en estos momentos, pero es que hasta hace un par de días estaba loco por ti, y eso no puedes negármelo.
- Claro que no, porque eso es obvio. – dije. – Pero contra lo que hay ahora no puedo luchar. Ya estoy harta de luchar y no ganar la batalla. Ya no puedo más. Así que lo único que me toca ahora es resentirme e intentar olvidarle, y ya está.
- Vaya… - Nanni se quedó pensativa. – Pensaba que tú eras de otra manera.
- ¿Cómo que de otra manera? – pregunté.
- Si, de otra manera. Has estado luchando por Edgar durante todos estos años, y ahora te vas a dar por vencida.
- N, contra Fanny no puedo luchar. Ella es superior a mí.
- De eso nada, monada. Ella no es superior a ti, ni mucho menos. Ya le gustaría. Já. Simplemente ella ha ido por el camino más sencillo para conseguir a Edgar, y es la mentira. Pero él pronto se dará cuenta de cómo es ella y la volverá a dejar, como ya pasó en su tiempo.
- Pues eso, por ahora no puedo hacer nada. Tiempo al tiempo. – añadí. – Pero no voy a poder soportar situaciones como las que ha ocurrido hace un momento. No.

Había llegado a casa. Me despedí de mis amigas y entré. Carla e Isaac aún no habían llegado. Siempre era yo la primera en llegar.
Saludé a mi madre, y le ayudé a poner la mesa. Enseguida llegaron mis hermanos. Isaac tenía mala cara. Sabía que no le había gustado nada la reacción que Edgar había tenido cuando yo me había enfrentado a Fanny. Él se había tenido que meter en medio, y eso que Edgar era uno de sus mejores amigos.
Empezamos a comer. Nuestra madre nos preguntaba cosas del instituto, que yo, alegremente, contestaba para que no se diera cuenta de que en verdad estaba triste. No quería que mi madre se preocupara. No quería que padeciera por mí. No se lo merecía.


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PD: El jueves día 30 no podré postear. Por ello, subiré mañana miércoles 29 la entrada del jueves (aunque sea huelga general :D) Gracias a todos por seguir leyéndome. SIEMPRE VUESTRA. LEIRE.